VALENCIA. En un par de semanas deberíamos saber algo sobre el futuro de la Caja del Mediterráneo. La fecha límite para recibir ofertas vinculantes para quedarse con la CAM está al caer (finales de este mes), por lo que los bancos interesados están ultimando sus pujas que, se lo adelanto ahora, serán calderilla comparada con la cantidad que tendrá que comprometer el Estado en su esquema de protección de activos.
Antes, a más tardar mañana a no ser que pida una prórroga como en su día hizo la propia CAM, tendremos que saber la magnitud de la tragedia en el Banco de Valencia. El límite que tienen la sociedades que cotizan en bolsa para presentar sus resultados trimestrales acaba este martes, y posiblemente el banco participado por Banco Financiero y de Ahorros (BFA-Bankia y, por tanto, Bancaja... y Caja Madrid, claro) aproveche, animado por los inspectores del Banco de España, para aflorar todas sus pérdidas de golpe. Veremos.
Lo que ha ocurrido en Banco de Valencia -y las consecuencias que aún persisten en forma de crisis societaria de amplio alcance, tanto como que afecta al sillón del vicepresidente de Bankia y a su ocupante, José Luis Olivas, lean este artículo de Cruz Sierra para saber más- seguirá llenando pantallas de ordenadores (permítanme que barra para casa, aunque si les cuesta, sustitúyanlo por páginas de periódicos). Nos queda por saber tanto el desfase del balance -el agujero, vamos- y los motivos que lo han generado.
Las señales que llegan no son nada halagüeñas. El día en que dimitió Olivas de la presidencia del banco, el recién nombrado consejero delegado, Aurelio Izquierdo, ya hizo un amago de presentar unas cuentas al consejo, pero no fueron refrendadas habida cuenta de la inspección que el Banco de España mantiene abierta. Ese día, según algunas fuentes, Izquierdo mostró unos resultados que arrojaban unos beneficios de cero euros.
Una cifra que, a medida que pasa el tiempo, se antoja como quiméricamente optimista. De momento se especula con unas necesidades de capital de entre 800 y 1.000 millones, provenientes básicamente de créditos al ladrillo impagados y de la depreciación de inmuebles adjudicados por esos impagos.
El consejo de administración del banco estuvo reunido el pasado viernes durante al menos siete horas (con pausa para el almuerzo incluida) sin que se cerrase ningún acuerdo. Y las cuentas trimestrales lo son. Cabe suponer que esas maratonianas reuniones se pueden repetir entre hoy lunes y mañana.
Pero esa solo es la primera parte. La segunda vendrá después, cuando haya que decidir qué se hace para tapar el boquete por el que hace agua el barco. El desembarco del FROB (del dinero público, vaya) se da por descontado, ya que BFA-Bankia, de repente, ha decidido que el Banco de Valencia no es cosa suya, pese a controlar el 39% del capital.
Algún remordimiento, en todo caso, tendrá el banco que preside Rodrigo Rato porque, del todo del todo no va a pasar. Esta dispuesto a poner su parte en la ampliación que se apruebe. Y su parte real es un 27%. Así que, de ahí al 100% será cosa básicamente del Estado, ya que los accionistas históricos no están para ninguna alegría (como tampoco BFA, vamos), más cuando sus acciones han perdido casi todo su valor en los últimos años.
Así pues, el resultado final ya se lo pueden imaginar. El FROB accionista mayoritario del Banco de Valencia. Y como ocurre con CAM -que por cierto, también debe presentar resultados trimestrales antes del martes, que también cotiza con sus polémicas cuotas participativas- o con CatalunyaCaixa, NovaCaixaGalicia o Unnim, proclamará de inmediato su intención de vender rápidamente a un inversor privado porque no está bien que el Estado sea accionista de bancos enladrillados.
Y, perdón por esta larguísima introducción, ya llegamos al meollo. ¿Quien va a comprar tanto banco como hay a la venta? Pues no se sabe. Pero eso sí, se intuye. Aunque cada vez se intuye peor, porque los nuevos requisitos de solvencia que deberá cumplir la banca europea deja poco margen para alegrías expansionistas.
En todo el proceso de reordenación bancaria en España hay voluntarios nombrados a dedo por el Banco de España. Y de ahí no se escapan ni Santander, ni BBVA, ni La Caixa, los tres grandes del país que al final del proceso algo les va a tocar digerir. Y después hay otros invitados que, inopinadamente, tienen recursos y ganas de quedarse con alguna de estas entidades ya que quieren crecer en las zonas donde tienen sus negocios naturales.
Entre ese grupo destaca por su actividad declarada el Sabadell. Ahora, aseguran, están centrados en lanzar una buena oferta por CAM. Lo hacen porque, durante años, han intentado comprar el Banco de Valencia sin éxito. Hasta con el talón firmado -valga la imagen que no me invento, la cuentan desde el entorno de la entidad- han llegado a estar en la sede del centenario banco de Pintor Sorolla. Pero al final siempre acababa fallando algo. Se cansaron, dicen.
Pero si no les sale lo de CAM -Santander, a través de Banesto, que tiene margen de crecimiento en la Comunitat Valenciana, estaría entre los finalistas de la puja- Sabadell está dispuesto a olvidar desaires pasados. Al fin y al cabo, Banco de Valencia, con todo lo mal que esté, tiene la nada desdeñable cuota de mercado del 20% en la Comunitat y algo más incluso en Murcia.
