VALENCIA. En la cumbre del pasado 26 de octubre, las autoridades europeas acordaron, entre otras cosas, exigir nuevos requisitos de capital a los bancos europeos. Los requerimientos de capital presentaban un desequilibrio entre la alta cuantía que se exigía a España e Italia y otros países como Francia y Alemania (los más expuestos a la deuda griega por cierto), y que prácticamente salían indemnes. La Autoridad Bancaria Europea (EBA) señaló que la banca española necesitaba 26.000 millones euros de nuevo capital, lo cual fue una sorpresa porque España era el país donde la banca necesitaba más dinero de toda Europa.
La razón venía por la puesta en valor de mercado de las exposiciones en los balances de los bancos de deuda pública. No han transcendido detalles pero penalizaba un 2% la posesión de deuda española y algo más la cartera de crédito de las comunidades autónomas. Esta decisión, especialmente perjudicial para los intereses de España, es la que nos está llevando al 'credit crunch' -estrangulamiento del crédito- actual y las consiguientes subidas de las ya conocidas primas de riesgo.
La banca española ha sido el gran soporte de la deuda doméstica en los últimos años y de ahí el tamaño de su cartera de bonos. Los bancos españoles (y no españoles) desde entonces están reaccionando desprendiéndose de la deuda española, pues saben que mantenerla en cartera penaliza sus ratios de capital. Pero lo peor es que si los bancos ya eran reticentes a dar crédito, los nuevos requerimientos aún lo hacen más difícil.
Mucho se está hablando de la urgencia de presentar nuevos planes de reducciones de los déficits públicos con el fin de calmar los mercados. La disciplina fiscal es necesaria, pero no suficiente. La solución pasa porque el Banco Central Europeo (BCE) actúe como 'prestamista de última instancia' (o en inglés 'lender of last resort') e intervenga con compras masivas de deuda cuando se superen ciertos límites. Por ejemplo, el 5% de interés.
Esto mismo es lo que hacen los bancos centrales de todo el mundo. Cuentan con capacidad ilimitada para imprimir dinero y prestarlo. Lo hace el Banco de Japón con el yen, el Banco de Inglaterra con la libra esterlina y la Reserva Federal con el dólar americano. Además, no hay que olvidar que Japon, Reino Unido y Estados Unidos tienen endeudamientos sobre el PIB superiores a España.
Hasta que Alemania no permita un 'quantitative easing' europeo -programa masivo de compras de bonos- no se solucionará el problema. La inflación pasó a la historia hace tiempo y lo urgente (e importante) es poner el foco en que circule el crédito y se estimule el crecimiento. Cada vez hay más evidencias que nos encaminamos a una nueva recesión y Alemania corre el riesgo de quedarse como único país no periférico. No reconocer la verdadera dimensión del problema puede suponer la desaparición del euro, con un resultado profundamente destructivo.
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* Javier Navarro es director de GBS Finanzas de la Comunitat Valenciana
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