MADRID. Cuando pasen los años y se estudie en las escuelas de negocio o en las facultades de política -si logran sobrevivir a tanto recorte-, los procesos de negociación que los distintos organismos europeos llevaron a cabo en 2011 y 2012 para tratar de resolver la crisis de la Eurozona, necesitarán docentes de altas capacidades pedagógicas para poder explicarlos.
Y sin ninguna duda, los alumnos pensarán que en aquellos año pretéritos la humanidad -o quizás sean benévolos y lo limiten a los políticos europeos-, se encontraba en un nivel bajo de evolución y no habían desarrollado esa parte de la inteligencia tanto cognitiva como emocional que lleva a la empatía y a la resolución de conflictos de manera eficiente.
En realidad hoy en día los inversores que mueven los mercados todavía se quedan perplejos y miran a su alrededor con desconfianza cuando se dan a conocer los resultados de las cada vez más frecuentes cumbres de dirigentes europeos.
DEMASIADOS FLECOS
El Ecofin -formado por los ministros de Finanzas europeos- y la Comisión Europea -supuestamente el brazo ejecutivo de Europa- acaban de hacer público un acuerdo sobre las ayudas al sector bancario español, con tal cantidad de flecos pendientes de fijar que no logra el objetivo deseado de elevar la confianza, a pesar de que la dirección elegida sea la correcta.
Lo positivo ha sido el alargamiento del periodo fijado a España para alcanzar el objetivo del déficit del 3% un año más. Esta medida no ha tenido efecto en los mercados porque estaba ya descontada. Desde que Hollande ganó las elecciones en Francia, los equilibrios de fuerza de la política europea han variado su eje.
FALTA DE CRECIMIENTO SÍ, DEFICIT PÚBLICO NO
Y, además, la presión exterior han llevado a que las políticas de reducción de déficit -estrictas y de obligado cumplimiento para todos los países sin tener en cuenta sus casos particulares- se relajen y por fin se reconozca por casi todos que España no tiene un problema de déficit público -tal y como reconoció el propio ministro alemán de Finanzas Wolfgang Schauble- sino de falta de crecimiento y por ello carece de sentido obligar a nuestro país a cumplir un recorte de gastos tan extremo.
Lo menos tranquilizador es lo sinuoso del proceso acordado para dotar los fondos necesarios para el rescate de los bancos españoles con problemas de capital.
INCREMENTO DE LA DEUDA
Como sabemos, el Gobierno español con la ayuda de otros países como Italia ha estado tratando de que esta ayuda se realice directamente desde los fondos de estabilidad a la banca, sin que pase por las cuentas públicas de nuestro país para evitar un incremento tanto de la carga de deuda pública como de los déficit presupuestarios.
En un principio todo indicaba que se había conseguido pero con la 'ayuda' de Finlandia, Holanda y Alemania en la sombra donde se dijo digo ahora se dice Diego.
El caso es que para que esto sea así estos países requieren la creación de un organismo de supervisión bancario, una entidad que será el BCE y que sea la que coordine, vigile y regule la actividad bancaria en Europa. Esto también es un paso en el camino correcto, el de la unidad bancaria, el problema es que la previsión es que este organismo no estará listo para su uso hasta dentro de un año.
UN AÑO ES UNA ETERNIDAD
La lentitud de las instituciones europeas siempre ha sido una de sus características y no es solo de ahora. Los mercados no se caracterizan por su paciencia y en las circunstancias actuales un año es una eternidad.
¿Qué se hace entonces? Se llega a un acuerdo algo chapucero, mientras los fondos que España vaya utilizando -de los que 30.000 millones de euros se van a adelantar ya- sean prestados al Estado español.
FALTA DE ACUERDO
De este modo engordará su nivel de deuda y que cuando exista un supervisor bancario europeo retroactivamente se detraerán estas cantidades de las cuentas públicas y se convertirán en deuda de los bancos con el Mecanismo de Estabilidad Europeo.
Nadie ha pensado o al menos a nadie le ha preocupado que el bono español a 10 años esté al 7% precisamente por la falta de concreción en temas como éste y porque tampoco se ponen de acuerdo en la utilización de los fondos de estabilidad para la compra de deuda pública de países con problemas.
DESCONFIANZA TOTAL
Si existe ya el compromiso de llegar a una verdadera unión bancaria y de crear un organismo común supervisor ¿por qué no han aplicado ya la norma de que los fondos de rescate se concedan directamente a los bancos? ¿De quién no se fían? Me temo que no se fían de ellos mismos y evidentemente los inversores es lo primero que notan porque la falta de confianza la huelen a distancia.
Hemos visto una ligera mejoría de la prima de riesgo y un leve repunte del euro, pero mientras se sigan entregando acuerdos apoyados en compromisos de última hora y cogidos con palillos difícilmente asistiremos a recuperaciones consistentes.
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Miguel Ángel Rodríguez es analista XTB
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