VALENCIA. Asistimos estos días a noticias sobre las retribuciones que están recibiendo la mayoría de los directivos de las cajas de ahorro. Pero esta cuestión es un fenómeno generalizado entre el resto de entidades financieras y las grandes empresas y corporaciones, en las públicas pero especialmente en las privadas.
¿Debe establecerse algún límite para estas retribuciones o es el mercado quien debe marcar las reglas del juego? Las malos resultados, la obtención de subvenciones públicas, la prestación de servicio mediante concesiones públicas, ¿pueden representar un freno a estos salarios de lujo, o son cuestiones independientes que responden únicamente al campo privado del contrato entre contratante y contratado?
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AGNÈS NOGUERA, consejera delegada de Libertas 7 SA
"Vaya por delante que no soy partidaria de la regulación legal de las retribuciones de los directivos. Empresas y directivos deben ser libres de fijar las reglas de juego que les parezcan pertinentes.
Es cierto que vistas las retribuciones de determinados directivos, las cantidades fijadas nos parecen hoy abusivas. También es cierto que posiblemente en el momento en que se convinieron eran de mercado.
Posibles soluciones:
-Transparencia: en una sociedad cotizada o una entidad publica, las remuneraciones de los directivos deben ser explicitadas individualmente y hasta el más mínimo detalle. Los socios o los ciudadanos, dependiendo del carácter de la empresa, deben conocer perfectamente las condiciones de los máximos responsables de la gestión.
-Ciclos: las retribuciones variables deben fijarse a largo plazo y, por tanto, ser susceptibles de reducirse. Es decir, si el bonus de 2010 se reparte en tres tercios a cobrar en los siguientes ejercicios, puede darse un malus en 2011 que reduzca la cantidad que esta ya en la "mochila".
-Cláusulas de revisión: las retribuciones que en ciclos alcistas parecen normales, resultan insultantes en épocas como la actual. De algún modo, deberían ligarse incluso los fijos a las situaciones de las empresas".
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JUAN LÓPEZ-TRIGO, socio de Boyden Executive Search
"Las mejores prácticas referentes a la remuneración de consejeros y altos directivos deben regirse por el mercado y por criterios éticos y de equidad, profesionalmente marcados por los propios órganos de gobierno al menos en las empresas y entidades, cotizadas o no, de índole privada y en cualquier sector.
Es el órgano de gobierno el que marca las pautas y establece las normas para fijar las retribuciones de forma justa recompensando al ejecutivo sus resultados a corto y medio plazo, dedicación, esfuerzo y valor añadido a la empresa. No olvidemos, además, las altas responsabilidades, incluso jurídicas, que se asumen en determinados cargos. Todos estos criterios, insisto, deben ser guiados por la ética lo que ya no es una opción.
Dicho esto, lo que nos alarma es la evidencia de abusos innegables motivo de escándalo. Pueden ser nombramientos para cargos de alta responsabilidad, (ejecutivos y miembros de consejos) de personas inadecuadas con historiales profesionales totalmente insuficientes para el ejercicio del cargo, remuneraciones elevadas cobradas sin el respaldo de resultados positivos (o incluso con pésimos resultados que llevan a insolvencias e intervenciones públicas), presiones para ciertos nombramientos etc.
Estas malísimas prácticas deben ser cortadas de raíz por el bien y la ética del sistema. Los consejos y otras instancias, incluso políticas, deberían tomar cartas en el asunto nombrando personas adecuadas y limitando las retribuciones en casos como los mencionados anteriormente.
Por cierto, que en esta época de crisis nadie parece escandalizarse de las retribuciones que se otorgan en otros ámbitos: frikis que aparecen en las televisiones, políticos que no acuden al Parlamento, pluriempleo público, por no hablar de una casuística demasiado larga".
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ENRIQUE VILLARREAL, economista
"Estoy de acuerdo en que si existiera una relación entre las retribuciones de determinados directivos y los resultados obtenidos muchos estarían buscando empleo. No creo que esta sea la cuestión. Lo que ha pasado es que los ejecutivos de las grandes empresas, financieras o de otro tipo, son los que ostentan el poder ejecutivo y quienes establecen su propio sistema retributivo, con la complicidad o no de los respectivos órganos directivos, y sin estar vinculados a los resultados a largo plazo.
Junto a esto, el problema de las entidades financieras rescatadas lo que ha provocado es que se empiece a ver lo que hay tras el velo de la ignorancia en que nos han mantenido respecto a las Cajas de Ahorro. Quiero recordar que muchas de las retribuciones que ahora se conocen ya estaban pactadas con anterioridad, pero ni las propias Cajas ni el Banco de España han tenido interés en que se publicaran de forma individualizada y detallada para que los ciudadanos en general pudieran conocer su existencia y reaccionar frente a situaciones abusivas".
