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Buscando la salida de la crisis

ALEJANDRO MAÑES. 13/10/2011 "La economía valenciana se encuentra sin empresas tractoras suficientemente avanzadas que impulsen unos sectores industriales a su alrededor análogos a los distritos industriales..."

VALENCIA. El paso de una actividad artesanal a industrial se produce en la economía valenciana en los años sesenta, con un crecimiento espectacular del sector industrial. Las ferias monográficas de los diferentes sectores comienzan por los mismos años a desgajarse de la Feria Muestrario Internacional y a dar sus primeros frutos. Juguete, mueble, lámparas, cerámica, textil, etcétera, contribuyen a retroalimentar la potencia del sector industrial. Las exportaciones se disparan, alcanzando a más del 20 por 100 del total español, y las Cámaras de Comercio, con "La Región Exporta", dan constancia de ello. Cabe añadir la aportación realizada por las primeras grandes multinacionales, Ford e IBM, apoyadas en su localización por el Instituto de Promoción Industrial.

Los primeros pasos para la consolidación de una gran potencia industrial y exportadora están dados. La salida de la primera promoción de la Facultad de Económicas en el año 1972 y la llegada de la autonomía con la democracia en el 1975, permite nuevos pasos dados en la misma dirección, como los del Instituto de la Pequeña y Mediana Empresa Industrial (Impiva), la red de Institutos Tecnológicos, el Parque Tecnológico, y el Instituto Valenciano para la Exportación (Ivex). Aquella Facultad de Económicas vino a coincidir con el despegue de la industria y la exportación valencianas y la instalación de empresas multinacionales.

Jóvenes profesionales de otros puntos de la geografía española vinieron a estudiar a nuestra ciudad y acabaron ocupando puestos de responsabilidad en las empresas valencianas de diferentes sectores industriales, multinacionales o en la administración. El intento de desarrollo de los institutos tecnológicos y parque tecnológico, en la primera etapa del Impiva, vino a corresponderse con la apuesta decidida por una política industrial de mayor valor añadido. También los empresarios aceptaron el envite y comenzaron a formar parte de los consejos rectores del Impiva, institutos y parque tecnológicos, e Ivex.

Más tarde este proceso de largo recorrido se interrumpió y las ganancias fáciles y de rápido retorno de la economía especulativa, financiera e inmobiliaria, condujeron a cuestionar toda la política industrial anterior como si ésta no fuera necesaria, a opinar que era mejor la política industrial que no existía, a ignorar los ciclos económicos y a rebajar las exigencias de lo que debía ser un parque tecnológico, tipo Silicon Valley en Estados Unidos, Sophia Antipolis en Francia o el Vallés o Zamudio en España, interpretando, el nuestro, como un polígono industrial más.

Y entonces la construcción y el turismo alcanzaron mayor protagonismo, tanto en las asociaciones empresariales como en los diferentes Gobiernos valencianos. Era cuando el PIB subía, y la inmigración llegaba, aunque algunos ya por entonces advertían de los riesgos que se corrían. Efectivamente creíamos éramos ricos, pero lo que tenía que llegar, llegó. La crisis nos alcanzó de pleno. La construcción se detuvo, la promoción se hundió, el mercado financiero se tambaleó, los porcentajes del PIB industrial y de la exportación cayeron, y el paro subió, más que otros lugares. Entonces, ahora, había que recuperar el camino interrumpido.

Pues durante todos estos años, en los que la crisis ha llegado a todos, no a todos lo ha hecho en la misma medida. Hubo quienes alcanzaron un valor añadido en sus productos que les permite hacer frente mejor a la globalización que a todos implica. Con empresas líderes en diferentes sectores que se notan a faltar en nuestro caso. Empresas valencianas que lo fueron en el pasado, en sectores como el alimentario, la cerámica, el textil, el mueble, las lámparas, entre otros, han perdido su protagonismo; empresas multinacionales han cerrado; otras han trasladado sus sedes; y entidades financieras se encuentran en dificultades o han debido fusionarse con pérdida de sede operativa.

En definitiva, la economía valenciana se encuentra sin empresas tractoras suficientemente avanzadas que impulsen unos sectores industriales a su alrededor análogos a los distritos industriales, clusters, que antaño se agruparon en diferentes comarcas valencianas generando mayor valor añadido. ¿Y entonces qué?

Pues ahí entiendo reside la cuestión. Hemos pasado de ser lugar de acogida de personal cualificado a polo de despedida de los más cualificados. Nuestros jóvenes -más preparados ahora que lo estuvimos nosotros en aquella primera Facultad de Económicas- han alcanzado gran formación, hablan los idiomas con fluidez, tienen estancias y "Erasmus" en diferentes universidades extranjeras, relaciones profesionales y personales con estudiantes de otras procedencias que les llevan, incluso, a establecer lazos familiares que condicionan, aún más si cabe, la vuelta a casa.

Mientras, aquí, donde desearían volver, las empresas privadas e instituciones públicas carecen, de una oferta laboral suficientemente atractiva para el nivel de cualificación e ingresos que ellos han alcanzado. Y qué sucede entonces. Pues que quedan residiendo en los diferentes polos atractivos situados en lugares lejanos o marchan a la capital del Estado, cada vez más potente, curiosamente, en el Estado de las autonomías.

Este es, entiendo, un punto a considerar por cualquiera de las salidas de la crisis que se contemple. Se debe ofrecer opciones a esa masa laboral aquí formada y luego desaprovechada, lo cual requiere un esfuerzo por parte de todos. En definitiva una apuesta decidida por la política industrial de largo recorrido, que suponga una mayor cualificación del tejido industrial valenciano, para hacer frente a los retos de la globalización, contando con mayor valor añadido para nuestros productos. Cosa que el nuevo conseller d'Economia, Indústria i Comerc, Enrique Verdeguer, parece está dispuesto a abordar. _________________________
Alejandro Mañes es economista

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3 comentarios

alfonso escribió
13/10/2011 20:42

¡Que razón tiene Alejandro Meñes! No hay relevo generacional en la clase empresarial valenciana. Nuestros grandes empresarios no han conseguido dar continuidad a sus empresas. Las nuevas generaciones han optado por la especulación inmobiliaria, el conservadurismo empresarial y la vida cómoda. Hay que acometer un ambicioso programa a medio plazo de lanzamiento del empresariado valenciano.

Enrique Benedé escribió
13/10/2011 12:22

Buen articulo de Alejandro Mañes. Como tantas otras opiniones que se escriben en Valencia Plaza y otros diarios. El problema es que los que tienen que ayudar a poner soluciones, ni leen, ni escuchan, ni saben, ni quieren. Nuestros gobernantes autonomicos parecen paralizados ante un gran problema al que no dan respuesta. Posiblemente el 20-N lo afecta todo.La preocupacion de los partidos son las listas electorales, el clientelismo y que no se quede nadie sin empleo. El debate político esta al margen de la realidad. ientras tanto, se estan tomando decisiones sobre la marcha, acuciados por la necesidad, sin un analisis detallado y publico de la realidad, no se sabe, o no se dice, lo que se debe recortar de forma definitiva o transitoria. Este humilde ciudadano lo ve muy complicado.

Enrique Arias Vega escribió
13/10/2011 08:16

Interesante elemento para la reflexión colectiva que no debería echarse en saco roto.

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