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novedad literaria

'Londres después de medianoche' o el nacimiento del frikismo

JAVIER CAVANILLES. 19/07/2014 El mexicano Augusto Cruz se convierte en el fenómeno literario del momento con un libro original inspirado en la leyenda de una de las películas más buscadas del cine mudo

VALENCIA. En el buzón hay un sobre negro. Dentro, una escueta nota en la que sólo hay una fecha, una hora y un lugar. Nadie sabe quién lo ha mandado, unos dicen lo remite un grupo de vampiros y otros opinan que son, simplemente, unos amantes del cine clásico un tanto extravagantes. La primera reacción, la lógica, es sentir un escalofrío por la espalda. Luego, más tranquilo, el receptor sonríe: acaba de ser uno de los elegidos para asistir a la proyección de Londres después de Medianoche, una película muda dirigida en 1927 por Tod Browning y oficialmente perdida desde que un incendio arrasó, en 1967, el almacén de la MGM.

Los rumores sobre la cinta son muchos, como corresponde a una de las diez películas más buscadas del cine mudo, con permiso de la copia entera (la de nueve horas) de Avaricia de Erich von Stroheim. Podría ser cierto que un coleccionista británico la guarda bajo siete llaves hasta que prescriban los derechos de autor de la productora y poder sacar un pico exhibiéndola, pero todo apunta a que no es más que parte de la leyenda. Lo único que queda es el guión y una reconstrucción del Canal TMC a partir de las fotos que aún perduran y la música original.

DE LA GRAN PANTALLA AL PAPEL

"Yo creo que está perdida definitivamente, aunque quién sabe si podría aparecer un copia perdida en algún lugar. Pero a mí lo que más me interesa es que sirve para recordar que el 80% de las películas mudas que se rodaron han desaparecido para siempre, y eso da mucho que pensar". Estas palabras pertenecen al escritor mexicano Augusto Cruz, que acaba de publicar en España Londres después de medianoche (Seix Barral), en la que la cinta protagonizada por el mítico Lon Chaney es, además del Mcguffin que hace avanzar el relato, una especie de Moby Dick de celuloide que permite varios planos de interpretación, pero de los que es prácticamente imposible hablar sin spoilers.

Londres después de medianoche, el libro, se ha convertido en una de esas sensaciones literarias en las que un autor desconocido, tras cinco años de arduo trabajo, consigue ver cómo su obra se publica en México, España, Holanda, Francia... y que ya empieza a llamar la atención en el mundo anglosajón, el Nirvana de la edición. Que nadie se extrañe, la novela es fantástica en todos los sentidos de la palabra.

Cruz explica que la obra es hija de sus dos pasiones "el cine y la novela", y que el lustro que tardó en concluirla se explica porque lo que era la subtrama de otro libro fue creciendo en importancia hasta que se convirtió en su primer trabajo como escritor. Luego, añade, "tengo una peculiar forma de escribir y es que no escribo el capítulo hasta que lo tengo todo en mi cabeza. Eso puede llevar una semana o un mes, y luego lo vuelco todo en el papel. Cuando está escrito, apenas necesito corregirlo".

FICCIÓN Y/O REALIDAD

El resultado es una original novela que destaca por dos cosas: el diálogo entre la ficción y la realidad, y la abundancia de referencias que hará las delicias de los que compartan el placer de Augusto Cruz por los aspectos más curiosos de la Historia. "Por lo que respecta a lo primero, me he intentado mover en un tercer espacio, precisamente en el que la realidad y la ficción se juntan y es prácticamente imposible separarlas".

Eso nos lleva a la abundancia de datos históricos. Por las páginas del libro desfilan Dashiell Hammett y Los Tigres del Norte, Edgar Hoover y la surrealista ciudad abandonada de Edward James, el misterioso millonario señor Martínez y la increíble película de karatekas tullidos The Cripled Masters.Y eso es sólo una parte.

LA PELÍCULA

Lo que hace especial a Londres después de medianoche, lo que la ha convertido en el Santo Grial del cine mudo es, precisamente, que no tiene nada especial. Aunque fue el mayor éxito de taquilla del combo Browning - Chaney, no es la mejor película del director de Freaks (La parada de los monstruos, 1932) ni la mejor actuación de El hombre de las mil caras. De hecho, si hacemos caso a la crítica, hasta el remake sonoro protagonizado por Bela Lugosi en 1935 es mejor.

Eso sí, tiene cierta leyenda negra que ayudo a alzarla a los altares. Tras su estreno en la capital británica en 1928, un hombre le cortó el cuello a su novia en pleno Hyde Park cuando descubrió que le engañaba y alegó que la interpretación de Chaney le causó tal efecto que le llevó a cometer el crimen. Según aseguró, ni siquiera recordaba haber llevado a cabo el asesinato. La excusa, la absurda, no impidió que fuera condenado.

A partir de ahí, surgieron los bulos de que los cines que la habían exhibido ardían en misteriosos accidentes o que una maldición pesó sobre los protagonistas. Todo mentira, pero su desaparición tras el incendio en la MGM hizo bueno aquello de se non è vero, è ben trovato. Si no llega a ser por eso, hoy simplemente sería recordada por ser la primera película de vampiros que se filmó en Hollywood.

Anécdotas aparte, la película es hoy lo que es en el olimpo del séptimo arte gracias al entusiasmo de un joven americano que la vio con 11 años y que, con el tiempo, se convirtió en el primer gran friki de la historia: Forrest J. Arkeman. Cuando los aficionados a los temas más absurdos eran simplemente el fandom, Arkeman alimentaba sus aficiones con la revista Famous Monsters of Filmland (1958-1983). Sin él, un tipo que llegó a recibir el título de ‘Lesbiana Honoraria', quizás nadie hubiera editado el primer manuscrito de Stephen King, y Tim Burton, Steven Spielberg, Peter Jackson, los magos Penn & Teller o Ron L Hubbard (antes de dedicarse a la Cienciología) no hubieran tenido fuente alguna de inspiración.

"Ackerman", explica Augusto Cruz, con quien sale en la imagen, "es un personaje muy literario en si mismo, ya que se mueve en una extraña tierra de nadie, entre el operario del estudio que tira a la basura todo lo que hay en el almacén y el coleccionista millonario capaz de pagar lo que sea por determinado objeto".

¿AUTOR DE UN SOLO LIBRO?

Ackerman es uno de los protagonistas de Londres después de medianoche y cuando, poco antes de morir, Cruz le presentó su proyecto se mostró encantado. En la obra, como en la realidad, el padre del coleccionismo está obsesionado con la película y no quiere irse de este mundo sin volver a verla. Contrata entonces los servicios de MC Kenzie, un ex agente del FBI que fue mano derecha del mismísimo Edgar Hoover (el director de la agencia que sobrevivió a siete presidentes que intentaron echarlo).

Lo que sigue es una especie de road movie en la que la memoria y el olvido son compañeros de viaje, en la que el agente federal va siguiendo lo que aprendió Augusto Cruz en el curso de detective que FOTO: ELISA BERZUNZA.comenzó pero nunca acabó. ¿Verdad o ficción? En la vida real, Akerman murió sin ver cumplir su sueño; lo que pasa en la obra sorprenderá a todos.

Y pregunta obligada para cerrar la entrevista. ¿Habrá segunda parte? "Pues no lo sé todavía, tengo algunas ideas pero podría ser que pasara a la historia como uno de esos autores de un único libro. He preferido dejar un final abierto para que los lectores tengan margen para imaginar, pero ¿quién sabe?", responde Cruz.

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