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Ha organizado más de 100 conciertos

Vicente Mañó: "Ningún artista español conseguiría hoy reunir a 26.000 personas en un concierto"

CARLOS AIMEUR. 05/12/2013 El promotor repasa su carrera y asegura que el tiempo de los grandes conciertos ha pasado

VALENCIA. Más de 100 conciertos a sus espaldas como promotor y productor, representante de algunos de los cantantes y grupos más populares de España, Vicente Mañó es el gran productor de eventos de la Comunidad Valenciana, el nombre propio. El año que viene cumple tres décadas al frente de Tratos, una empresa de referencia en el mercado musical que aún hoy resiste.

Mañó fue de los que advirtió que la subida del IVA no iba a suponer más recaudación. Que sólo iba a darle el golpe de gracia al sector musical. Habría preferido no tener razón. 

"La gente está de mal humor", comenta, "y es esta maldita crisis". Señala a la calle y apunta: "Fíjate; no hay tráfico y eso es porque la gente no gasta el coche porque la gasolina es muy cara".

En tiempos de carestía, la música es un lujo. Con todo, no se rinde y sigue trabajando. Es noviembre y ya está preparando un concierto para junio, el de Malú.

CENAR Y TOMAR COPAS CON DEPECHE MODE  

Su carrera ha estado enfocada principalmente a artistas nacionales, pero desde el principio ha trabajado también con estrellas de todo el mundo. "El primer concierto internacional bueno que organizamos fue en el 84, en Arena, con Depeche Mode. Entonces se llamaba Pachá Auditorium". Fue el ocho de marzo y lo produjo con Carlos Simó.

En esa cita los aficionados valencianos pudieron oír por primera vez en directo algunas canciones que con el tiempo se han convertido en himnos generacionales como ‘Just Can't Get Enough' o ‘Everything Counts'. Tras el concierto Mañó se fue a cenar con Dave Gahan, Martin Gore y compañía y a tomar copas. Todo muy normal. "En aquellos tiempos eran muy accesibles y encantadores. Me sorprendió su éxito, que llegasen a ser tan grandes. A mí nunca me gustaron", confiesa.

Eran los años de la movida. "Valencia era una ciudad muy melómana", dice, y cada actuación era muy especial. "Los grupos se sorprendían de la reacción que tenía la gente". En uno de los templos de la ruta del bakalao, Espiral, organizó un concierto diferente el 15 de noviembre de 1984 con Siouxsie and the Banshees. Fue bajo la carpa de un circo porque él se empeñó en que fuera así. El escenario no cabía dentro y quiso aprovechar el parking de la discoteca. Cuando en 1996 se reeditó The Rolling Stones Rock and Roll Circus supo que The Rolling Stones habían hecho algo parecido.

Después vinieron Nina Hagen y Lene Lovich a Isla, el jueves 6 de noviembre de 1986. Gay Mercader le ofreció la posibilidad de organizarlo en Valencia. "Convencí a los de la discoteca, que no se creían que fuera a funcionar un concierto entre semana, casi en invierno. Vendimos todo", dice.

No tuvo problemas con el grupo que fueron encantadores. "Llegaron, tocaron y se fueron", resume. "Siempre hay un gilipollas, pero lo hay en la música y en la banca. A mí nunca me ha sorprendido nadie con una rareza. Los artistas se suelen comportar de manera muy profesional en el backstage", añade.

La vida le ha dado la oportunidad de encontrarse con algunos de sus mitos. Aún hoy recuerda lo que supuso para él producir el concierto de Joe Cocker en la Plaza de Toros de Valencia, que se celebró el 14 de julio de 1989. "Entonces Cocker estaba viviendo una segunda juventud tras el éxito de su canción en 9 semanas y media", comenta. "Lo disfruté muchísimo. Cuando tenía 14 años era uno de mis artistas favoritos. Que con el tiempo le organices un concierto tiene algo... erótico", ríe. Al acabar el concierto Cocker le pidió una receta de un pastel de carne, se tomó él solo una caja de Coronitas y le dio "cero problemas".

La Plaza de Toros de Valencia ha sido quizás su escenario favorito. Allí fue donde consiguió que Presuntos Implicados pusiera el cartel de no hay localidades. "Fue la primera vez que un grupo valenciano la llenaba con un concierto de pago", comenta. Fue el 22 de septiembre de 1994.

La Noche de la Fórmula, con Gloria Stefan, Juan Luis Guerra y La Quinta Estación, en el cauce del río, o el concierto de Pablo Alborán en Valencia el 29 de junio de este mismo año, son algunos de sus trabajos recientes más destacados.

