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El verdadero debate, el de los Presupuestos

Por JOAQUÍN MARTÍN CUBAS (*). 17/07/2010

Hasta los presupuestos no asistiremos al verdadero debate del estado de la nación. Este de julio ha quedado diluido en medio de los calores estivales y las euforias patrias del deporte rey.

Lo que se tenía que decir ya estaba dicho: poco antes, en mayo y ante el empuje de la crisis y las presiones de los gobiernos amigos, Zapatero bajo a la arena, se enfundó el mono de faena y decidió emprender cambios fundamentales en las políticas desarrolladas hasta el momento por sus gobiernos (y los anteriores). El debate verdaderamente importante se produjo en ese momento y no en este mes de julio.

Quizá quepa hablar de otro debate, el sempiterno problema de la estructuración territorial de España con motivo de la reforma del Estatuto catalán y la consiguiente sentencia del Tribunal Constitucional. Pero también en este caso ya todos los actores habían dicho la suya, incluida manifestación reivindicativa de la identidad nacional (de una de las posibles o de varias, según cómo cada uno lo entienda).

El dato cierto es que la proximidad de las citas electorales impide a estas alturas un debate en profundidad e impone a los partidos las posiciones tácticas. No es extraño que ante este cúmulo de circunstancias el presidente del Gobierno haya desistido de anunciar ninguna nueva medida de calado. Como en términos populares se expresa, todo el pescado estaba vendido.

Y aún así, el debate tiene sus lecturas y posiblemente sus consecuencias. Las imágenes proyectadas ante la ciudadanía no son neutras y preanuncian los rumbos de la próxima temporada política.

Pienso en una oposición de derechas empujada a la inanidad por su débil liderazgo (nada es en balde). Rajoy ha quedado reducido a un busto que se reduce a pedir a Zapatero la dimisión de sus responsabilidades en una suerte de quítate tú para ponerme yo. Las prisas son malas consejeras: sin propuestas alternativas, tampoco ha apoyado las medidas necesarias en la actual coyuntura. ¿Cómo explicar ante los ciudadanos esta falta de apoyo a políticas que en buena parte hasta hace poco ha reivindicado y son comunes en todos los países europeos?

No parecen éstas buenas credenciales para afrontar la larga marcha hasta las próximas elecciones y -no hay que olvidar- que Cataluña es uno de los primeros escollos que tendrá que afrontar. Quedan dos años por delante hasta las próximas elecciones y la actual ventaja que le otorgan las encuestas puede ir menguando de aquí a entonces. Lo suyo puede convertirse en una carrera contrarreloj donde sólo pedalea el adversario.

Pienso también en una oposición de izquierdas que ha representado su papel -ideológico- pero que fía todo su futuro a una huelga general convocada por los sindicatos para el mes de septiembre. Puedo equivocarme pero no parece que los ciudadanos estén por la labor. La huelga de los funcionarios fue suficientemente expresiva del estado de ánimo reinante: frustración pero resignación cristiana. Y, cuidado, no se convierta la huelga en un boomerang para los sindicatos.

Y es que, en esa tesitura, entre una derecha que no se encuentra y una izquierda que se lanza a las barricadas, la figura de Zapatero de repente recupera la centralidad en el tablero político. No tendrá las adhesiones de antaño ni se verá acompañado del fervor popular, pero puede reivindicarse como el mal menor para el futuro de los españoles. Curiosos los meandros en los tiempos de la cosa pública. No es mal resultado éste -vean la recuperación que apuntan las encuestas- para el que hasta ayer mismo había pasado a ser considerado por muchos el peor presidente de la historia de la democracia en España.

Pero, sin duda, los que más provecho han sacado a este debate son los partidos nacionalistas. Hace pocos meses se hubieran dado con un canto en los dientes por encontrarse en la actual situación. La sentencia del Tribunal Constitucional les ha rearmado en sus planteamientos reivindicativos ante el poder central. La debilidad de Zapatero y de Rajoy les convierte de nuevo en la llave que puede abrir las puertas del palacio de la Moncloa. Pueden recuperar poder autonómico. Su único problema en el momento actual es anticipar quién será su futura pareja en el baile de la política nacional.

Vistas así las cosas, de aquí a las elecciones el debate de los próximos presupuestos se convierte en una de las últimas oportunidades de nuestros actores políticos en mover ficha de forma significativa de cara a la futura legislatura. Sin duda, éste será el verdadero debate de la nación. ¿Subirá Zapatero a la tribuna de oradores en el Congreso? ¿Y Rajoy? Habrá que estar atentos.

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(*) Joaquín Martín Cubas es profesor de Ciencia Política de la Universidad de Valencia

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1 comentario

moya escribió
12/08/2010 20:34

He leido tu aticulo. Creo que estas plenamente acertado.De todas formas , el partido socialista tiene que apretar en los proximos meses, si quiere convertirse en la alternativa que casi todos los valencianos deseamos.

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