MADRID. Grecia consiguió un acuerdo mayoritario por el que los sus acreedores aceptan dejar de pagar el 52,5% del valor nominal de los bonos que en su momento compraron. Con ello se libera el desembolso de los fondos del segundo rescate griego por parte de la Comisión Europea y FMI, aunque este último ha reducido significativamente el importe de su contribución.
Asimismo, el viernes pasado supimos que los CDS (seguros ante el impago de deuda) sobre la deuda soberana griega se activarán porque la agencia ISDA, que es la reguladora de este tipo de productos derivados, considera que se ha producido un 'evento de riesgo'. O lo que es lo mismo: una quiebra, condición necesaria para que estos derivados puedan ser utilizados. Hasta aquí todo también. Da la impresión de que podemos pasar página y volver a la normalidad, pero nada más lejos de la realidad. La tensión y la incertidumbre continúa.
Los nuevos bonos resultados del canje que Grecia ha realizado con sus acreedores -bonos con una vida de entre 10 y 20 años- comienzan a cotizarse en el mercado secundario y antes que en este en el conocido como mercado gris -el que aparece incluso antes de la emisión de los bonos- y su precio entre un 15 y un 20 % de su valor nominal, con rentabilidades de nuevo muy por encima de su cupón. Todo ello nos dice que los inversores siguen desconfiando de la capacidad de Grecia para hacer frente a sus futuros compromisos.
UN AGUJERO NEGRO
Con unas medidas de austeridad excesivas, caídas del PIB del 7% y sin la posibilidad de implementar su propia política monetaria ni fiscal, Grecia no saldrá del agujero negro en el que se encuentra y en el mercado ya se habla de la necesidad de otro plan de rescate. No solamente los participantes en el mercado son los que hablan de ello sino que algún político de la Eurozona también lo ha comentado.
Podemos afirmar casi con total seguridad que Alemania -y con ella Holanda y Finlandia- no van a estar por la labor de seguir pagando la quiebra griega con dinero de sus contribuyentes, por lo que el futuro de los helenos no parece estar dentro de la Eurozona.
Las elecciones del próximo mes en Grecia, tal y como ya he comentado en anteriores publicaciones, serán muy ilustrativas del sentimiento general de las gentes de este país.
Veremos cómo se harán campañas para salir del euro y como la rebeldía en contra de las medidas de austeridad irá in crescendo.
MIEDO AL CONTAGIO
El miedo al contagio va a estar cada vez más presente. De momento vemos como la rentabilidad de los bonos portugueses no cede y como el diferencial de tipos de interés de España con Italia ha ido empeorando en los últimos días, todo ello a pesar de la enorme cantidad de liquidez que hay en el mercado gracias a las operaciones del BCE.
La economía mundial se encuentra en un claro momento de desaceleración, con la excepción de la estadounidense cuyo ciclo suele diferir del resto.
China publicó el fin de semana un sorprendente déficit comercial que constata la falta de actividad en el mundo.
Esta situación no ayudará a la recuperación de los países europeos con problemas de crecimiento y paro, entre ellos el nuestro, y es por lo que la salida del túnel está todavía lejana.
Tendremos que seguir moviéndonos en la oscuridad y el euro seguirá cayendo contra el dólar hacia, al menos, los niveles mínimos de 1,26 unidades por cada 'billete verde'.
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* Miguel Ángel Rodríguez es analista de XTB
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