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La historia interminable de Grecia y la Unión Europea (UE)

MIGUEL A. RODRÍGUEZ (*). 08/11/2011 "Cuando no son los griegos son los romanos los que se colocan en el punto de mira. No sé si esto terminará con la invasión de los bárbaros germanos..."

MADRID. Después del surrealista evento del referéndum griego, que se parece más a una obra de vaudeville que a un intento desesperado por sacar a flote a un país que se hunde en la insolvencia más profunda, la reunión de los veinte países más industrializados del mundo (G-20) terminó sin ninguna resolución, comunicado esperanzador o indicio de que el problema de deuda europeo esté en camino de solucionarse.

Sinceramente creo que lo de Grecia nos quedaremos sin entenderlo en su totalidad. Puede tratarse de lo que los medios vienen llamando, un órdago de Papandreu ante la insurrección dentro de su propio partido o directamente lanzado desde Grecia hacia la Unión Europea (UE) para poder seguir negociando, pero la sensación de irresponsabilidad política que ha quedado flotando en el aire es tan intensa que costará volver a la situación anterior, aunque ésta ya fuera bastante compleja.

Y quizás haya sido este hálito amenazador el que haya ahuyentando a los ya antes poco probables inversores extracomunitarios en el fondo de rescate. Ni China, ni Rusia, ni Brasil ni India tienen de momento intención de aportar ninguna cantidad al fondo de estabilidad europeo.

El anuncio lo realizó la señora Merkel al término de la reunión del G20 en Cannes, proclama que sentó como un jarro de agua fría entre los inversores haciendo caer las bolsas y retroceder a la cotización del euro en su cruce con el dólar hasta la zona de las 1,3740 unidades después de que se recuperara por encima de 1,3820 con el anuncio de la cancelación del referéndum griego.

A lo largo de la pasada semana se había estado especulando con esta posibilidad, pero es cierto que los chinos habían sido los primeros en manifestar que mantendrían al margen hasta que la situación -sobre todo la griega- no se aclarase; además de advertir que en cualquier caso ellos no serían la clave de la solución del problema sino que ésta tendrá que venir de manos de los gobiernos implicados y de los propios líderes de la UE, instando de manera clara y directa a que éstos comenzaran a tomar medidas para acabar con la incertidumbre reinante.

Pero la situación no se queda ahí. Lo peor de todo, en mi opinión, es que ahora todas las miradas se vuelven hacia Italia. El país con mayor porcentaje de deuda sobre PIB después de Grecia y uno de los cuatro más grandes de toda la Eurozona no cesa de levantar dudas acerca de su capacidad de manejar su deuda, hasta el punto de que el FMI ha ofrecido directamente ayuda en forma de préstamo a este país. El primer ministro Berlusconi la ha rechazado y sus palabras han sembrado la inquietud. Las primas de riesgo se han vuelto a disparar y las ventas de bonos italianos han resurgido en el mercado.

Lo que sí han admitido es que el FMI supervise el proceso de ajuste presupuestario, de recorte de gasto que Italia está llevando a cabo -eso es lo que ellos dicen- para poder certificarlo, esta última es la palabra utilizada por el propio Berlusconi, pero el mero hecho de que el FMI se encuentre en Italia vigilando el proceso es suficiente para que cada vez más inversores decidan deshacerse de bonos italianos en sus carteras.

Creo que esto es entendible y cada vez que leo noticias de este tipo, declaraciones políticas como éstas me surgen serias dudas sobre la capacidad de los políticos para entender profundamente el asunto económico que están manejando.

En resumen, esta historia de terror no parece tener fin y cuando no son los griegos son los romanos los que se colocan en el punto de mira. No sé si esto terminará con la invasión de los bárbaros germanos, pero lo que sí parece ser cierto es que nos encontramos ante una clara decadencia del sistema que necesita ser transformado y convertido en algo completamente diferente para que pueda servir de soporte a un proyecto de Unión Europea. Hasta que no se creen organismos como un ministerio de finanzas y un tesoro unificado no estaremos seguros de poder seguir compartiendo una moneda única y común.

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* Miguel Ángel Rodríguez es analista asociado de XTB

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