¿Y La Caixa? Pues, como siempre, a su ritmo. Que uno piensa que, pese a que casi todas las cajas están pasando las de Caín, hay algunas que no han caído en el abismo. Tan inevitable no sería, ¿no? Y como se da por hecho que los solventes deberán hacerse cargo de los que no los son, con un generoso aval del Estado para posibles pérdidas futuras de los comprados, a La Caixa alguno le debe tocar. Y ya que en Catalunya la caja de pensiones tiene oficinas para aburrir, lógico sería pensar que le toque algo que no suponga mucha duplicidad.
Convendría tal vez aquí recordar un episodio casi olvidado por la euforia del momento. Antes de que Bancaja se entregase en brazos de Caja Madrid negocio formalmente con La Caixa. Pero Olivas desestimó esta opción. No lo vio. Que paradójico resultaría ahora que la entidad catalana acabara por quedarse con el Banco de Valencia. ¿Economía ficción? No crean que soy el primero que verbaliza esta posibilidad.
Lo que lamentablemente nadie va a cambiar, sea cual sea el resultado final de la subasta de nuestro extinto sistema financiero, es que para hablar con alguien que mande en los bancos a los que pediremos préstamos, nuestros 300 kilómetros de viaje no nos lo va a quitar nadie. Y el AVE a Barcelona por hacer...
CAIXA DE GROS
Quizá usted piense que tampoco es para tanto. Al fin y al cabo Bankia tiene su sede social en Valencia, justo en el edificio de Bancaja, en Pintor Sorolla. De algo valdrá, ¿no? Pues la verdad es que al margen de los posibles beneficios fiscales que eso supone (veremos, de momento la Generalitat en sus presupuestos no ha presumido de que ingrese más gracias a los impuestos que paga la entidad), a efectos prácticos la sede social actúa como un apartado de correos.
Porque la posible vinculación territorial -de influencia sobre sus decisiones no hablemos, que queda liberalmente incorrecto- de Bankia, como el movimiento, se demuestra andando, y los primeros pasos no van, precisamente, en nuestra dirección. Les explico.
La Generalitat Valenciana va a emitir algo más de 1.800 millones de deuda para minoristas el próximo mes de diciembre. Son los que se conocen como bonos patrióticos, puesto que están dirigidos no a grandes inversores (que ya no nos dejan dinero) sino a ciudadanos de a pie con una paga extra o unos ahorrillos a los que sacar rentabilidad.
Para colocar esos bonos, y dado que la gente no anda sobrada de dinero, es fundamental el papel que juegan los colocadores, es decir, los bancos (aquí siempre solía poner 'y cajas', pero como mucho sería Caixa Ontinyent) que van a buscar quién compre esos bonos (por una 'módica' comisión). Ya en la última emisión patriótica, Bankia se descolgó del grupo de grandes colocadores, donde tradicionalmente estaba Bancaja. ¿Y quién lideró entonces la colocación y lo hará también esta vez? La Caixa.
Los motivos por los que Bankia o CAM han dejado de lado su vinculación a la economía local son varios, pero básicamente se resumen en dos: si tienen que hacer el esfuerzo de captar dinero, casi mejor que sea para ellos directamente, y, por otra parte, ya no hay nadie que les obligue, siquiera moralmente, a hacerlo.
Así pues, bienvenida sea la ayuda de La Caixa -y de su inmensa red de oficinas en toda España, incluida Cataluña, por supuesto en la que los operarios ofrecerán a los clientes los bonos- para sacar al mercado el papel con el que la Generalitat podrá devolver los bonos que emitió el año pasado por 1.500 millones, pagar los intereses correspondientes y, si queda algo, pagar a algunos proveedores.
CAIXA DE MENUT
Acabo rápido con una impresión personal que les traslado. Con el sistema financiero valenciano en busca de compradores que lo rescaten, la Generalitat con un déficit de financiación y de liquidez cada vez más acuciante y con indicadores tan preocupantes como la alta tasa de paro o el gran número de empresas que se declaran en concurso de acreedores, tengo cada vez mayor sensación de que los valencianos nos hemos convertido en un 'riesgo sistémico'. Ojalá alguien ponga freno a esto.
Desde luego, no termino de comprender le motivo por el que la caja mas fuerte de la fusión, Cajamadrid, es la que cede y entrega la sede social siendo que la caja valenciana de la fusion es ademas la que ha hundido a la nueva entidad. Entre eso y que bankia me malatrata con sus comisiones por saldo insuficiente, que hasta me cobran la tarjeta del cajero, yo creo que lo que voy a hacer no es ya sacarle brillo a la pistola sino cerrar la cuenta. Vale que es mi cuenta de toda la vida, mi primera cuenta, la de. La extinta caja de ahorros de mis padres y mis abuelos, pero tener sentimentalismos con la usura no tienen ningun sentido. Cajamadrid o el juguetito roto de los politicos que jugaron a hacer geopolitica iberica con las cajas. Ridiculo, tristisimo.... INDIGNANTE.
No comprendo demasiado bien este speech victimista. El 60% de Bankia ha sido Cajamadrid. Imagina cómo ha tenido que sentarles a los madrileños que un tinglado en el que llevan toda su vida metiendo sus ahorras ahora pone su sede en Valencia, y allí va a pagar sus impuestos. Más cuando una de las cajas valencias que la integraron ha resultado ser un pozo. Si yo fuese madrileño, ya le estaría sacando brillo a la pistola.
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