VALENCIA. Una de las teorías más controvertidas en la historia de la Geografía es la del determinismo geográfico, enunciada por Friedrich Ratzel hace dos siglos. La teoría viene a decir que la evolución de las sociedades depende de las condiciones físicas del territorio en el que viven: su relieve, el calor o frío que hace, etc. El tiempo y la evolución, que todo lo destila, ha refutado la teoría hasta reducirla a lo absurdo.
Para viajar ocurre algo parecido. El sofoco urbano no es óbice para disfrutar o conocer la ciudad. Tan sólo se trata de trazar el plan adecuado. Como esta ruta de carácter urgente y romántico con la que vivir plácidamente un día de sofoco en Madrid.
- Paso 1. Café del Jardín: Ocultarse del mundo sin apartarse de él no es una tarea sencilla. El Café del Jardín, en Malasaña, y en el interior del Museo del Romanticismo, es una de las escasas opciones que permite camuflarse en un rincón estando en el centro de todo. Se trata de un lugar con aires de idealismo que no cae en lo estúpido.
Segmentado en dos divisiones: un breve jardín fresco y perenne, con sombras, magnolio y fuente; y un salón afrancesado, muy del XIX, dedicadamente tranquilo. Ya sea en el jardín o en el salón, ingerir su surtido de bollería o sus tartas caseras (atención a la de queso y a la de zanahoria) ayuda a la reconciliación.
Carolina Barceló y Mingo Llull, ajenos a la restauración, fueron los encargados de girar el rumbo del lugar e inyectarle romanticismo. Los precios ayudan a amar. Desayunar cuesta 2,5 euros.
Aunque se puede llegar al café sin acceder al Museo del Romanticismo, no se debe. El museo es una de las atracciones madrileñas menos visitadas por aborígenes y extranjeros. Y en consecuencia, una de las más recomendables. Creado en 1921, enterrado en 2000, resucitado en 2009.
Dirigido por Rafael Alberti en 1936. Se trata de un reguero de obras del romanticismo del XIX, del que Mariano José de Larra era máximo difusor en el país. Distribuidas en 26 salas. Como un recorrido de la mano de Gustavo Adolfo Bécquer. En una de las salas se expone la pistola con la que Larra, a los veintisiete años, aniquiló su vida.
→ Info: Café del Jardín, en el Museo del Romanticismo. Teléfono: 654 64 59 04. Abierto de martes a domingo de 09:30 a 18:30. Web: http://cafedeljardin.com Facebook: http://www.facebook.com/elcafedeljardin
→ Info: Museo del Romanticismo. Calle San Mateo 13, Madrid. Metro Tribunal (L1 y L10). Teléfono: 914 481 045. Web: http://museoromanticismo.mcu.es. Abierto martes a sábado de 09:30 a 20:30. Precio 3 euros, aunque los sábados a partir de las 14:00 es gratis.
- Paso 2. Museo Cerralbo: Es el hogar de Enrique de Aguilera y Gamboa, que fue Marqués de Cerralbo en la segunda mitad del XIX y principios del XX. Aristócrata, carlista, y uno de los arqueólogos y paleontólogos más renombrados de entonces. Con veintiséis años se casó con la madre viuda de su mejor amigo. Establecieron su hábitat familiar en este lugar, calle Ventura Rodríguez, 17, a pasos de la Plaza de España.
El marqués padecía un acusado síndrome de Diógenes, que en su versión aristócrata se llama coleccionismo. Coleccionó objetos fechados desde el siglo XVI al XIX. Obras de Van Dyck, Tintoretto, Zurbarán, Ribera, El Greco. Pipas para fumar opio, insólitos instrumentos musicales, piezas exóticas distribuidas a través de sus conmovedores salones. El paseo por la casa Cerralbo supone contemplar desde dentro el fenomenal universo privado de un aristócrata que, además de casarse con la madre viuda de su mejor amigo, amasó una de las mejores colecciones de la época.
La visita es un refresco idóneo para mañanas o tardes ardientes.
→ Info: Museo Cerralbo. Calle Ventura Rodríguez 17, Madrid. Ventura Rodríguez (L3), Plaza de España (L3 y L10). Teléfono 915 47 36 46. Web: http://museocerralbo.mcu.es/. Abierto de martes a sábado de 09:30 a 15:00, jueves de 17:00 a 20:00 horas y domingos y festivos de 10:00 a 15:00 horas. Precio de 3 euros, aunque los jueves por la tarde, los domingos y los sábados a partir de las 14:00, es gratis.
- Paso 3. Cafetería de El Corte Inglés de Callao: Última planta de El Corte Inglés de Callao. No parece un lugar muy propio para el deleite. Pero sus vistas son un condicionante que lo cambia todo. Punto perfecto para ver Madrid desde arriba. En horas tranquilas conviene acercarse para visualizar cara a cara el edificio Schweppes, la Gran Vía, y un Madrid amansado. Su clientela habitual es una síntesis de España.
Tres pasos, de Malasaña a Callao, con los que rebatir el determinismo climático.
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