MADRID. Las masivas inyecciones de liquidez aportadas por el Banco Central Europeo (BCE) han permitido eludir eficazmente el riesgo de un 'momento Lehman' europeo. Así, el sector bancario tiene garantizada la mayor parte de sus necesidades de refinanciación hasta 2014.
Pero estas famosas LTRO apenas afectan a las perspectivas económicas europeas. Al meter a Italia, España o Irlanda en el mismo saco de incapacidad gubernamental crónica en el que con todo merecimiento se encuentra Grecia, la Comisión Europea y el FMI siguen recetando a estos países medidas radicales de austeridad.
Ahora bien antes de que comenzara la crisis, el endeudamiento de los países del sur de Europa tendía a la baja y no sobrepasaba de media el 75% del PIB. España e Irlanda tenían excedentes presupuestarios, e incluso la propia Italia generaba un amplio excedente presupuestario primario. Por consiguiente, en estos países resulta más necesario aumentar el grado de competitividad, la flexibilidad del mercado de trabajo y el crecimiento que recortar violentamente el gasto.
Al mismo tiempo, el sector bancario sigue siendo muy temeroso -la tasa de reservas de capital aparcadas en el Banco Central ha aumentado un 50% en un año- y el euro sigue estando demasiado caro.
Por tanto, aunque el BCE ha evitado la muerte súbita de la Eurozona, persiste la perspectiva de una larga recesión, agravada por el autodestructivo ayuno presupuestario que se ha impuesto esta región convaleciente.
Paradójicamente es en los países en los que las previsiones de crecimiento son claramente más positivas que en Europa donde la iniciativa del BCE mejora las perspectivas: el riesgo de que sus tendencias favorables se vean frenadas por un accidente financiero en la zona del euro queda, a partir de ahora, descartado.
Resumiendo: Barack Obama y Wen Jiabao, ambos en su último año de mandato, pueden estar agradecidos a Mario Draghi.
(*) Didier Saint-Georges es miembro del comité de inversión de Carmignac Gestion
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