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MARIANO AYUSO, abogado, socio de Cuatrecasas, Gonçalves Pereira
"Parece que todos estamos de acuerdo en que hay retribuciones excesivas que deberían limitarse. En especial, en aquellos casos en los que elevadas retribuciones variables, por consecución de objetivos, llevan a un cortoplacismo muy perjudicial para el sistema económico. Un ejemplo claro de esto ha sido la espectacular -y catastrófica- relación entre la proliferación de las hipotecas subprime, los elevados bonus de los gestores y la crisis financiera norteamericana.
El problema es cómo controlar desde los poderes públicos las retribuciones. Si estamos en presencia de entidades sin ánimo de lucro o perceptoras de subvenciones es más sencillo, pues la legitimación de los poderes públicos sobre el tercer sector y sobre los perceptores de ayudas es bastante amplia. Cuando entramos en el terreno de empresas sujetas puramente al mercado es más complicado, aunque hay sectores fuertemente regulados -banca, seguros, gestores de servicios públicos- en los que hay un título de intervención y siempre -y para todo- está el recurso a supeditar al cumplimiento de ciertos estándares de proporciones retributivas la obtención de beneficios fiscales o la capacidad de contratar con las Administraciones".
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JUAN LATORRE, director de KPMG en la Comunidad Valenciana
"Las retribuciones que reciben los altos ejecutivos de una sociedad entran lógicamente en la valoración que los propietarios de la sociedad tengan respecto a los objetivos que les han marcado y los que finalmente consiguen. Cada sociedad deberá evaluar, fijar y aprobar dichas retribuciones en línea con su estrategia. Es importante, y cada vez más frecuente, que una parte de dicha retribución sea variable y en línea con los objetivos estratégicos que la sociedad se marque en cada ejercicio.
Todas estas revisiones deberían estar, como no puede ser de otro modo, fijadas y aprobadas por el Órgano de Dirección correspondiente, consejero delegado, consejo de administración, comité de retribución, junta de accionistas, etc. En el caso de las empresas cotizadas son los Comités de Recursos los encargados de fijar y medir este tipo de retribuciones, y ellos responden al resto de Órganos de la Sociedad de los acuerdos aprobados. Sin este tipo de revisión, entraremos en la dinámica de que pagamos una nómina, significativa o no, y da igual lo que haga a lo largo del ejercicio. Todas las sociedades, en mi opinión, sean grandes o pequeñas, deberían establecer estos porcentajes de retribución variable, aproximadamente entre un 10% y un 20%, para remunerar los logros marcados al inicio del ejercicio.
Los importes de retribución no son más que los acuerdos entre directivo y empresa, siempre, lógicamente, que estén aprobados por el Órgano de Dirección que en cada caso corresponda, tanto en su fijación como su comprobación previo a su pago, una vez comprobado que han alcanzado o no los objetivos marcados. En mi opinión no hay, en líneas generales, sectores de actividad, buenos o malos, en todos ellos siempre hay empresas bien o mal gestionadas. Con este tipo de retribución debemos de pagar aquellos que logran incrementar a medio y largo plazo el futuro de las sociedades que dirigen
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CARLOS GONZÁLEZ TRIVIÑO, abogado
"En la declaración final de su reunión en Pittsburgh en 2009, los líderes del G-20 afirmaban que la remuneraciones excesivas en el sector financiero eran el reflejo y a la vez promovían la toma de decisiones con un nivel de riesgo excesivo.
En 2005, Burton y Weller habían demostrado que la remuneración media de los directores ejecutivos de las principales compañías norteamericanas multiplicaba por 240 el salario del trabajador medio. Pese a que la remuneración de los directivos de las compañías privadas es en principio objeto de la autonomía contractual de las partes, es obvio que en muchas ocasiones las decisiones de tales directivos pueden incidir y comprometer intereses económicos financiados con cargo a los contribuyentes, como las garantías estatales de los depósitos bancarios o los créditos a través de instrumentos como el Fondo de Reordenación Ordenada.
En cualquier caso, sí parece deseable (siguiendo a Nombela y Mulas-Granados) aumentar la transparencia en las decisiones retributivas de las empresas, alinear las remuneraciones de los directivos con los riesgos y la calidad de las inversiones, desincentivar los blindajes empresariales desorbitados para el Consejo de Administración o desincentivar el peso excesivo de las stock options dentro del sistema de remuneración a ejecutivos. Por otra parte el conflicto de intereses entre directivos y organizaciones en materia retributiva también es muy obvio en política, dado que en muchas ocasiones los responsables de la bancarrota electoral de los partidos políticos son, de hecho, los únicos que viven con cargo a sus asignaciones presupuestarias o sus parabienes institucionales".
ANDRÉS GARCÍA RECHE, exconseller de Industria y profesor de Economia Aplicada de la Universidad de Valencia
"En el informe anual que realizamos en la Universitat de València sobre la Responsabilidad Social de las Empresas del IBEX 35 se elabora un indicador de equidad intraempresa, comparando las retribuciones de la alta dirección con el salario medio del total de los trabajadores (el cociente entre ambos es el número de veces que éste está incluido en aquél).
