Las instituciones financieras han encontrado en los mercados durante las últimas décadas la libertad para actuar de forma acelerada y ventajosa sobre la dinámica de la economía productiva real, sin que la supervisión pública tuviese un impacto importante
Aunque no hay duda de que esto ha beneficiado la economía real y, en consecuencia, ha contribuido a elevar el nivel de vida de muchas personas, la búsqueda de la maximización del beneficio ha generado un marco financiero especulativo tan importante que, al final, ha acabado por romper los vínculos entre la economía productiva real y los mercados financieros.
Como consecuencia de este dinamismo, el crecimiento y la expansión de los mercados financieros han sido espectaculares, en muchas ocasiones sin conocer realmente los instrumentos en que se estaba invirtiendo, ni los mecanismos sobre los que se estaba generando la inversión pública y privada. Todo ello se ha mantenido hasta que la burbuja de la expansión financiera se ha pinchado y la crisis financiera, que ha afectado de pleno a los mercados financieros, ha venido a cuestionar muchas de las normas, autorregulaciones y mecanismos que han aparecido en las últimas décadas en la economía financiera globalizada.
Actualmente, nos encontramos ante una recesión económica global, sin precedentes en la historia de los siglos XX y XXI. Una crisis financiera, que además, viene acompañada de una crisis social, medioambiental y también de valores éticos y morales que afecta a los mercados de financieros y al conjunto de la economía.
Este desfavorable contexto económico, con repercusiones aún desconocidas, ha venido a coincidir en el tiempo con una Inversión Socialmente Responsable (en adelante ISR) que se encuentra en su momento más álgido a nivel internacional. A este respecto, hay que pensar que es la primera vez, desde la aparición de la ISR en la década de 1960, que los mercados financieros han sufrido una crisis financiera de semejante calado. Por tanto, es también la primera vez que los inversores y gestores de esta tipología de inversión se enfrentan a esta situación, especialmente en nuestro país, donde la ISR es todavía muy joven y no está suficientemente consolidada.
En este sentido, cabe subrayar que el mercado de la ISR en España va evolucionando, pero muy lentamente. A lo largo del 2008 se ha observado un dato positivo, puesto que se ha producido un incremento del 8,2% respecto al número de fondos ISR comercializados en España en el año anterior, una cifra favorable, teniendo en cuenta que nos encontramos en un contexto de crisis financiera internacional. En este sentido, cabe decir que la ISR ha sufrido con relativa intensidad el impacto de la crisis financiera, pero está resistiendo la situación, o al menos, no ha quedado más afectada que los restantes instrumentos de inversión del mercado, y esa es una noticia favorable.
De hecho, la ISR en España, con un patrimonio gestionado de 729 millones de euros a finales del 2008 afronta mejor la crisis que el resto de las inversiones, puesto que atendiendo a los datos del patrimonio de los fondos de inversión mobiliaria en España, según datos de Inverco, entre los años 2007 y 2008 la caída porcentual ha sido del 29,8%, mientras que la disminución del patrimonio de los fondos con criterios ISR en España fue del 20,6%, por lo que el impacto negativo de la crisis en el patrimonio ISR fue menor.
En algunas ocasiones se ha dicho que la ISR podía ser la solución a la crisis, pero la respuesta es que no lo es. La ISR sigue siendo una opción minoritaria de los inversores responsables en los mercados financieros y, por tanto, no es una solución global. No obstante, sí que se puede afirmar que las medidas que se están proponiendo para salir de la crisis tienen que ver con factores que están integrados en la concepción de la ISR.
Sobre todo, tienen mucho que ver con las estrategias de inversión que permitan integrar criterios de análisis basados en la sostenibilidad de las empresas, en medidas estrictas de rendición de cuentas y en marcos regulados de transparencia empresarial, en el análisis de los impactos sociales y medioambientales y también en, adoptar estructuras responsables de gobierno corporativo y de supervisión independiente y externa.
En definitiva, la ISR implica una estrategia que ayuda a ver el sistema financiero más allá de los objetivos de la maximización de los beneficios económicos y busca el equilibrio entre la rentabilidad, la sostenibilidad y la transparencia de los mercados. Por todo ello, la ISR saldrá reforzada de la crisis, porque forma parte de su solución.
Mª Rosario Balaguer Franch es profesora del Departamento de Finanzas y Contabilidad de la Universitat Jaume I, investigadora del Instituto de Innovación Social de Esade, co-autora del Observatorio 2009 de la Inversión Socialmente Responsable; su tesis doctoral, La Inversión Socialmente Responsable: Tres Ensayos, fue galardonada con el accésit del III Premio MSD-Forética 2007 para la Investigación en la Ética Empresarial
muy buen escrito si señor
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