En poco más de seis meses la situación de las entidades financieras autóctonas han experimentado un cambio radical. Dos de ellas han sido intervenidas por el Banco de España para asegurar su funcionamiento, y la personalidad corporativa de la tercera está diluyéndose a marchas forzadas dentro de la estructura de Caja Madrid en el seno de Bankia.
Hace pocos años, parecía que la Comunidad Valenciana iba a aportar un actor relevante al panorama bancario español. Hoy, de aquella posibilidad no queda nada. Las razones de este cambio y sus posibles consecuencias son el objeto del debate que ValenciaPlaza.com abre hoy y que se prolongará durante las próximas semanas. Aportarán su reflexión expertos universitarios algunos de los cuales han formado parte como consejeros de las entidades hoy desaparecidas.
(*) Inicia la serie Remedios Ramón, profesora del Departamento de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Alicante. Fue vocal de la Comisión de Control de la CAM entre 2004 y 2010. Le seguirá, el próximo lunes, un artícuo del profesor Ernest Reig, de la Universidad de Valencia: 'Cajas de Ahorro, un desastre no anunciado'
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CORRÍAN los primeros años de la década del 2000 y acabábamos de entrar en el Euro. La moneda única permitió un crecimiento económico sin parangón, sin embargo, el feliz inicio del milenio basado en el ladrillo fue la causa de la debacle posterior.
El euro favoreció la entrada de capitales en nuestro país a unos precios cada vez menores. Los tipos de interés de los préstamos iban bajando y si en el 2000 el tipo medio estaba en torno al 6-7% anual, en 2004 el costo del dinero se había reducido a la mitad. El dinero barato fue el mejor compañero de la ley del suelo de 1998 y su alianza culminó con la inevitable burbuja inmobiliaria. El proceso fue sencillo. El gobierno de Aznar decidió liberalizar la norma sobre gestión del suelo y permitió a la iniciativa privada promover la acción urbanizadora y la participación en las políticas de suelo sin necesidad de ostentar la propiedad. Surgió así, la figura del 'agente urbanizador' quien urbanizó y construyó viviendas en inmensos solares que hasta entonces valían poco.
La mayor parte de dinero disponible en nuestro país se destinaba a la promoción inmobiliaria. No hubo valoración del riesgo y menos aún se tuvo en cuenta el desarrollo de una economía sostenible y competitiva. El conocimiento, la innovación, las nuevas tecnologías y, en general, los sectores de futuro perdieron la partida frente al arrollador ladrillo. La falta de previsión política y la facilidad de hacerse rico con la construcción fueron los catalizadores del crecimiento de los precios del suelo y de las viviendas. El mercado inmobiliario evolucionaba espléndidamente y sus precios crecieran día a día entrando en una espiral que ahora nos lamentamos de no haber pinchado a tiempo.
El encargado de conseguir el dinero que inflaba la burbuja inmobiliaria era el sector financiero, poniendo a disposición del sector tanto el ahorro nacional como el extranjero. En la carrera de sufragar a la construcción, los bancos tiraron la toalla en favor de las Cajas, no porque no tuvieran músculo económico sino porque los mercados internacionales les ofrecían unas actividades más beneficiosas y atractivas que la promoción inmobiliaria.
Por aquel entonces, la Generalitat Valenciana gobernada por el Partido Popular acababa de eliminar al director general de la CAM por no satisfacer éste sus ansias pecuniarias. El nuevo director general debía ser más sumiso y menos riguroso en la concesión de créditos para la Generalitat y sus megalómanos proyectos. No dudamos de que cualquier caja de ahorros siempre está al servicio de su comunidad autónoma pero la CAM de principios del milenio se tuvo que poner a disposición de la Generalitat y de los miembros del Partido Popular.
Los negocios inmobiliarios dentro y fuera de España crecieron con escaso control y tasación del riesgo. Para maximizar el beneficio procedente del sector, se creó la empresa Tenedora de Inversiones y Participaciones, S.L (TIP) que pertenecía íntegramente al grupo CAM y que tenía por objeto la participación en las actividades de empresas de promoción inmobiliaria. Desde 2003 hasta 2008 TIP pasó de tener 18 proyectos a 98 y estar asociada a 68 empresas del ramo.
