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'Abarca y Devora' o el riesgo de la salud financiera de ahorradores e inversores

VÍCTOR ALVARGONZÁLEZ (*). 24/01/2012 "El asesor financiero independiente que quiera seguir en la profesión sólo tiene un camino: alinear sus intereses con los del cliente..."

VALENCIA. España es probablemente el país del mundo donde la banca tiene mayor influencia sobre los consumidores de productos financieros. Es un caso casi único de hasta dónde se puede romper uno de los pilares del sistema productivo: la separación entre producción y distribución. Es tan importante como lo es en política la separación de poderes porque es uno de los pilares de la correcta asignación de recursos.

En todo el mundo -y en todos los productos- se mantiene la diferenciación entre productor y distribuidor. Es más, cuando el producto es complejo también hay otra figura importante y diferenciada: la del asesor. El ejemplo más sencillo es el de las medicinas. Hay un productor (el laboratorio), un distribuidor (la farmacia) y un asesor (el médico).

Imagínense qué pasaría si todo ello, incluido el médico, estuviera en manos de una gran corporación, tipo 'Abarca y Devora', la de la película de los hermanos Marx. Obviamente no funciona así porque el riesgo para la salud de los ciudadanos de una acumulación de poder de ese tipo sería enorme. Pero, en cambio, si ocurre en el sistema financiero español, con cierto riesgo para la salud financiera de ahorradores e inversores, que no es poco.

Si uno quiere comprar un teléfono móvil, un coche, ropa interior, en fin, cualquier cosa, se va a una tienda, a un centro comercial, a un gran almacén... Puede mirar, buscar, comparar y decidir de forma rápida y sencilla, incluso todo en el mismo local. Pero eso no es lo habitual en los productos financieros.

A día de hoy, la mayoría de los inversores españoles cuando compran un producto financiero van a un banco, normalmente solo a uno, al 'suyo' -que de 'suyo' desgraciadamente tiene poco- y ese banco es a la vez el fabricante, el distribuidor y el asesor, pues teóricamente 'asesoran' a sus clientes sobre el producto financiero idóneo para su perfil de inversión y la situación de los mercados financieros. Pero la realidad suele ser distinta.

Se le 'recomienda' aquello que en ese momento sale de la cadena de producción del banco y está en la lista de objetivos de distribución de sus sucursales. En otras palabras: que el banco tiene sus intereses, que consisten en vender sus productos, lo cual es perfectamente legítimo, pero el cliente tiene los suyos, y no siempre coinciden.

Este conflicto de intereses es algo tan obvio que fuera de aquí se solucionó hace tiempo gracias a la llegada, implantación y regulación de la actividad de asesoramiento financiero independiente. Se trata de empresas financieras -las llamadas EAFIs- que no tienen producto propio, sino que asesoran sobre los distintos productos financieros que hay en el mercado. Las que dan mejor servicio ofrecen casi toda la gama disponible en su activo o producto de referencia, que es lo que se llama 'arquitectura abierta'. Y no manejan dinero de los clientes, se limitan a dar consejo e información.

Afortunadamente, hace ya tres años que esta actividad fue regulada en España por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) -la actividad que llevaba tiempo funcionando, pero limitada a muy pocas empresas-, y hoy en día es un modelo de negocio perfectamente accesible a inversores y ahorradores de todo el país, aunque todavía siguen siendo pocas las empresas que realizan este tipo de servicio. Pese a su rápido crecimiento, son muy pocas si se comparan con las cifras de Francia, Italia o Alemania, por no hablar de Estados Unidos o el Reino Unido.

Qué duda cabe que las habrá buenas, malas y mediopensionistas. Y también con matices en cuanto a su grado de independencia, sí, pero que siempre será mayor que el de una entidad cuyo objeto sea sólo la pura venta de producto.

El asesor financiero independiente que quiera durar muchos años en la profesión sólo tiene un camino: alinear sus intereses con los del cliente porque para él lo importante no debe ser el producto sino su cliente. Un fabricante puede vender un producto que dé un mal resultado y no por eso queda fuera del mercado. El asesor financiero que pierde la confianza de su cliente, que se basa en la objetividad que da la independencia y la alineación de intereses, pierde su razón de ser. Y su negocio.

(*) Víctor Alvargonzález es consejero delegado de Profim Asesores Patrimoniales

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