MADRID. En 2011, el PIB creció España un 0,7%; el consumo privado ni subió ni bajó; las ventas de automóviles cayeron un 17,7 %; la tasa de desempleo alcanzó el 22,85% y la demanda nacional descendió un 1,2%. Ese mismo año, Mercadona lograba incrementar su facturación un 8%, sus inversiones superaron los 540 millones de euros y su beneficio neto fue de 474 millones de euros, después de pagar impuestos y de repartir 223 millones de euros en concepto de prima por objetivos entre el conjunto de sus trabajadores.
Juan Roig, su presidente, era el encargado de presentar tan reseñables resultados y de dar a los medios de comunicación la carnaza necesaria cuando no tuvo inconveniente en mostrar su acuerdo con la reforma laboral, en reclamar la cultura del esfuerzo que se refleja en los bazares chinos, en denunciar la gravedad del absentismo en España, en enfatizar que las subvenciones son un cáncer, en reclamar medidas disuasorias en sanidad, educación y justicia o en mostrar su desacuerdo con los recortes.
Trabajador, constante, exigente y hombre que todos los días se lo cuestiona todo, Juan Roig desgranaba su ideario y daba las claves de cómo se gestiona una empresa en tiempos de profunda crisis.
Los datos apabullan y según estos, la "cadena de valor" del entorno Mercadona, de su actividad directa y del negocio indirecto que genera, supera los 400.000 puestos de trabajo, lo que aproximadamente representa el 2% de la población que trabaja en España. Pero además, en un año que se ha caracterizado por la destrucción de empleo, la empresa valenciana ha conseguido crear 6.500 nuevos puestos de trabajo, hasta elevar el total de su plantilla a 70.000 personas, todas ellas con contrato indefinido.
Mercadona ha obtenido los mejores resultados de sus 30 años de historia, ha reforzado su liderazgo en su sector y ha conseguido sorprender anunciando la creación de 2.000 puestos de trabajo y unas inversiones cercanas a los 600 millones de euros a lo largo del presente año. Ha logrado sorprender a extraños, que no a propios, puesto que los resultados obtenidos han clavado sus previsiones anunciadas hace un año.
¿Dónde está la varita mágica? Según Juan Roig, todo es tan "sencillo" como disponer de un modelo empresarial y ceñirse a él milimétricamente.
Él lo sabe de sobra, pues no le duelen prendas al reconocer que en 2008 se habían "amuermado" y que por eso precisamente los clientes les estaban abandonando. Tal "infidelidad" le llevó a pegar un "volantazo" para, paradojas del destino, regresar a sus cuarteles de invierno: "Zapatero, a tus zapatos", que dice Roig habitualmente. Así, retomó la estrategia comercial que decidió implantar nada menos que en 1993: SPB (Siempre Precios Bajos), y lanzó un mensaje que desconcertó al sector de la alimentación y distribución: surtido racional y solo productos y marcas que verdaderamente aporten valor a los clientes.
La apuesta fue tan arriesgada que en 2009 los beneficios de Mercadona cayeron un 16%, si bien es cierto que menos de lo que él había previsto. Ahora, esta decisión, y fundamentalmente los resultados actuales, le sirven para hablar de la necesidad de tomar medidas "impopulares y molestas", para proclamar a los cuatro vientos su Cultura del Esfuerzo y del Trabajo y para lanzar una memoria de empresa con una portada desconcertante, pero efectiva: un espejo en el que se refleja la propia imagen y en donde se puede leer que "el éxito depende de mí".
Nuevamente será el tiempo quien le dé o le quite la razón. Entretanto, no cabe duda de que el presidente de Mercadona es un empresario al que, al menos por sus hechos, cabe tener en cuenta y seguir de cerca, tan al milímetro como él desgrana sus resultados: "En 2011 hemos facturado 17.831 millones de euros, y doy la cifra exacta porque mi comité de dirección me dice, y tiene razón, que ese último millón nos ha costado muchísimo venderlo".
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