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Cerca del final del pánico

MIGUEL A. RODRÍGUEZ (*). 13/10/2011 "Si se firma el acuerdo para que la banca europea fortalezca sus balances y el fondo de estabilidad pueda salir a la ayuda de países con problemas habría pasado lo peor..."

MADRID. En los últimos días hemos podido observar como los mercados se recuperaban gracias a la percepción de que los líderes europeos estaban tomando cartas en el asunto y se preparaban para atajar de una vez por todas los gravísimos problemas en los que se encuentran inmersos los países europeos y su sistema bancario.

En realidad, si miramos hacia atrás casi todo el problema de la Eurozona ha venido precisamente por todo lo contrario. Así, mientras uno de sus países miembros (Grecia) se hundía -empujado por sus deudas y por su incapacidad de generar crecimiento y conseguir acuerdos políticos para reducir su galopante déficit fiscal-, el resto de los Estados, liderados por Alemania, no se tiraban al agua a rescatar al que se estaba ahogando sino que, por el contrario, lo miraban desde la orilla, lo criticaban por tirarse al agua sin saber nadar y se alejaban por miedo a que lo pudieran arrastrar hacia el abismo.

Desde luego, la irresponsabilidad de Grecia es evidente pero también es cierto que una vez que se ha decidido ir a la playa juntos, lo mínimo que se puede hacer es cuidar de tus compañeros. Aún más si tenemos en cuenta lo que posteriormente hemos visto: el efecto contagio que ha arrastrado a países como Italia y España al borde del abismo.

Poco se puede hacer ya, desafortunadamente, por Grecia. Lo más probable es que el default se produzca. Se habla de un impago de su deuda que oscila entre un 50% hasta un 80%, o sea, casi todo. El problema siguiente será si puede o no puede permanecer dentro de la Unión Europea con un sistema bancario con una cartera repleta de deuda en suspensión de pagos. Recordemos que el BCE no podrá proveer de liquidez a estos bancos si como colaterales les presenta estos bonos.

Puede ser, eso sí, que se salte de nuevo las normas, pero también es posible, que Grecia tenga que optar por salirse de la Unión Europea y con ello tener que abandonar el euro. En mi opinión, aunque muchos piensan que es la solución a todos los problemas, esto incrementaría la presión sobre el resto de los países y a menos que se establezca un extraordinario sistema de protección, el efecto puede ser desastroso.

Lo que los inversores están esperando para poder desprenderse de su miedo a invertir en la zona euro es una estructura que asegure que después de Grecia no va a volver a pasar lo mismo a ningún otro país de la zona. Lo que hemos visto, como decía al principio, ha sido descoordinación, desunión y falta de interés para llegar a un acuerdo en este sentido.

Pero desde que la señora Merkel declaró que "se tiene" que hacer todo lo posible para capitalizar -o lo que es lo mismo, rescatar- a los bancos europeos con problemas, sobre todo los que son considerados de riesgo sistémicos -los más grandes-, y además ha demostrado su interés y determinación germana para conseguirlo, un suspiro de alivio se ha podido oír por los parqués de las bolsas... aunque ha debido ser electrónico porque apenas se realizan operaciones a viva voz en los parqués.

Por cierto, a nadie le debe extrañar que el objetivo del rescate sean los bancos. No se trata de una cuestión de flagrante injusticia social como parecería a primera vista. Los directamente afectados por un impago griego, o por una caída en los precios de la deuda soberana italiana, por ejemplo, son los grandes bancos centroeuropeos que han ido comprando esta deuda para rentabilizar sus carteras y al mismo tiempo financiar el gasto público de estos países.

En nuestro sistema económico, los bancos son imprescindibles y necesarios para que la actividad económica se mantenga. De ahí que la caída de uno de ellos podría resultar en un parón cuyo efecto sería incluso peor que el mero hecho de impago de una deuda soberana. Esto es el riesgo sistémico.

Las últimas reuniones y las declaraciones de Merkel y Sarkozy en las que nos daban a conocer que se había llegado a un acuerdo amplio para abordar este tema pueden ser considerados como un primer e importante paso para, de una vez por todas, acabar con el culebrón que nos viene azotando durante meses en Europa.

Creo que estamos cerca del fin del pánico y de la extrema aversión al riesgo, aunque todavía nos queden episodios de tensión, sobresaltos y dudas. Pero si se firma el acuerdo para que la banca europea fortalezca sus balances y el fondo de estabilidad pueda salir a la ayuda de países con problemas, lo peor de la película habría pasado.

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* Miguel Ángel Rodríguez es analista asociado de XTB

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