Los resultados son de lo más exótico que uno pueda imaginarse. Desde un ratio situado en el intervalo 4,5-6,5 (dentro de la sensata "norma Tinbergen") de algunas empresas como REE, Enagás, Banco Sabadell, Iberia o Bankinter, hasta 90 que se alcanza en Telefónica; 72, en Santander ó 46, en BBVA, existe toda una gama de situaciones intermedias que no guardan relación alguna reglada con variables económicas de "mercado" (como valor añadido constatable aportado el directivo, beneficios obtenidos por la compañía a largo plazo, consolidación organizativa, etc.) como suele argumentarse sin fundamento alguno. Sencillamente, lo que ocurre, es que algunas empresas son más responsables que otras.
Y en el caso de las cajas de ahorro, la falacia de los criterios de mercado es todavía más evidente, con solo observar cómo se han conformado los consejos de administración, o qué criterios se han utilizado para nombrar a los responsables de la alta dirección. En términos sencillos: un auténtico cachondeo".
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JAVIER ANDRÉS, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia e investigador del Instituto de Economía Internacional (UV)
"En el sector público o semipúblico debe establecerse un control más riguroso de estas remuneraciones. En cuanto al sector privado, las decisiones deben ser tomadas por los propios accionistas; sin embargo este principio general debería tener algunas matizaciones importantes en lo relativo a las remuneraciones de los ejecutivos. Por supuesto, en cualquier compañía que precisa fondos públicos de una u otra forma, debido a una gestión inadecuada, los bonus por rendimiento deben eliminarse ya que los ejecutivos tienen una mayor responsabilidad en las decisiones estratégicas.
Por otra parte, la cuestión de la remuneración a la alta dirección es un aspecto más del gobierno corporativo de las grandes empresas que debe reformarse a fondo. En muchas ocasiones la distancia entre -pequeños y medianos- accionistas y los ejecutivos es muy grande de modo que aquellos tienen muy poca capacidad a la hora de diseñar las políticas de incentivos. Aunque las decisiones estratégicas y de gestión deben quedar en manos de los consejeros y ejecutivos, otras decisiones relacionadas con la imagen de la empresa y su responsabilidad social deberían tomarse en órganos con una participación más igualitaria de los distintos estamentos dentro de la misma. En general, pero muy en particular en la situación actual, la política de remuneración es parte de la responsabilidad social de la empresa".
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------JUAN MANUEL BAUXAULI, presidente del Grupo Gheisa
"Las retribuciones de altos directivos deben tener una claro carácter abierto, donde las partes puedan negociar y llegar a acuerdos privados. Desde mi punto de vista lo que no parece adecuado es que por un lado se esté asistiendo al rescate de determinadas entidades o empresas, y por otro lado se estén manteniendo estos importantes incentivos, algo falla en el planteamiento del acuerdo suscrito. Ese aspecto es el que realmente está indignando a la sociedad.
Los límites deben estar precisamente en que no se pueden mantener incentivos de esas características cuando una entidad esté solicitando una intervención pública para su subsistencia, o dichos incentivos no tengan en cuenta resultados de explotación, ratios de solvencia o aspectos esenciales para la buena marcha de la empresa.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------ALEJANDRO ROCA SOTO, director de Control de Gestión del Grupo Obinesa (Lubasa)
"Es el mercado, a través del cruce entre la oferta y la demanda el que debería fijar el precio de las cosas. Si la capacitación requerida, complejidad, situación o la escasez de perfiles lo requieren, es justo que la retribución refleje esto. No obstante esta debería en su mayor parte vincularse al cumplimiento de objetivos a largo plazo, evitando la miopía de los objetivos a corto plazo (el corto plazo vuelve a los directivos ambiciosos y temerarios).
Más que la propia retribución, la clave está en la asunción de la responsabilidad del incumplimiento de los objetivos. Si la consecución de los mismos está en manos del equipo directivo, el no alcanzarlos, no solo debería suponer el no devengo de la retribución, sino en la mayoría de los casos el despido. En este momento, las indemnizaciones solo deberían corresponder a la compensación de pactos de no competencia y compromisos de confidencialidad. Frente a la incertidumbre de la situación actual, que requiere de una extrema agilidad en la gestión, se impone la asunción de responsabilidades, rotación en caso de incumplimientos y cómo no, su justa remuneración. Causa/ fecto y rentabilidad/riesgo, no hay nada nuevo bajo el sol".
Ni los propios consejeros entre los que se encuentran algunos famosos articulistas y comentaristas económicos que ahora despotrican hicieron nada para que se supiera.
Si la oferta y demanda fijara los suelldos de los ejecutivos la mitad estarían en la calle. Lo que ocurre es que hay falta de información por parte de los empresarios y piensan, pensamos, que más vale malo conocido que bueno pro conocer. Sabiendo la historia de Lubasa tiene su aquel que se escriba lo que se escribe. Un poco de coherencia corporativa no sobraría.
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