TODO EMPEZÓ CON COMITÉ CISNE EN BARRACA 

Mucho ha llovido desde que organizase en 1984 aquel concierto de Comité Cisne en Barraca. Inmaculate Fools, Echo & The Bunnymen, Psychedelic Furs, The Sugarcubes, Aztec Camara, Front 242, Seal, hasta David Bisbal en 2007, Rosendo en 2008 o Miguel Bosé en 2012, sus agendas son dietarios detallados de lo que ha sido la música en directo en España. "Si me hubiera hecho fotos con todos ellos ahora tendría un mural impresionante, si me hubiera hecho una solo foto en cada backstage, pero es que yo no soy así, no soy de retratarme con famosos", comenta. 

No le nace. "Cuando volvió Paul McCartney de gira con The Wings me invitaron a ver la prueba de sonido en Madrid, antes del concierto. Después me dijeron de pasar al vestuario para charlar con él. Preferí no hacerlo. No me apetecía que se me cayera el mito", agrega. 

Mirando atrás sin ira sólo recuerda un incordio por parte de los artistas. Fue en unos conciertos de Fallas de 1994, hace ahora casi veinte años. "Me dieron mucha guerra con la seguridad los New Kids On The Block; fueron muy pesados. Llegaron con sus furgonetas que parecía que viniera el presidente Nixon. Yo les dije a los de la radio [que organizaba el concierto, la SER] que no se equivocaran, que el concierto gordo era al día siguiente, con Alejandro Sanz, y no me hicieron caso". Y pasó lo que tenía que pasar. "Se montó una buena con las fans, que las teníamos que sacar porque se desmayaban", añade sonriendo.

Su buena relación con Sanz tuvo su cenit en el concierto que éste ofreció cuatro años después, en 1998, en el estadio del Levante. Aquel año consiguieron congregar a 30.000 almas. Ha sido, dice, "el más cañero" de todos sus eventos, con Sanz y sin él. "He hecho todos los que ha dado en Valencia pero el del 98 fue el del reventón; vendimos 30.000 entradas en noviembre para el 30 de junio. Con Mecano hice uno en el campo del Levante de 26.000 espectadores. Qué tiempos aquellos; hoy 26.000 personas no las reúne ningún artista español, ni Dios". El tiempo de los grandes conciertos ha pasado. "De momento", matiza.

LA LEY DE ZAPLANA Y ALEJANDRO SANZ 

El de Sanz fue también uno de los montajes más difíciles que ha tenido que organizar. Los principales problemas fueron burocráticos. "En el espacio que va desde que vendimos las entradas hasta que se hizo el concierto, Eduardo Zaplana sacó una ley de espectáculos públicos. Era cojonuda. Aquí hasta entonces esto era casa Pepe y cada uno hacía lo que le daba gana, donde fuera y como fuera. La ley estaba muy bien... pero si se hubiera seguido a rajatabla no habrían podido jugar ni el Valencia ni el Levante, por ejemplo, ni el Valencia Basket", explica. Se había pasado del todo vale a una disciplina germánica en un pis pas. "Era una ley imposible de cumplir; por parte de nadie", añade.

A él le pasó con el concierto con Sanz. "Me pidieron medidas anti-incendios. Pregunté qué medidas disponía el campo; me señalaron los extintores. Eso era todo. Tuve que montar cubas de agua. Me pidieron que cumpliese la normativa de baja tensión; yo les respondí que eso era cosa del campo, que yo sólo hacía un concierto. Tuve incluso que quitar tabiques divisorios para que cupiera todo el mundo", dice.

Al final el concierto fue espectacular y valió la pena. "A Alejandro [Sanz] lo tuvimos que sacar en una ambulancia como si fuera un herido. El problema no eran las 30.000 personas que estaban dentro, sino las 30.000 que estaban fuera", dice.

Giras por México, Costa Rica, Guatemela... una compañía discográfica, la vida para Vicente Mañó ha estado en torno a la música por casi todos sus costados. "El trabajo de productor es estresante. Cuando organizas un concierto tienes que estar al tanto de todo, de la seguridad, del papeleo, de todo... y no lo disfrutas. Yo normalmente escucho una canción o dos y después me dedico a cosas de trabajo", apunta.

Cuando se le pregunta si hay un concierto que le gustaría organizar la respuesta es siempre no. "Lo que hay son conciertos que me gustaría escuchar", ríe. Quizás por eso uno de los que más grato recuerdo guarda es el que produjo en Valencia en 1991 para Sting. En aquella ocasión la carga de trabajo recayó sobre Gay Mercader y él se limitó a coproducir. "Ese concierto sí que me lo pasé bien", bromea. 

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