VALENCIA. Detallaba ayer el exconseller de Economía y Hacienda y exvicepresidente de la Generalitat, Vicente Rambla, en un artículo publicado en El País titulado ‘Un modelo nada modélico', los muchos elementos perniciosos que para la hacienda pública valenciana ha representado el actual modelo de financiación del Estado autonómico. No le falta razón a Rambla. El modelo financiero otorga inferiores recursos a los valencianos que a otros ciudadanos españoles por habitante y establece desequilibrios fiscales entre comunidades autónomas que perjudican a la valenciana. Estamos de acuerdo. Como recordaba Rambla, se introdujeron mejoras de ese modelo en 2001 (PP) y sobre todo en 2009 (PSOE), pero ninguna solucionó de forma definitiva la situación para la CV y el modelo sigue siendo negativo para los intereses valencianos sin que los sucesivos gobiernos de la Generalitat se muestren capaces de imponer en Madrid una reforma que aquilate la situación.
Sin embargo y una vez reconocido que la actual financiación autonómica resulta desfavorable para la Comunitat, cabe preguntarse e incluso responder sobre cómo han respondido los diferentes gobiernos de la Generalitat durante los últimos 20 años a ese modelo y qué acciones han iniciado para reformarlo. Desde el año 1991 hasta la fecha han gobernado el PSOE cuatro años la Generalitat y el PP los 16 restantes. Durante la etapa socialista no se recuerdan por parte del Consell presidido por Joan Lerma críticas ni objeciones oficiales al modelo establecido por el Gobierno de Felipe González. Con resignación monacal, los consellers de Economía de la época reconocían privadamente defectos que perjudicaban a Valencia pero se mantuvieron lejos de cualquier crítica, reivindicación o reclamación alguna hacia el Gobierno central, el de su partido. El ‘café para todos' se daba en tazas más grandes a unas comunidades que a otras.
A cambio de esta servidumbre fiscal y política, los gestores socialistas de la hacienda valenciana se cuidaron de mantener bajo control el equilibrio fiscal de la Generalitat, evitando el endeudamiento masivo y ejerciendo un control de inversiones públicas razonable. No destacaron por aquella época ni la deuda ni el déficit valencianos sobre los de otras autonomías. No obstante, en aquellos años se inició el desarrollo de infraestructuras públicas de todo signo, con la intensidad qjue permitían los recursos financieros. Aquella filosofía presupuestaria, tachada de ‘triste' por la oposición del PP de la época, conduciría a los socialistas a perder las elecciones de 1995, llegando el gobierno del Partido Popular de la mano de la burguesía y el empresariado valencianos. Llegaba el momento de la ‘alegría'.
La economía valenciana quería jugar en 1ª división. Para ello rresultaba imperioso romper los corsés que imponía la financiación del Estado y acudir al recurso de la deuda con la que financiar la expansión. Llegó la edad de oro del déficit público que los consellers de Hacienda compensaban con el recurso al endeudamiento (al día de hoy, el conseller José Manuel Vela aun intenta convencerse de que los ingresos procedentes del endeudamiento son ingresos 'regulares' con los que tapar el déficit). El nivel de endeudamiento de la Generalitat aumentó geométricamente a lo largo de aquellos años hasta el momento presente. El modelo de financiación seguía siendo deficiente, pero eso no fue obstáculo para que los sucesivos consejeros de economía de la Generalitat tensasen la cuerda del gasto y el endeudamiento en función de las estrategias políticas que les marcaban desde Presidencia.
Así, el primer conseller de Economía del PP, José Luis Olivas, hubo de renunciar a la fuente que austeramente había diseñado para reemplazar al proyecto de la Torre de las Comunicaciones heredado del Gobierno Lerma -iba a tener 400 metros de altura y superar la Torre Eiffel- y asumir los deseos megalómanos del nuevo presidente de la Generalitat de construir en su lugar una gran ópera diseñada por Calatrava donde se pudieran representar "cuatro óperas simultáneamente"... Aquello fue solo el principio. Seguirían numerosos proyectos emblematicos, algunos necesarios, otros inútiles, muchos sospechosos por sus sobrecostes y adjudicaciones, que se sumarían a la creación de empresas públicas sobredotadas (Ciegsa, Ciudad de la Luz, etc) que acabarían elevando la deuda y el déficit valencianos hasta la insostenible situación actual (los proyectos emblemáticos eran a Zaplana lo que los eventos a Camps: monumentos al despilfarro).
La errónea gestión de la deuda y el déficit durante estos últimos quince años, acompañada de la desigualdad del modelo de financiación autonómica son los dos factores que han conducido a la Generalitat Valenciana a la situación de total precariedad actual y a poner en peligro incluso su supervivencia como entidad autónoma.
Resulta penoso, por tanto, el afán de los exconsellers de Economía y Hacienda del PP (Rambla no ha sido el único) por cargar exclusivamente al modelo de financiación la responsabilidad de la situación actual de las arcas autonómicas sin realizar un mínimo de autocrítica y admitir públicamente que no pudieron, o no supieron, detener la espiral de la deuda. Ni Olivas, ni Rambla y ni mucho menos Gerardo Camps fueron capaces en ninguna ocasión de rechazar las presiones de los presidentes de la Generalitat -Zaplana y Camps- que les exigían la obtención de recursos financieros vía endeudamiento para financiar ensoñaciones faraónicas con las que perpetuarse en el poder a costa del erario público, es decir, del trabajo y los impuestos de los contribuyentes.
Realizando un esfuerzo de tolerancia, uno puede llegar a entender que políticos aun llenos de ambiciones profesionales como Rambla o Gerardo Camps, le resulte difícil, prácticamente imposible, admitir que fueron incapaces de renunciar a la gloria del poder para decir ‘no' a los excesos presidenciales. Pero esa es una elección que siempre tuvieron sobre la mesa y que otros muchos a lo largo de la vida y de la historia no dudaron en ejercer. Vale, no cualquiera es un héroe, pero al menos no intenten posteriormente justificar su evidente mal trabajo achacando las responsabilidades de sus acciones a terceros. Estaban ahí, sabían que no tenían recursos suficientes y debían saber que su obligación era ajustar el gasto a los ingresos, con las razonables variaciones establecidas para un déficit y una deuda asumibles. Era su obligación hacer frente al mal gobierno, pero optaron por salvar la piel, salir en las fotos y mantenerse en el cargo. Ahora no son procedentes excusas de mal pagador. El pasado pasado está, pero ellos fueron responsables de sus acciones.
Totalmente de acuerdo... Salvo algún matiz que yo concretaria con intención (como que la torre de comunicaciones de 400 m también era un proyecto de Calatrava... Cayeron todos en la trampa) me parece una brillante y más que apropiada reflexión para todos. Lástima que, como comenta, quien debió tomar nota y hacer su autocrítica se instaló en la táctica del "ventilador" y la huida hacia adelante. Gracias y un saludo.
No recuerdo quien dijo eso de: "Malos tiempos aquellos a los que a la mera honradez la llaman heroísmo".
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