De esta manera, el ansia de poder y permanencia del equipo directivo de la Caja tuvo dos cómplices. El primero, la Generalitat Valenciana que era financiada a bajo coste para construir y mantener los ruinosos megaproyectos como Terra Mítica, Ciudad de la Luz, el aeropuerto sin aviones de Castellón, la autopista sin tráfico a Cartagena o los hospitales públicos de gestión privada.
El segundo, los miembros del PP que se sentaban en el consejo de administración y comisión de control y que en su mayoría eran empresarios de la construcción y recibían financiación a coste por debajo del mercado.
Se retroalimentaba así, una relación de apoyo y socorro mutuo que definimos como “simbiosis triangular”: La Caja facilitaba crédito barato, la Generalitat relajaba su control y los representantes populares en los órganos de gobierno no discutían las actuaciones del equipo directivo.
A priori, esta relación a tres bandas parecería positiva, ya que llevó a que la Caja tuviera un crecimiento medio anual de un 150% y pasara a ser la quinta de España, atendiendo al volumen de negocio. Sin embargo, la falta de transparencia y de rigurosidad en la toma de decisiones lastraría el proceso y lo llevaría a la ruina y la intervención pública posterior.
Lamentablemente, la “simbiosis triangular” ha dejado una gran damnificada: la economía alicantina. Las empresas provinciales no han disfrutado de una sensible y productiva financiación por parte de su Caja. Incluso, en alguna ocasión, han sufrido la traición, ya que los créditos privilegiados a los que accedían los constructores populares del consejo y comisión de control provocaba una competencia desleal en su mercado. ¿No es inconsistente que aquellos promulgan la libertad de mercado y la ausencia de ayudas para el mantenimiento de las empresas se beneficien de créditos subvencionados?.
Pero lo más grave fue el escaso retorno que recibió Alicante y que se materializaba través de tres vías. En primer lugar, por la relativamente limitada creación de empleo ante la expansión, ya que si la Caja crecía en torno a un 150% de media anual, el conjunto de la plantilla y su masa salarial nunca lo hicieron por encima del 10%.
En segundo lugar, por el esquelético presupuesto de la Obra Social. Las actividades encaminadas a promocionar la cultura, a mantener el medio ambiente y a proteger a los más desfavorecidos siempre tuvieron un desecado presupuesto que nunca creció por encima del 17%. Por el contrario, los beneficios lo hacían al 30%.
En tercer lugar y no por ello menos importante, por la discriminación sectorial en la concesión de créditos. Durante este periodo, más del 62% de los recursos ajenos que obtenía la CAM iban destinados a financiar los proyectos inmobiliarios en los que TIP estaba enfrascada. El resto se lo tenían que repartir entre los demás sectores.
La industria y el turismo que juntas suponen más de un 70% del valor de la producción provincial alicantina y que colaboran a equilibrar la balanza de pagos nacional fueron actividades de segundo nivel para la CAM, mientras que la construcción y el sector inmobiliario que nunca han llegado a suponer más de un 20% absorbía más del 60% de los créditos de la entidad.
La política de expansión y riesgos de la Caja no cumplía con los mínimos criterios de prudencia económica y si la diversificación no estaba en la mente de la dirección, parece ser que la evolución de sus pasivos y recursos propios tampoco importaba, de tal forma que se pasó de tener una ratio de endeudamiento de 1,9 en 2003 a 2,9 en 2008, lo cual indica que el riesgo financiero de la entidad se había incrementado a una tasa media anual del 10%. El equilibrio patrimonial estaba en peligro y se resquebrajó cuando la burbuja inmobiliaria estalló.
El parón de la promoción inmobiliaria fuera y dentro del país avocó al sistema concursal a muchas de las empresas socias de la CAM, lo que ha provocado un efecto arrastre de la entidad al elevar su tasa de mora hasta niveles insostenibles. El suelo y las casas no se venden y los ambiciosos proyectos urbanizadores de gran parte del Caribe y norte de África, además de ser dudosos medioambientalmente, lo son económicamente, lo que ha empujado a la Caja a la deshonrosa zona de pérdidas y la consabida intervención por parte del FROB.
