MADRID. Poco a poco, y a lo largo de los últimos meses, el dólar estadounidense ha ido cobrando mayor protagonismo en el mercado de divisas y se ha ido convirtiendo en la única alternativa de inversión. O mejor dicho de refugio de los capitales que se mueven en el mercado global. De hecho, desde mayo pasado el índice del dólar que refleja la cotización media ponderada de esta divisa con respecto a las correspondientes a los países con los que Estados Unidos mantiene una mayor actividad comercial, ha subido un 10%.
El evento desencadenante de estos flujos fue la intervención del Banco Nacional de Suiza, al situar un tope de fortalecimiento a su divisa en 1,20 unidades contra euro y advirtiendo que podría elevar este suelo (algo que probablemente veremos en el futuro próximo). El franco suizo, que se había convertido en el receptor de una gran parte de flujos en busca de refugio que huían de la inestabilidad de la zona euro -y que todavía persiste-, dejaba de ostentar este status ante la posibilidad -altamente probable-, de que el franco suizo se debilitara más por efecto de la intervención de su banco central. Los inversores decidieron comprar dólares americanos después de probar en otras divisas.
Desde entonces no hemos visto más que una apreciación de la moneda estadounidense, pero esta no es la única razón para su fortaleza. Los bancos centrales asiáticos, principalmente el chino, han disminuido el ritmo de diversificación de sus reservas, que durante los últimos años han estado llevando a cabo.
Por este proceso, estos bancos centrales han estado vendiendo dólares, divisa principal de sus reservas, contra otras monedas sobre todo euros. Bien sea porque la diversificación ya esté avanzada y se encuentre en niveles aceptables, o bien porque el euro ya no ofrece la seguridad necesaria, como lo hacía anteriormente. De ahí que en los próximos meses estas ventas de dólares desaparecerán y la moneda norteamericana se verá favorecida por ello.
Sin embargo, todavía existen más razones. Las políticas monetarias expansivas de Estados Unidos, incluidas las no convencionales como el Quantitave Easing (QE) y la operación Twist, parecen estar dando sus frutos y las últimas cifras macroeconómicas muestran como el mercado laboral se recupera, el crecimiento se mantiene y, lo que es más importante, la demanda doméstica y la confianza del consumidor repuntan.
EE UU VUELVE A TOMAR LA DELANTERA A EUROPA
Estados Unidos parece estar saliendo del profundo hoyo de la crisis económica y financiera, mientras en Europa todavía no se ha llegado a ningún acuerdo para sentar las bases políticas de un sistema único de emisión de deuda y de supervisión de las políticas fiscales. Un sistema que será absolutamente necesario para recobrar la confianza de inversión en la deuda de los países europeos. Y la economía real se ve resentida por esta situación de incertidumbre hasta el punto de que esperamos que la recesión vuelva a campar por Europa.
El Banco Central Europeo ya ha comenzado a inundar de liquidez al sistema financiero y, tal como comentó Bini Smaghi en su despedida, la posibilidad de un QE en Europa no es descartable si la deflación amenazara la economía europea.
Todas estas razones no hacen más que confirmar que el euro se verá presionado a la baja y que el dólar norteamericano, a pesar de los deseos de las autoridades norteamericanas, se verá empujado a cotizaciones más altas, por lo que no nos debe extrañar que volvamos a niveles por debajo de la zona de 1,20 euros/dólar. Se habla de 1,16 euros/dólar como un objetivo técnico, pero hay quienes no se quedan ahí y hablan sin remilgos de la paridad, es decir, un euro igual a un dólar.
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* Miguel Ángel Rodríguez es analista asociado de XTB
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