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Los mercados siguen desconfiando del sistema financiero español

CARLOS DÍAZ GÜELL (*). 24/04/2012 "Cinco años después de que se iniciara la crisis que tiene atenazada a la economía española, la desconfianza sobre el sistema financiero español sigue presionando con fuerza a la baja pese a que..."

MADRID. No ha pasado desapercibido para el pelotón de analistas internacionales dedicados al seguimiento de la economía española las palabras del director general de Regulación de Banco de España, Roldán, en la City londinense, reconociendo que la reforma financiera no está siendo suficiente para restaurar la confianza y que podía ser necesario plantear una nueva fórmula para distinguir los activos tóxicos de los sanos.

Cinco años después de que se iniciara la crisis que tiene atenazada a la economía española, la desconfianza sobre el sistema financiero español sigue presionando con fuerza a la baja pese a que las entidades de crédito españolas están en vías de destinar a realizar saneamientos el equivalente al 15% del PIB como consecuencia del deterioro de sus activos.

Con todo y eso, las dudas y la desconfianza sobre el sistema financiero español siguen marcando el paso e influyendo poderosamente sobre el devenir de la economía, a la vez que dan pábulo a todo tipo de "soluciones", desmentidas con vehemencia por el ministro de Guindos. que van desde la recuperación de la vieja idea de crear un banco malo para activos tóxicos relacionado con el sector inmobiliario, hasta la necesidad de recapitalizar el sector financiero español con dinero público, que podría provenir de Europa. Todo sea por restablecer la confianza de los inversores sobre la banca española.

Aunque el sistema financiero español es uno de los pocos -por no decir el único- de la Eurozona que se está sometiendo a una reestructuración histórica de proporciones desconocidas en occidente, lo cierto es que muchos observadores internacionales consideran que la lentitud del proceso no ayuda a generar confianza, a lo que unen una dudosa transparencia en las cuentas de algunas entidades, el reducido descenso experimentado por lo precios de la vivienda en España -un 15 % frente al 30 % en USA- o las dudas sobre la capacidad del gobierno para controlar el déficit de las autonomías o la vacilación del ejecutivo sobre la consolidación fiscal.

De poco vale que entidades como Caixabank presenten unos resultados reseñables, al término del primer trimestre, que demuestran la capacidad para realizar las provisiones exigidas sin entrar en pérdidas; haber alcanzado el nivel de core capital demandado por la autoridad bancaria europea o demostrar la gran capacidad de recuperación que tiene.

Hoy por hoy, nada parece suficiente para aplacar el nivel de desconfianza de los mercados, cuyo horizonte es mucho más amplio y que tiene su razón de ser en retos que todavía no han dado los resultados esperados y que tienen que ver con una todavía elevada concentración de riesgos en el sector inmobiliario; con un volumen también alto de activos problemáticos; con un cuantioso volumen de vencimiento de deuda en los próximos años, en un contexto de creciente dificultad para acceder a la financiación en los mercados mayoristas; con una todavía excesiva de capacidad instalada; con el profundo e incompleto proceso de reestructuración de las cajas de ahorros; con tasas de crecimiento negativas del crédito bancario; con necesidades de recapitalización de demasiadas entidades para dar respuesta creíble a las recientes exigencias de la Autoridad Bancaria Europea; con un el contexto de crisis de la deuda soberana, y con un entorno macroeconómico incierto, caracterizado por la debilidad del crecimiento de la economía española.

De todo ello y de mucho más, es consciente el equipo económico del gobierno con el ministro De Guindos a la cabeza y así se lo han dejado ver en Bruselas cuantas veces ha aparecido por allí: ganar confianza pasa por seguir reduciendo la elevada exposición de la banca española al sector inmobiliario; despejar incertidumbres sobre el cuadro macroeconómico, cuyo máximo exponente es un aumento previsible de la tasa paro hasta niveles cercanos al 25%; normalizar el elevado endeudamiento de nuestra economía y reducir la elevada dependencia de la banca española de la financiación mayorista. Demasiadas exigencias para un país en un estado de debilidad económica más que preocupante.

El sector financiero conoce, como lo conoce De Guindos, el Banco de España, el Banco Central Europeo y medio Bruselas, la receta para poner fin a esa desconfianza que no cesa. Es cuestión de calendario y de disposición de algunos actores para implementarla.

Los analistas valoran y esperan los avances que se están produciendo en el sector financiero, aunque no parecen ser suficientes.

Un rápido repaso a la lista de asuntos calientes, permite aquilatar la dimensión del problema y los pasos a dar para su solución:

• Acelerar el proceso de reestructuración en curso para materializar cuanto antes las ventajas asociadas a la explotación de las economías de escala de los procesos de fusión. Hay margen de maniobra para nuevas fusiones que permitirían aflorar reservas y utilizarlas para sanear activos.

• Reducir todavía más la capacidad instalada, cerrando más oficinas, aligerando plantillas y eliminando servicios centrales. Reducir la estructura y el número de órganos de gobierno de las cajas de ahorros involucradas en proceso de fusión, daría credibilidad.

• Profundizas en las medidas comunitarias tendentes a superar las dificultades en el acceso a la financiación a largo plazo en los mercados mayoristas, que afecta, no solo a las entidades bancarias españolas, sino a la de otros muchos países.

• El actual nivel de transparencia informativa, no es suficiente. Los analistas exigen que los problemas están acotados y afectan a un reducido número de entidades, para evitar que se confunda el todo por la parte.

• Convencer de una vez por todas que las provisiones existentes son suficientes para afrontar las pérdidas supuestamente no reconocidas en el sector inmobiliario.

• Mejorar la gobernanza de las entidades financieras, especialmente tras las fusiones producidas, ya que todo parece seguir igual habiéndose incorporado a la entidad resultante los cienes y cienes de miembros de los órganos de gobierno de las Cajas.

• Mejorar la supervisión del Banco de España de las entidades financieras, sobre cuya actuación pasada recaen demasiadas sospechas.

• En el caso de las cajas de ahorros, en comparación con los bancos, los analistas consideran que están teniendo más dificultades para mantener la rentabilidad, ya que en el actual contexto en el que crece el coste del riesgo, las cajas de ahorros están mostrando mayores dificultades para gestionar sus ingresos, tanto los tradicionales de intermediación, como los otros productos ordinarios. La reducción de costes y la mejora de la eficiencia han de ser clave, pero también una reestructuración de los modelos de negocio que permitan recuperar la captación de ingresos.
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(*) Carlos Díaz Güell es periodista y autor del blog 'Tendencias del dinero' 

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