VALENCIA. Las ideas del sabio valenciano Luis Vives siguen de plena actualidad más 500 años después de su nacimiento. No solo por dar nombre a un instituto, también identificó el eclecticismo multidisciplinar y la humildad como fuente primordial de la innovación: "El humanista relacionará unos estudios con otros, pues todos ellos tienen entre sí alguna coherencia y parentesco. Muchos habrían podido llegar a la sabiduría si no se hubiesen creído ya suficientemente sabios".
De esta manera, mezclando unas cosas con otras, nació Silicon Valley en el garaje de la casa de Dave Packard en Palo Alto (California), donde junto con su compañero de clase de Stanford, Bill Hewlett desarrollaron el primer oscilador acústico de HP. La mística romántica del garaje sigue con otras empresas innovadoras como Microsoft, Apple, Google y Facebook, que encontraron un ecosistema perfecto (universidades, empresas, gobiernos, bancos) para que germinaran sus ideas.
La innovación asociada al progreso tecnológico es una condición necesaria para el crecimiento económico, y consecuentemente empleo, a largo plazo. Sin nuevas ideas que nos hagan aprovechar mejor los recursos existentes, nos estancaríamos irremediablemente. Desde la invención de la azada, el hombre ha innovado continuamente para satisfacer unas necesidades, que lejos de disminuir aumentan con el tiempo.
Por ello, si tenemos suerte, el emprendedor conseguirá producir algo que queremos comprar y con ello nos enriqueceremos todos, incluso sus empleados. Si falla, gracias a una de las mayores invenciones de la humanidad, la responsabilidad limitada, podrá dedicarse a otra cosa sin comprometer su patrimonio o libertad.
Sin embargo, no se puede disociar la capacidad de inventiva del entorno. Valencia no es California, por mucho que tengamos un clima parecido y cultivemos naranjas. El grado de sofisticación tecnológica y la competencia global hacen sumamente complicada una innovación con impacto global en nuestro entorno. A las pocas pequeñas empresas innovadoras valencianas les cuesta atraer y retener el talento, la financiación y los clientes.
Las personas en las que delegamos (y pagamos) para que gestionen los asuntos de todos y de nadie, intentaron paliar esta sangría de ideas mediante distintas iniciativas, que ahora sucumben a la falta de recursos. Ahí están los esqueletos de las Ciudades de la Luz, del Transporte, de la Música, por no hablar del aniquilamiento de centros de investigación.
Pero no todos los males son atribuibles a la crisis y a los políticos: cuando había recursos en abundancia no se creaban en Valencia start-ups tecnológicas, se abrían inmobiliarias. A pesar del empeño institucional, la innovación clásica y fuerte no produce los efectos deseados al trasladarla directamente al ámbito mediterráneo. La fuente última de la innovación, el conocimiento, se encuentra en las personas y son científicos, empresarios e investigadores los que deciden en última instancia la dirección de sus esfuerzos.
La respuesta a la incógnita de la innovación valenciana se esconde de nuevo en la innovación débil de Vives: "Tan perjudicial es desdeñar las reglas como ceñirse a ellas con exceso". De bien poco nos sirve sustituir la diligencia de caballos por el AVE si no somos capaces de llegar puntuales. En todo caso, nos ayudará a llegar tarde más rápido. En cambio, Luis Vives nos propone recuperar "la diligencia en escuchar, el camino más breve hacia la ciencia". ¿Se imaginan cómo cambiarían las cosas aquí y ahora si todos fuéramos más dialogantes y diligentes, como nos propuso Luis Vives?
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(*) Jordi Paniagua es ingeniero de telecomunicaciones y economista, profesor de la Universidad Católica de Valencia
si lo que destina el gobierno central/autonomico a I+D en España es ridiculo...como queremos avanzar a nivel tecnologico? nos llaman la California del Maditerraneo....pero solo nos parecemos como bien dice Jordi en el clima y la playa.....un saludo Vte.
otro articulo mas,como nos tiene,acostumbrados,excelente profeson,siempre cargado de razon
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