Mientras la dirección de la economía valenciana continúa a la deriva y sin horizontes envuelta en una gruesa capa de opacidad -seguimos sin noticias del déficit de 2012-, el primer partido de la oposición no consigue concretar su propuesta de política económica
VALENCIA. La legislatura se acerca hacia su ecuador desde que hace dos años un Francisco Camps pletórico de irrealidad y excesos gestuales arrasara en las elecciones autonómicas de 2011 frente a una oposición anquilosada tras 16 años de oposición inane. Dentro de dos años, el PP cumplirá 20 años -¡dos décadas!"- al frente de los destinos de la Comunidad Valenciana sin que la oposición haya logrado tan siquiera inquietarle una sola vez en la multitud de procesos realizados desde entonces.
En 2015, la sociedad valenciana deberá enfrentarse de nuevo ante la disyuntiva de votar al PP, un partido bajo cuyos gobiernos esta comunidad se ha hundido en la depresión económica y en la degración moral de la corrupción y el derroche, o buscar una posible alternativa en los partidos de la oposición de izquierda progresista, el PSPV-PSOE, Esquerra Unida y Compromis, principalmente. Los tres por separado o los tres a una en tripartito, tanto monta.
Y si bien la izquierda -apoyada en unos sondeos con escaso valor demoscópico más allá del minuto mismo de su realización- se muestra convencida de la victoria electoral de 2015 por el pretendido deseo de la sociedad de un profundo cambio que la rescate del agujero donde ahora se halla inmersa, la experiencia de las elecciones ganadas por Camps en pleno pinchazo de la burbuja cuestiona tal ejercicio de optimismo y de campanas al vuelo.
El hecho cierto es que la oposición, ni individualmente ni en grupo ha sido capaz de levantar en todo este tiempo un discurso de gobierno alternativo sólido, creíble y seductor fuera del paquete de tópicos habituales y de la algarabía cotidiana ante cada escándalo que los medios de comunicación destapan un día si y otro también.
No existen indicios de cuál es la propuesta 'real' de los socialistas ni del resto de la oposición para algunos de los problemas económicos más acuciantes de la economía de esta sociedad. Cómo resolverían la lacra de los impagos de la Administración, o cómo afrontarían las desigualdaes que en materia de educación, sanidad o justicia se están levantando a una comunidad perpleja ante el derrumbamiento de su estado de bienestar.
En fin, cuáles serían sus prioridades para el gasto y los ineludibles recortes que deberán prolongarse en el tiempo por una deuda fuera de control y sin contraprestación en los ingresos fiscales, por mucho que suban los impuestos.
Dieciocho años, 18, han pasado desde que Joan Lerma perdiera las elecciones en 1995 y hoy -Asunción, Romero, Pla y Alarte de por medio- todavía se encuentra su alter ego Joaquim Puig, líder del partido, intentando organizar un grupo de 'cerebros' que le ayuden a redactar el enésimo programa económico del partido con el que enfrentarse a la apisonadora popular.
Un empeño útil y positivo si no fuera porque A, ya ha descarrilado al menos una vez (llamó a Ana Botella para que coordinase el grupo, pero por diversos motivos seguramente inconfesables permitió que tirase la toalla); B, los ‘cerebros' que se han acercado actúan prácticamente de forma clandestina y descoordinada bien porque no se acaban de fiar de la actual dirección (Andrés García Reche), porque no creen en la utilidad de su esfuerzo, "pero algo hay que hacer" e incluso porque consideren que no favorece a su elitista y puede que anacrónica reputación académica aparecer ‘implicados' con este PSOE (Aurelio Martínez, Jordi Palafox, Andrés Pedreño...).
Y C, honra a Puig su intento sincero de recuperar algunas de las mentes mejor amuebladas del partido -los anteriormente citados, junto con el joven profesor de la UJI Manuel Illueca-, pero es obvio que en esta segunda década del siglo XXI son necesarios igualmente talentos actualizados que añadan su conocimiento y vivencias del nuevo siglo a los de los viejos profesores. La política del 'más de lo mismo' nunca ha funcionado, pero es la que más se practica en esa casa.
El prestigio y sabiduría teórica de los profesores es incuestionable, pero también lo es que a duras penas cuentan con experiencia en otro ámbito de actividad profesional que no sea el de la esfera pública enchufada al presupuesto público. Aunque ahora las cosas están lentamente cambiando, por la fuerza de la crisis-, la universidad y las empresas públicas en España componen un mundo aparte escasamente relacionado con el mundo económico real: con el día a día de las pymes, con el de los ERE, los contratos basura, las deudas, los impagos, la pesada carga fiscal...
