MADRID. El proceso se alarga y como preveíamos son muchos los pasos a dar para poder ver alguna claridad desde el pozo oscuro en que nos encontramos. Unos más que otros, evidentemente.
El domingo por la noche se aprobó por mayoría el plan de austeridad en el parlamento griego, después de que, días antes, presenciáramos declaraciones en contra de este acuerdo, llevadas a cabo por los mismos que lo habían acordado, presuntamente.
El mercado amaneció el lunes con cierta alegría, el euro se recuperó hasta la zona alta de 1.32, pero no es suficiente. De nuevo entramos en un compás de espera hasta hoy miércoles en que la comisión europea tendrá que dar el visto bueno a este acuerdo.
Surgen varios problemas en el camino. El primero es una partida de 325 millones de euros que al parecer, se deslizó entre las cuentas que los políticos griegos habían llevado a cabo para reducir sus gastos y que todavía tiene que ser aclaradas y justificadas.
Este no parece ser un gran escollo, pero sí que pudiera serlo la intención de algunos países, véase Alemania, de que los líderes políticos se comprometan por escrito a respetar estos acuerdos después de las más que probables elecciones que se realizarán en mayo en el país heleno.
Ahí podríamos ser testigos de nuevas discusiones y retrasos. Todo ello sin contar con la siempre presente posibilidad de que los países del centro de Europa, los ricos, vuelvan a intentar nombrar un supervisor de las finanzas griegas, algo que nunca va a ser aceptado por ningún gobierno de este país y que es rechazado también por un gran número de otros países de la UE. Pero a pesar de esta dificultad, hemos visto como Alemania ha insistido en ello como una condición más.
Y con ello de nuevo surgen las dudas sobre la voluntad política de la locomotora europea para mantener a Grecia dentro de la eurozona. En los últimos días hemos podido conocer como existen disensiones dentro del propio gobierno entre Merkel y el ministro de finanzas Schaubel acerca de lo que se le debe exigir al Gobierno heleno, una muestra más de que ni ellos mismos lo tienen tan claro.
A pesar de que por un lado no dejan de reconocer que una quiebra desordenada de Grecia o una salida de este país del euro supondría un varapalo de incalculables consecuencias para la UE, por otro parece que su subconsciente les traiciona y aprovechan la más mínima oportunidad para cerrarle las puertas al pródigo vecino del sur.
Por ello seguiremos con la incertidumbre durante un tiempo que puede llegar hasta principios del próximo mes y así lo están reflejando los mercados, que no se deciden a levantar vuelo.
RENTABILIDAD DE LOS BONOS
Las rentabilidades de los bonos de los países que anteriormente han estado en el punto de mira, España e Italia, han mejorado considerablemente gracias sobre todo a la inyección de liquidez del BCE. Falta que los inversores de fuera de la zona euro se animen y vuelvan a comprar nuestros bonos, esa será la señal definitiva. Aunque si es cierto que vemos algunos signos esperanzadores como son las emisiones de cédulas hipotecarias por bancos españoles que han sido decentemente suscritas. Esto es un buen resultado causado por las políticas del BCE.
Todo esto está bien, pero no nos olvidemos que una vez resuelto, cuando se resuelva, el grave asunto de la confiabilidad de nuestras finanzas, el siguiente paso para que este crédito sea sostenible tendrá que ir por el del crecimiento económico, por el de la creación de riqueza y con ella, la creación de empleo. Y con medidas de austeridad no se alcanza este objetivo.
Cuando lleguemos a este punto podremos valorar a los políticos europeos en cuanto a su visión de largo plazo. Con objetivos de déficit presupuestarios tan estrictos como el 4,4% de España (reducción de 4 puntos con respecto al del año pasado) difícilmente se va a estimular la economía y si las empresas españolas siguen descendiendo en su cuenta de resultados, no nos olvidemos que se acaba de publicar una reforma laboral por la que para despedir por causas objetivas con una indemnización de 20 días solo hacen falta dos trimestres en donde se produzcan descensos en ventas o resultados. ¿Va esto a crear empleo? Me parece que por sí solo no.
Así que como acabé hace un par de semanas, espero que la sensatez vuelva a visitar a los políticos de Europa porque de seguir así, que Dios nos pille confesados.
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* Miguel Ángel Rodríguez es analista de XTB
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