VALENCIA. Primero fue Bancaja la que acabó dentro del poder financiero de la Villa y Corte madrileña. Después fue la CAM, sueño de verano del poder alicantino, que ha terminado en manos del Banco Sabadell para hacerse fuerte en la 'City' catalana. No ha sido menos lo sufrido por el poder empresarial valenciano entorno a Banco de Valencia. Y la pasada semana llegó el turno al poder cooperativista valenciano -en todas su vertientes- tras el anuncio de fusión -aunque huele a absorción- de Cajamar/Ruralcaja.
Pero la cosa no queda ahí porque en los últimos meses proyectos y empresas de intermediación financiera nacidas de lo local (Arcalia, Invercalia,...), han terminado difuminadas en lo global de la crisis financiera. Tal y como sucedió hace dos décadas con la larga lista de agentes de bolsa, hoy en día reconvertidos -los pocos que quedan- en notarios después de haber sido corredores de comercio.
Eran los tiempos de Salvador Calomarde, Francisco Trullenque, Juan Piquer, José Samper, Joaquín Maldonado -Chiarri y Almenar-, Manuel Broseta... Los mismos que hace 31 años pusieron el primer ladrillo de la 'City' valenciana al lograr que esta ciudad contara con un mercado de valores: el Bolsín de Valencia. Grandes líderes desaparecidos como el propio Bolsín, ahora reconvertido en Bolsa, pero que sigue siendo uno de los cuatro parqués que hay en España junto a Madrid, Barcelona y Bilbao. ¿Por cuánto tiempo?
UN DESOLADO SISTEMA FINANCIERO
Es una especie de crisis contínua de la plaza financiera valenciana desde que naciera el Bolsín hasta llegar a su madurez como Bolsa. Y es precisamente la Sociedad Rectora de la Bolsa de Valencia el último mohicano, el último referente, el único bastión, de un desolado sistema financiero valenciano carente de centros de decisión.
Lo recordaba recientemente el presidente de la Generalitat Catalana Artur Mas: "En época de crisis el poder financiero catalán se refuerza". Y a buen seguro que más que lo hará. Al tiempo. No podemos decir lo mismo de los primos del sur.
Los mismos que con el silencio de todos aquellos que deberían haber levantado la voz en su momento (empresarios, financieros, banqueros, patronales, políticos....) han dado la callada por respuesta. Ahora es el tiempo de rasgarse las vestiduras, pero ya de poco o nada sirve. La 'City' valenciana languidece a pasos agigantados. Sin embargo, no todo está perdido.
El veterano Ángel Torre, que fue impuesto por Emilio Botín en la presidencia del parqué local, ha conseguido que Valencia siga contando con una bolsa de valores.
Bolsas y Mercados Españoles (BME), holding que agrupa a todos los mercados financieros españoles, estaba llamada a desarticular a las más que centenarias bolsa de valores nacionales y, entre ellas, la valenciana.
Pero todo lo contrario. El volumen de negocio de la rectora del Palau Boïl d'Arenós no ha hecho más que crecer de forma consistente; además de contar con una presencia institucional en aquellos foros en los que se deciden las cosas que tanto importan hoy a los políticos y a su deuda soberana.
Que nadie olvide que la Bolsa de Valencia es copropietaria de uno de los mejores sistema de contratación del mundo: el Sistema de Interconexión Bursátil Español (SIBE), es decir, el Mercado Continuo. Pero, además, la propia rectora local dispone de un sistema de compensación y liquidación propio, a diferencia de la Bolsa de Madrid, para poder organizar otros mercados secundarios oficiales, como el Autonómico de Deuda Publica Valenciana.
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