El desplazamiento de recursos hacia el sector inmobiliario ha tenido un alto coste de oportunidad: la merma en la inversión en actividades económicas más competitivas, capaces de generar más riqueza, más empleo y de mejor calidad, además de llevar a la ruina a la CAM. Por ello, podemos decir que, aunque ahora nos inquieta la naturaleza y procedencia del futuro comprador, más nos debería haber preocupado la actuación de los patrios. Moraleja: Mejor un foráneo que una “simbiosis triangular”.
Voy a leerme todas las contribuciones previas al mail colectivo de Jordi Palafox a la lista AEHE. Ya escribiré algo más... Espero. José Luis Hernández. UPV/EHU
Lamento discrepar sobre la calidad del artículo, pues hace 2 afirmaciones que no comparto. La 1ª por errónea. La 2ª por discutible. La errónea es poner el principio de la burbuja inmobiliaria en la Ley de valoraciones del suelo de 1998. Simplemente no es cierto, el honor de empezar el desastre le corresponde a las Cortes Valencianas, que en el último gobierno el PSPV aprobaron la Ley de la Generalitat Valenciana 6/1994, de 15 de noviembre, reguladora de la actividad urbanística. Ésta fue la que 1ª que creó la figura del “agente urbanizador”. La Ley estuvo a punto de ser impugnada por el PP ante el Tribunal Constitucional, por las enormes (y bien fundadas) dudas de constitucionalidad que provocaba. Sin embargo, al poco tiempo el PP llegó al poder, y se dio cuenta rápidamente de las enormes posibilidades de negocio que la ley permitía. Ambos partidos aprovecharon éstas. Y el modelo se copió en casi toda España, para escándalo de la mayoría de los expertos en Derecho público… Además de la prueba cronológica, he de recordar que la ordenación del territorio y del urbanismo es una competencia exclusiva de las CCAA, conforme a la interpretación del Tribunal Constitucional, por lo que difícilmente una ley de la Administración central podía influir en la legislación autonómica. Lo demás es historia, con las consecuencias que estamos viendo. La 2ª y discutible es considerar al Sr. Gisbert poco sumiso a la Generalitat. Lo fue, y mucho, a la Generalitat gobernada por el PSOE, no lo fue tanto a la del PP. La lucha por el poder cuando Zaplana llegó a su Presidencia fue sucia y despiadada, incluyendo una campaña mediática en el diario “La prensa” de Alicante. El papel del supervisor financiero, el IVF, que al mismo tiempo lo financió generosamente, resulta, escandaloso. http://www.mediterranea.org/cae/ciudadano_kane.htm Espero que el resto de la serie sea de mayor calidad.
Excelente resumen de un desastre que podía haberse evitado a poco que los poderes públicos, empenzando por la Generalitat y acabando por el PSOE, hubieran dicho lo que sabían. Pero la primera que era la que mandaba no le interesaba y al último que recibía las migajas, tampoco. Y miles de clientes estafados y cientos de trabajadores sin saber de su futuro (menos los de los sindicatos que esos si que han sabido proteger sus lentejas) . Los ejecutivos con suculentos planes de pensiones y mayores jubilaciones. A ver si vemos alguno obligado a devolverlas por los tribunales de justicia. Claro que Uncio, Olivas o Gerardo Camps esos nadie los va a poner en su sitio que es uno que yo me sé.
Muy buen artículo y tienes toda la razón, lo que nos debería haber preocupado en su día, son los desmanes de los locales, ahora lo que hay que hacer es investigar y depurar responsabilidades. Y desde luego ser más responsables a la hora de votar, tanto en Ayuntamientos como en la Comunidad, hay que olvidarse de ideologías y bandos y premiar o castigar en función de la gestión realizada y creo que a incompetencia y derroche no gana nadie al gobierno de la CV.
LO siento por ti, pero alguien se acuerda de los miles de clientes engañados con productos basura, y que un 90% se fiaron del empleado que les vendia el producto,
Soy empleado de la CAM. El artículo me parece buenísimo, no porque no supiese todo lo que comentas sino porque has sido capaz de reunirlo todo de una manera clara y concisa. Por culpa del despropósito de la CAM en breves semanas tendré que desplazarme a más de 800Km de mi casa, dejando a mi familia, mis compromisos, mis amistades y todo lo que más quiero lejos de mi. El drama que nos está tocando vivir a los empleados de la CAM no lo conoce casi nadie.
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