Ha pasado un año desde que Puig anunciara su intención de conformar una especie de comité de sabios, entre los que se incluía exministros como Jordi Sevilla y Javier Gómez-Navarro para asesorar al PSPV en materia económica. La iniciativa nunca se plasmó aunque ahora, se afirma desde Blanquerías, existe la intención de relanzarla aprovechando la conferencia del PSOE sobre crecimiento y empleo que se celebrará en Valencia el próximo 9 de marzo (es volver a empezar un camino ya mil veces iniciado, pero ya decía el poeta que se hace camino al andar...)
No sería mala idea que Puig rebuscase igualmente ideas y argumentos también en nichos diferentes a los tradicionales. Por ejemplo, entre las últimeas generaciones de jóvenes profesionales -treintañeros- formados en las nuevas escuelas de negocio, algunas con prestigio internacional de primer orden, y entre pequeños y grandes empresarios que le sepan trasladar con nitidez las necesidades de la economía real de los empleados y empleadores de este nuevo siglo.
Existe en la Comunidad Valenciana una extensa y excelente nómina de profesionales universitarios que se desenvuelven con ingentes dosis de ilusión, creatividad, capacidad de innovación y ganas de trabar en el lado privado de la vida que con toda seguridad estarían dispuestos a aportar ideas y horas de trabajo a un partido con voluntad de gobierno que supiera ‘conectar' a ellos.
Se trata de jóvenes directivos, líderes sociales, prescriptores de opinión pública, empresarios con recorrido que serán los protagonistas de la sociedad no del futuro, sino de la de pasado mañana. Unas incubadoras sociales que la endogamia del partido socialista y en general de la oposición han cedido gratuitamente al PP para su gestión, quien se garantiza de ese modo importantes resortes de cercanía... y de voto.
Es vital para Valencia y la Comunidad Valenciana que se produzca una alternancia en la gobernanza del país. De la oposición se esperan ideas y programas para lograrlo, así como proximidad hacia la calle, pero no solo para manifestarse -su monotema favorito- sino para conocerla. Para ello solo necesita voluntad de hacerlo, autocrítica y transparencia en una organización liberada de sectarismos. Tres virtudes difícilmente detectables en el actual arco parlamentario.
Los profesores de Universidad que menciona, algunos de ellos escriben y aportan ideas de lo más brillantes que se puede leer por estos lares. Pero también estaban en la cabina de mando cuando se tomaron muchas decisiones que todavía sufrimos. Aquellos barros trajeron estos lodos. Sus Consells aprobaron la Ley urbanística que todo lo contaminó; la creación de una RTVV como elemento propagandístico y no un servicio público; la trituración de la función pública y la reducción de los controles sobre los fondos púbicos; la creación de esa aberración jurídico-financiera que es el Instituto de Finanzas; pactaron la reforma de la Ley de Cajas de ahorros que suponía regalarlas a los amigos…Es verdad que probablemente nunca imaginaron los excesos que vinieron después, pero también es verdad que si ellos no hubiera agrietado los muros del Estado de Derecho, sus sucesores (y de hecho socios), hubieran tenido mucho más difícil el secuestro del Estado. Es necesario un sistema electoral que permita que los mejores y más honrados nos gobiernen, o al menos que dificulte que los más corruptos nos gobiernen en su exclusivo beneficio.
Desde luego que no darles el protagonismo que "deben tener" a profesionales de la talla de García Reche, Aurelio Martinez, Illueca etc. es lo que hace que los directivos que Ud. nombra en el artículo, no quieran tampoco acercarse al sector público, que para profesionales del sector privado no suele compensar ni económicamente, ni por la mayor inseguridad laboral que conlleva, por lo que para dar "ese salto" solo se hace, si existe "por arriba" gente de prestigio con proyectos concretos y realistas que ilusionen. Porque de no ser así, ya lo dice el refrán “virgencita, que me quede como estoy”
No va a bastar con "alternar" la gobernanza, las reformas han de ser mucho más profundas que una simple permuta de asientos parlamentarios en las Cortes Valecianas. Y como el movimiento se demuestra andando, PSPV-PSOE y Esquerra Unida, por separado o en tripartito con Compromís, son, a fecha de hoy, más de lo mismo: depresión económica, degración moral, corrupción y derroche.
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