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LA PANTALLA GLOBAL

¡Mamá, quiero ser (más) artista! Los músicos con alma de cineasta

EDUARDO GUILLOT. 11/03/2014 Stuart Murdoch (Belle & Sebastian) presentó en la Berlinale 'God Help The Girl', su debut como director
'God Help The Girl', la película con la que ha debutado en cine Stuart Murdoch.

VALENCIA. Parecía destinado a dirigir. En 1996, Stuart Murdoch había incluido una canción titulada 'Like Dylan in the Movies' en el álbum de Belle & Sebastian If You're Feeling Sinister. La letra contenía una referencia a Don't Look Back (D. A. Pennebaker, 1967), el documental rock por excelencia. Unos años más tarde, Todd Solondz encargó al grupo la banda sonora para su película Cosas que no se olvidan (Storytelling, 2001), pero al final solo usó una pequeña parte del material compuesto. El trabajo completo apareció editado en 2002, como un disco más de la formación escocesa y con el mismo nombre que el film: Storytelling.

Finalmente, Murdoch puso en marcha en 2008 el proyecto God Help The Girl, un grupo paralelo con el que comenzó a grabar música para un proyecto cinematográfico futuro. El disco, una colección de temas cantados por diferentes vocalistas femeninas, apareció en 2009. Cuatro años más tarde, la película se convirtió en realidad, y a principios de este mismo año, God Help The Girl se presentó en el Festival de Sundance, Stuart Murdochdonde obtuvo el Premio Especial del Jurado. La siguiente parada fue la Berlinale, y aunque aún no tiene fecha asignada, ya se ha confirmado que también llegará a los cines españoles.

De este modo, Stuart Murdoch dejaba satisfecha una inquietud audiovisual que se había ido fraguando a partir de su participación en la realización de algunos de los clips de Belle & Sebastian, y que ha terminado derivando en un film musical con distribución comercial normalizada. Está por ver si se trata del inicio de una carrera como cineasta o de una veleidad puntual, pero tanto en un caso como en el otro, no sería el primer músico que ha dado el paso de ponerse tras la cámara.

ESTE ZOMBIE ESTÁ MUY VIVO

Rebuscando en el pasado de muchos cineastas actuales se pueden encontrar más escarceos musicales de lo que podría imaginarse. Jim Jarmusch, Michel Gondry, Billy Bob Thornton, Dito Montiel, Vincent Gallo, Emir Kusturica, John Carney o Pedro Almodóvar son solo algunos de los directores que alguna vez se subieron a un escenario empuñando una guitarra, encarándose al micro o incluso sentándose tras una batería. Algunos todavía lo hacen de vez en cuando, aunque siempre como hobby o por pura diversión. Tienen la ventaja de que resulta bastante barato. El camino inverso (pasar de tocar a dirigir) es mucho más caro. De hecho, por eso tardó tanto en hacerlo el cineasta actual con mayor background musical: Rob Zombie.

Sus gustos cinematográficos estaban claros desde que adoptó su nombre artístico (en realidad se llama Robert Barleth Cummings) y bautizó White Zombie a su grupo de groove metal, a mediados de los años ochenta. Conocida en España como La legión de los hombres sin alma (1932), White Zombie (dirigida por Victor Halperin) está considerada la primera película de la historia que abordó el tema de los muertos vivientes.

Una cinta de bajo presupuesto protagonizada por Bela Lugosi que sirvió como fuente inspiración a un músico obsesionado con el género de terror, que volcó todas sus filias cinematográficas en cuanto tuvo oportunidad de ponerse detrás de la cámara. Fue en 2003, y el resultado, La casa de los 1.000 cadáveres (House of 1.000 Corpses), evidenciaba su fascinación por La matanza de Texas (The Texas Rob Zombie, músico y cineasta.Chainsaw Massacre, Tobe Hooper, 1974), así como por otros títulos célebres del terror de todos los tiempos.

