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Foto: Enric Pérez

VALENCIA. No es modelo pero lleva dos años posando para el cartel de Cevisama. Quizás ese punto retro de gafas redondeadas, corte de pelo estilo burlesque y conjuntos vintage, es lo que más le llamó la atención a Juan Martínez, responsable de la campaña de la Feria Internacional de Cerámica de Valencia, para contar con Marina Senabre. Efectivamente Marina refleja ese sello de autenticidad en cada uno de sus atuendos digno de retratar. Pero la cosa no se queda ahí. Cuando hablas con ella su singular atractivo sigue sumando. Y es que su look no es más que la extensión de la avezada personalidad de una arquitecta recién licenciada que hoy en día "se abre camino como puede". A Marina no le importa lo que digan los telediarios pues su entusiasmo y motivación por trabajar en lo que le gusta la colocan en ese porcentaje excepcional de personas que se tapan los oídos cuando el resto habla de controversia, sobrecostes y burbujas. Y de momento le funciona.

Actualmente comparte espacio en un pequeño y ambicioso estudio de arquitectura llamado L'Ambaixada donde se cuecen interesantes proyectos en torno al estudio de la ciudad de Valencia en calidad de coworking. "Trabajamos en principio por separado, pero las eventuales colaboraciones son inevitables", comenta. Además, "hoy en día la opción es irte fuera o quedarte a pelear por tu cuenta. Yo decidí sacarme las castañas del fuego y exprimir mi creatividad para mí misma.

Esta situación me ha hecho madurar enormemente en el plano laboral y esto es muy positivo", añade. Demasiado idealista, pienso incrédula ante su apasionado discurso y me preparo para la tormenta, el "pero" para todo, el juego del claroscuro, ¿Acaso tanta frustración y miseria apilada ha insensibilizado mi capacidad de creer en una posible catarsis?

Y así, comenzó a enumerar una largo y utópico listado de proyectos realizados en su corta vida laboral. "Hago desde cosas pequeñas como mantener la gráfica de l'Aula Ciutat o renovar la identidad de Solaz, una parada de productos gourmet del Mercado Central, hasta cambiar la fachada y la imagen gráfica a Zum Zum, una clásica zumería del centro, así como proyectar íntegramente una herboristería llamada La Cistella. Pero también trabajos más propios de una arquitecta como levantar una vivienda unifamiliar en Alicante o rehabilitar una vivienda entre medianeras en Menorca."

Su discurso me envuelve como una bocanada de aire fresco ¿Una joven arquitecta con trabajo que osa saltarse antes de los 30 las didácticas tareas de un becario? Sin duda, el atrevimiento impacta. Marina es consciente de que es tremendamente difícil moverse en un marco laboral tan destrozado. "Desde arriba no hay ayudas, sólo recortes y más dificultades. Tengo muy claro que estoy a años luz de un encargo para el que tanto me prepararon en la universidad". Si embargo, su pasión por la arquitectura y el diseño no sólo no optaron por el inmovilismo sino que su temeridad por seguir involucrada en lo suyo huelen a ambición, constancia y perfeccionismo.

"Desde que trabajo por mi cuenta, he tenido que aprender a desenvolverme sola y esto me hace crecer, tanto a nivel laboral como personal. Hoy me veo mucho más adulta que hace dos años, pero este crecimiento es claramente exponencial, seguro que dentro de unos años he avanzado mucho más." "Es fundamental moverse: aprender a hablar, a presentarte, a perder por completo la vergüenza", apunta.

Un día en la vida de Marina depende de donde pueda llevarle su portátil. Valencia, Barcelona y Menorca son de momento sus escenarios de acción. Tres ciudades donde esta benjamina arquitecta ya ha comenzado a dejar huella con casco de obra y sin él excavando con valentía cada terreno para asentar su futuro.

De repente me viene la imagen de aquellas mujeres del pasado que desafiaron los criterios estéticos impuestos de su época con peinados irreverentes para el momento y atuendos masculinos. En su versión actual, la cuidada imagen de Marina me parece un tributo a aquellas revolucionarias que fueron capaces de poner en jaque las convenciones gracias a un prisma diferente de su realidad. Marina es así. Hace oídos sordos de lo que no le gusta y se atreve.