VALENCIA. Es lo que nos sucede, esperando que otros nos saquen las castañas del fuego. Y no será porque las señales de lo que nos esperaba no eran evidentes para cualquier persona con sentido común: grandes monumentos y eventos con sobrecoste incluidos, informes de la Sindicatura de Comptes, retrasos en los pagos, financiación a tipos elevados de la Generalitat, conversaciones públicas de nuestros gobernantes, especulación inmobiliaria pura y dura... La patada hacia adelante ha sido la respuesta de toda la sociedad ante lo sucedido y eso que ya se atisbaba esta situación desde mediados de la década pasada.
Todos hemos preferido mirar a otro lado, mientras la crisis se centraba hasta ahora en colectivos amplios pero aún concretos. Olvidamos que 'quan el mal -la corrupció com taca d´oli- vé d'Almansa, a tots alcança'. Ahora cuando la banca ya no fía a la Genelatitat ni a cambio del oro y del moro, mientras nos ocupamos del famoso juicio de los trajes (personalmente si únicamente es por los trajes prefiero que Camps salga absuelto para que puede explicarnos cómo hemos llegado a esta situación que es lo verdaderamente importante), el Govern de la Generalitat ha adoptado una serie de medidas con tintes de cortoplacismo, precipitación, incoherencia e insuficiencia y con grandes dosis de discrecionalidad.
El temor y terror generalizado y la falta de confianza de los cada vez menos ciudadanos que aún creen en sus actuales políticos, se ha disparado, preguntándose erróneamente ¿autonomía para perder calidad de vida?
Ante la grave situación hay que tomar medidas valientes y coherentes tanto a corto como a más largo plazo. Alternativas existen, no volvamos al pensamiento único, y así podría plantearse también:
Eliminar las bonificaciones del Impuesto del Patrimonio, y de Sucesiones (de 150 a 250 millones de euros). Los Inspectores de Tributos, ¿a qué se dedican y cuántos hay? ¿Cómo ha evolucionado la recaudación y el descubrimiento del fraude en nuestra comunidad?
No se puede seguir dando dinero a diestro y siniestro a las organizaciones empresariales y sindicales y subvencionar o hacer planes de empleo ineficaces, mientras no se pagan las deudas, que es el mejor plan de empleo ya que ayuda a recuperar la confianza. El trueque de deudas que se pretende realizar con proveedores, esconde elementos de información sobre qué, a quién, por qué se debe, influyendo en algo tan básico como la formación de precios. ¿Quién debe a quién en las administraciones públicas ? ¿Cuándo desmontaremos la Generalitat privada y paralela con multitud de empresas y puestos de confianza? Aprovéchese la moratoria del Estado para devolver ese dinero aplazado a la sociedad, no sea que los ciudadanos también pidamos moratoria en los impuestos.
Se deben racionalizar las competencias. ¿Ha alcanzado nuestra policía autonómica tamaño crítico para mantenerla tal y como está ahora?
¿Tiene sentido que cualquier ayuntamiento además de su funciones inherente sea un réplica de la Generalitat en miniatura, con sus competencias duplicadas y no suficentemente delimitadas en empleo, seguridad, medio ambiente, etc? ¿Para qué sirven las Diputaciones en la era de internet y cuando afortunadamente hasta los pueblos más pequeños ya están dotados de comunicaciones y servicios básicos? ¿Reman todas las administraciones locales en la misma dirección o mientras una recorta significativamente en fiestas, otra lo hace en inversiones? Más puentes y más aeropuertos ¿para qué?
¿Por qué no se pone en marcha el Presupuesto Base Cero en las administraciones y se tiene que contratar servicios externos de Auditoria, Consultoría, Racionalización etc.? Si es así, ¿para qué están los técnicos de la Generalitat? ¿A quién le interesa que haya tanto interino y po qué no se han convocado la oferta pública de empleo, dotando a la Generalitat de personal más competente e independiente? ¿Se hace coparticipe a los funcionarios por el incremento de ingresos o ahorro de gastos o únicamente a los altos cargos?
Los altos cargos del Consell ¿comen únicamente cuando paga la Generalitat o si estuvieran en su casa también comerían aunque les costara veinte euros? ¿Cómo se pretenderá cobrar la comida en los hospitales, algo lógico desde mi punto de vista, si se las luces de la Fe en pleno día de verano alumbran más que las de la Plaza Roja? ¿Por qué determinados museos como la casa de Concha Piquer permanecen abiertos a pesar del escaso número de visitantes? ¿Qué patrimonio aunque sea palacios y monumentos emblemáticos son enajenables?
En el sector privado las cosas no pintan mejor debido a la ausencia de financiación (sin algo de crédito a pesar de lo que algunos digan es casi imposible el crecimiento y sin este no hay desapalancamiento y vuelta al principio).
La desaparición del sistema financiero valenciano (con dimisiones y ceses inexplicados y por el que casi nadie ha pedido responsabilidades concretas) no ha hecho nada más que empezar ,aunque creamos que la situación no pueda ir peor. Por mucho que algunos hablen de la valencianía de las entidades fusionadas, los comités de riesgo para las operaciones importantes están en Madrid o Barcelona.
Para las otras, los plazos se alargan incomprensiblemente y se tiene que buscar los euros en entidades nacionales, algunas de las cuales asustadas tanto por la avalancha de peticiones como por lo que sucede aquí, están pensando subsumir o trasladar sus direcciones regionales. Crédito más caro y escaso para los valencianos.
Una nueva ola de concursos parece estar a la vuelta de la esquina. Emigrar a Noruega, Australia, Colombia... para nuestros jóvenes más preparados o establecerse en China o en Brasil para nuestras empresas parece ser la única alternativa con la pérdida de capital humano, que hemos costeado entre todos representa esto.
Ante la actual situación hay que dejar de lado los intereses particulares (qué fácil es decirlo y qué poco interés en hacerlo), mirar lo que nos une (empezando por la exigencia de responsabilidades por lo acontecido), plantear un programa común como alternativa dónde únicamente estén excluidos los corruptos, y que reparta mejor los sacrificios, pero sobretodo que recobre la confianza.
Hay que establecer prioridades claras y elegir entre los diferentes usos de los cada vez recursos más escasos y el consenso aquí nos ayudaría a todos y quien debe liderar esta tarea es quien ocupa la Presidencia de la Generalitat, cuya primera tarea debe ser el de cesar a los cargos provenientes de esta negra época. No haga como sus subordinados que se esconden, no explican las medidas. Dé la cara, explique la letra grande y pequeña para que no tengamos sorpresas ocultas, y proponga soluciones con el mayor respaldo posible que para eso le elegimos y le pagamos.
Por cierto, ¿nos ha dicho la verdad o esto sólo es un aperitivo de lo que se avecina? Ha llegado la hora de tomar claras y valientes medidas, que para ineptos, corruptos y cagados ya hemos tenido unos cuántos y así nos ha ido.
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(*) Enrique Roca es analista financiero
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