Lejos de abandonar tras su primera experiencia, Zombie consolidó su trayectoria con Los renegados del diablo (The Devil's Rejects, 2005), una cinta ultraviolenta con reminiscencias del cine de los años setenta, tras la que se atrevió a afrontar el remake de un clásico firmado por uno de sus maestros reconocidos: John Carpenter. Halloween. El origen (Halloween, 2007) reactivó el interés por el psicópata Michael Myers, y no tardaría en seguirle Halloween II (2009). En ambas, y tal como venía haciendo desde su debut, Rob Zombie aprovechó para rescatar actores de culto como Brad Dourif, Malcolm McDowell, Tom Towles, Michael Berryamn, PJ Soles, Ginger Lynn, Mary Woronow, Udo Kier, Dee Wallace y un largo etc. También participa en todas Sheri Moon Zombie, su esposa, que trabaja para él prácticamente en exclusiva y que además es la protagonista de su último largo hasta el momento: The Lords of Salem (2012), una interesante incursión en la brujería.

NADIE SE CONOCE MEJOR QUE UNO MISMO

Si ambicioso es el objetivo logrado por Rob Zombie, convertido en cineasta de éxito, no lo es menos, aunque pueda aparentarlo, el de otros músicos que han decidido coger la cámara para plasmar su propia evolución profesional. Su meta no es tanto rodar películas de ficción (aunque han coqueteado con ella) como reflejar fielmente su filosofía musical y vital en imágenes.

Uno de ellos es Neil Young, que debutó en 1974 con Journey Trough The Past. Utilizó (y lo ha seguido haciendo hasta hoy) el seudónimo de Bernard Shakey para filmar una gira de Crosby, Stills, Nash & Young en la que no solo mostraba las actuaciones de la banda, sino también algunas de las intimidades que tienen lugar entre bastidores. Rust Never Sleeps (1979) repetía la jugada, en este caso capturando un concierto junto a Crazy Horse, y en Human Highway (codirigida con el actor Dean Stockwell en 1982) se atrevía con una incursión en la comedia.

Pasarían más de veinte años hasta que volviera a firmar una película: Greendale (2003) era una interpretación en imágenes de su álbum homónimo, que despertó nuevamente su afición por el cine, y cinco años después también codirigió con Benjamin Johnson CSNY/Déjà vu, el documental que recogía el combativo regreso a los escenarios del mítico cuarteto, que cruzó Estados Unidos con la gira Freedom of Spech.

El otro músico que utilizó el cine profusamente tanto para dejar constancia de su trabajo como para cuestionar el entorno de la escena rock fue el fallecido Frank Zappa. En 1971, realizó junto a Charles Swenson y Tony Palmer 200 Motels, una ambiciosa película (pionera en el uso de tecnología digital y luego transferida a cine) que trataba de exponer el caos inherente a una gira rock. Poco proclive a la moderación, en 1979 rodaba Baby Snakes, cinta de tres horas en la que plasmaba uno de sus conciertos y lo enriquecía con abundante material de animación y de backstage.

Ya directamente en video, The Dub Room Special (1984) o Video From Hell (1985) continuaron documentando sus andanzas musicales y extramusicales (la segunda recoge su comparecencia ante la comisión censora del Senado), apuntalando su imagen de artista heterodoxo y al margen de las convenciones. Does Humor Belong in Music? (1985), Uncle Meat (1987), The Amazing Mr. Bickford (1987) y The True Story of Frank Zappa's 200 Motels (1988) son los títulos que completan una filmografía tan desmesurada como su obra sonora.

CAPRICHOS ARTÍSTICOS

La lista de músicos que, como Stuart Murdoch, se han aventurado en la dirección cinematográfica de manera ocasional es tan amplia como poco abundante en títulos de auténtica relevancia. Y en ella no podía faltar Bob Dylan, que en su larga carrera casi no ha dejado disciplina artística por explorar. En 1972 rodó Eat The Document, un documental sobre su tour de 1967 sobre el que planea la alargada sombra del trabajo que Pennebaker había realizado en Don't Look Back.

