VALENCIA. La discordante posición británica en la reciente cumbre de Bruselas ha restado atención a las implicaciones concretas de las reformas aprobadas para avanzar hacia la unión fiscal y a sus consecuencias a corto y medio plazo. En especial en países como España que mantienen un déficit público y un diferencial en la deuda elevados.
De ahí que para el foro de esta semana en ValenciaPlaza.com hemos planteado las reflexiones en torno a las implicaciones que tienen las decisiones adoptadas en los acuerdos de Bruselas para el programa económico del próximo Gobierno español y para la tasa de crecimiento de la economía.
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JAVIER ANDRÉS, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia e investigador del Instituto de Economía Internacional (UV)
"Los problemas europeos no son sólo fiscales. De hecho los principales riesgos para la supervivencia del Euro provienen más de los elevados desequilibrios comerciales y de competitividad y los excesos de crédito, que han llevado a muchos países a una situación límite de endeudamiento exterior. Pero la cumbre ha clarificado el panorama fiscal a medio plazo y esa era una condición necesaria para la superación de la crisis actual. Se han impuesto las tesis alemanas de sostenibilidad fiscal como condición antes de apoyar otro tipo de medidas, pero la situación de todos los demás grandes países europeos no permite una alternativa a esa política. Si esto se ratifica por todos los países participantes no será un logro menor, sino que eliminará uno de los factores que han causado los desequilibrios europeos. No es la solución definitiva pero es definitivamente un paso significativo en la dirección adecuada.
A partir de ahora será el momento de empezar a abordar los problemas de más calado mediante reformas en los diferentes países. Para España no van a ser opcionales, sino tuteladas por la Unión Europea mediante el European Systemic Risk Board y el Excessive Imbalances Procedure, de los que hemos oído poco pero que nos van a vigilar de cerca de ahora en adelante".
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MARIANO AYUSO, abogado, socio de Cuatrecasas, Gonçalves Pereira
"Los acuerdos de Bruselas del 9 de diciembre pasado van a marcar un antes y un después en la historia de Europa, a pesar de que jurídicamente no tengan la trascendencia de un Tratado. Retoman la integración política, que llevaba años parada, poniendo en común -como ya se hiciera en lo agrario, por ejemplo- la toma de decisiones de las políticas internas en materia fiscal y presupuestaria.
No es de extrañar que este avance se produzca al socaire de una crisis económica grave, pues -ya en el proyecto inicial de Schuman en 1950- quedó claro que la integración europea no era posible sino a la zaga de la resolución en común de problemas económicos.
Las medidas de integración no son temerarias, pero sí necesarias -incluso no son todas las necesarias-, ya que cuando pasan los tiempos de bonanza y llegan los problemas, no es concebible transferir la soberanía monetaria -como se ha hecho con el euro-, sin transferir otras potestades económicas que hagan viable el futuro de las economías integradas en la moneda única. Ha llegado el punto de no retorno de Europa, en el que hay que decidir si se para y retrocede o se sigue avanzando.
Para España -muy amenazada y con una dimensión muy cercana a los grandes (un 11,9% en el BCE)- los acuerdos va a ser positivos, pues -aunque bajo una férrea disciplina y sin veto (al no llegar al 15%)- nos aseguran la viabilidad a medio plazo de nuestra economía y nos apartan del borde del abismo".
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CARLOS GONZÁLEZ TRIVIÑO, abogado
"Gracias a la última cumbre de Bruselas todos los países de la UE que no lo hubiesen hecho (excepto el Reino Unido), tendrán la obligación de llevar a sus constituciones el compromiso de no incurrir en deficit estructural, lo que supone para España beneficiarse de un entorno mucho mayor de estabilidad presupuestaria y la oportunidad de rentabilizar más ampliamente una reforma constitucional que aquí ya está consolidada.
El incremento de la prima de riesgo de muchos países de la zona euro no (solo) ha sido el resultado de su crisis fiscal particular, sino que se explica a partir de un efecto contagio. La falta de gobernanza económica implica que la zona euro carece de una estructura defensiva real, de un sistema inmunológico común. La zona euro es como una misma casa cerrada por 17 puertas. Algunas están protegidas de manera eficaz, pero otras se quedan abiertas de par en par con demasiada frecuencia y la tendencia especuladora de los mercados se cuela por ellas en el conjunto del sistema.
A esta situación que tanto ha perjudicado a España y al resto de la Unión Europea, se llegó a partir de un desbarajuste presupuestario monumental promovido sistemáticamente por varios gobiernos en Grecia e ignorado sistemáticamente por las autoridades fiscales de Bruselas. La última cumbre europea será insuficiente para promover el crecimiento (Rubalcaba y Rajoy se han puesto de acuerdo en eso), pero al menos representa ciertas garantías de que todos seremos iguales al apretarnos el cinturón".
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VICENT SOLER es catedrático de Economía Aplicada de la Universitat de València
"Cualquier avance en la consecución de una unión monetaria completa -como son los pasos que se están dando- sea bienvenido, por el bien del euro y de la estabilidad macroeconómica de la eurozona. Una estabilidad que, por mucho tiempo, nos ha ido bien. Como lo demuestra la caída del precio del dinero y la de los costes de transacción en el comercio intrazonal.
Ahora bien, cada paso que se da en esta dirección, supone pérdida de autonomía en política económica y esto induce a pensar que la microeconomía aparece como el ámbito de actuación cada vez más decisivo. Concretamente, podremos constatar que la competitividad, dentro y fuera de la eurozona, dependerá crecientemente del comportamiento de la productividad del trabajo y de la productividad total de los factores (PTF).
Por tanto, la competitividad ya no se puede conseguir con la mera presión a la baja de los costes salariales (que es como ponerse una venda en los ojos) o con meras reformas del mercado de trabajo (que hay que hacer, en todo caso), sino con un cambio profundo de la estrategia competitiva de las empresas que no resisten más compitiendo solamente en costes (y precios).
Por el contrario, es la innovación tecnológica, comercial, logística, etc. lo que permitirá que podremos hacer frente a los nuevos escenarios económicos. Unas innovaciones que hagan posible el incremento de la productividad y de la diferenciación del producto: los nuevos paradigmas de nuestra estrategia competitiva en una Europa con moneda única y un mundo globalizado.
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