Su segunda y última incursión en la dirección fue Renaldo y Clara (Renaldo and Clara, 1978), realizada al mismo tiempo que andaba enfrascado en la gira Rolling Thunder Revue y coprotagonizada por su mujer, Sara Dylan, y un sinfín de músicos, actores y personajes con los que en un momento u otro coincidieron durante el viaje: Joan Baez, Allen Ginsberg, Harry Dean Stanton, Rubin 'Hurricane' Carter, Joni Mitchell, Sam Shepard... Una cinta confusa, que pretende abarcar demasiados temas (las máscaras del artista, el clima de tensión racial del país, las relaciones amorosas) y no supera la categoría de curiosidad para fans.

Otro que ha probado fortuna como cineasta es el escocés David Byrne, que debutó con la interesante True Stories (1986), basada en diversas historias reales que ofrecen una mirada muy peculiar sobre los Estados Unidos, y que se acompaña de una pertinente banda sonora de Talking Heads.

Película enmarcada en la escena independiente americana de la época, no empujó a Byrne a seguir por el territorio de la ficción, pero sí despertó en él una afición que seguiría cultivando en Îlé Aiyé (The House of life), un documental de 1989 sobre el culto afrobrasileño del candomblé, y Beetween the Teeth (codirigida con David Wild, 1994), que captura un concierto de su gira de 1992.

Capítulo aparte merece el polifacético músico francés Serge Gainsbourg, que debutó con Te amo... pero yo no (Je t'aime moi non plus, 1976), polémico drama erótico a partir de su canción homónima y protagonizado por Jane Birkin. En 1983 adaptaría al novelista Georges Simenon en Équateur, que se saldó con un sonoro fracaso de taquilla, y en 1986 buscaría de nuevo el escándalo con Charlotte for Ever, película de corte biográfico con su hija Charlotte como actriz principal. Su carrera en el cine echó el telón con Stan the Flasher (1990), de nuevo en torno a un argumento de importante contenido sexual.

El también francés Quentin Dupieux, también conocido como Mr. Oizo, ha combinado su trabajo como músico y productor de música house con varias incursiones en el cine, siempre dentro de la serie B más desvergonzada. Steak (2007), Rubber (2010), sobre un neumático asesino con poderes psíquicos (!), Wrong (2012) o Wrong Cops (2013) son algunos de los títulos que ha escrito y dirigido hasta el momento, todos inéditos en España.

En el extremo opuesto se sitúan las tentativas de Jacques Brel. El cantautor belga probó suerte con Franz (1972) y Le Far-West (1973), pero el escaso éxito cosechado por ambas le llevó a centrarse en su carrera musical. Y en España, Luis Eduardo Aute ha compaginado su carrera de cantautor con alguna incursión esporádica en el cine, como la curiosa cinta de animación Un perro llamado dolor que produjo en 2001.

Caetano Veloso (que rodó O cinema falado en 1986), Tom Barman (el líder de dEUS realizó Any Way The Wind Blows en 2003), Dave A. Stewart (la mitad masculina de Eurythmics probó suerte con Honest, en 2000), el rapero Ice Cube (escribió y dirigió The Players Club en 1998), el también rapero RZA (suya es El hombre de los puños de hierro, 2012), Crispian Mills (el líder de Kula Shaker firma con Chris Hopewell la comedia A Fantastic Fear of Everything, de 2012), Wayne Coyne (Christmas on Mars es la cinta de ciencia-ficción que rodó en 2008 el cantante de The Flaming Lips) o Prince, que no contento con el estrepitoso fracaso de Under the Cherry Moon (1986), reincidió con Graffiti Bridge (1990), concebida como secuela de Purple Rain (Albert Magnoli, 1984), son solo algunos más de los músicos que alguna vez se han sentido tentados de probar fortuna.

Incluso Madonna tiene dos películas como directora: Filth and Wisdom (2008) y W. E. (2011). Ambas fueron masacradas por la crítica, pero eso es lo de menos cuando se siente la imperiosa necesidad de expresarse a través del cine y se dispone de dinero para permitirse el capricho. Quizá algún día, aunque sea por casualidad, acabe sonando la flauta.

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