VALENCIA. Como Hamlet en su monólogo, el Consell parece paralizado ante un dilema al que no da respuesta: o pone fin a buena parte de lo que han sido sus políticas en los últimos años y desmantela tramas clientelares, o lleva a cabo una socialización asimétrica y no equitativa de la deuda. Las consecuencias son imprevisibles. En ambos casos.
La forma en la que las distintas administraciones afrontan las políticas de recortes es poco ejemplar y alimentan algunas de las visiones más pesimitas sobre la clase política. Afirmaciones contradictorias, anuncios y rectificaciones, argumentos oportunistas y mezquinos contra el adversario, demagogia contra los trabajadores públicos, sistemas de prioridades confusos y cambiantes, decisiones improvisadas. Y, sobre todo, la impresión de que cada Administración, en los distintos niveles de gobierno (ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas y Gobierno central), aunque esté dirigida por un mismo partido, toma sus decisiones con una lógica propia, una intensidad distinta y unas prioridades diferentes. No existe una hoja de ruta común.
¿El debate político al margen de la realidad?
Se toman las decisiones de manera reactiva, obligados por la necesidad, pero ni en la Comunidad Valenciana ni en España, nadie, ningún partido ni institución política, ha hecho un análisis detallado y público de la realidad. Nadie ha hecho una evaluación profunda de todas las áreas de gasto y ha propuesto su racionalización y una priorización ordenada de lo que se debe recortar de forma definitiva o transitoria. Lejos del debate político que sería necesario, los principales partidos siguen funcionando con la inercia de unas formas convencionales y poco constructivas de confrontación política, aunque no se correspondan con la gravedad de la situación social y económica de nuestro país en estos momentos. Ritos del pasado.
Esta semana, Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba se han prodigado en promesas a pensionistas y funcionarios y sus partidos han competido en acusaciones al rival sobre quien desmantela con más intensidad el Estado del Bienestar. Y, mientras ocurría esto, en Europa, Jean Claude Juncker, presidente del Eurogrupo, afirmaba que no duda que "la formación política que dirigirá España dentro de unas semanas continuará los esfuerzos de consolidación en marcha".
En otras palabras, gobierne quien gobierne, y prometa lo que prometa en la campaña electoral, deberá aplicar la receta europea para combatir la crisis: recortes y austeridad. Paradójicamente, aunque el marco general de nuestra política lo marca Europa, ningún partido discute políticamente el sentido y la bondad de las decisiones europeas. Es más, ni tan siquiera hay debate sobre las estrategias para la aplicación, sin discutir, de las recomendaciones europeas.
Del mismo modo, en la Comunidad Valenciana, el tiempo pasa y cada vez es más desesperante la falta de decisión del Consell. Alberto Fabra fue saludado como un soplo de aire nuevo después de unos años políticamente agónicos, pero hasta el momento sólo parece querer ganar tiempo y hacerse fuerte. Para ello, explota su principal capital político: la debilidad de la oposición y que, con su llegada, el PP valenciano ha salido del desgaste y la deriva personalista de Camps. Su oferta de diálogo con la oposición es genérica en todos los aspectos propuestos y está más cerca de ser un juego de distracción que una iniciativa hecha para llegar a acuerdos. Entre tanto, se sigue sin saber cómo plasmará su gobierno en medidas concretas las cada vez más numerosas (y contradictorias) declaraciones de sus consellers. Más ruido que nueces.
Tampoco la oposición reacciona. Jorge Alarte, privado del recurso fácil y de nulo rendimiento electoral del caso Gürtel, recurre al argumentario oficial de su partido sobre los recortes al Estado del Bienestar del PP, pero ni encuentra el tono de expresión adecuado ni crece como líder de una alternativa política. Morera y Sanz se acomodan en una oposición de recorrido secundario y sin aspiraciones a tener responsabilidades de gobierno.
Sin explicación ni sistema de prioridades
En un ambiente social dominado por la preocupación y el miedo a que lo que pueda venir sea peor que lo que estamos viviendo, se echa en falta que nuestros responsables políticos expliquen porqué hacen lo que hacen. Porqué se toman unas medidas y se ignoran otras. Porqué, por ejemplo, en estos momentos, Lola Johnson anuncia que se mantendrá la Fórmula 1, o porqué los altos cargos de la Generalitat no se han reducido en las cifras anunciadas y muchos de ellos cobran bastante más que el president de la Generalitat, mientras no se puede pagar a los proveedores. El recurso al eslogan y a los lugares comunes ya no vale. Hace falta altura política, capacidad pedagógica, transparencia y explicación clara de lo que se hace y su porqué.
En todos los partidos y niveles de gobierno de España, se dice que no tocarán los servicios sociales básicos (pensiones, dependencia, educación y sanidad) y que antes se recortará en otras cosas. Gastos superfluos, infraestructuras, eventos... Pero los servicios públicos básicos ya se han visto afectados por las primeras medidas y lo serán aún más si los recortes se multiplican. Sólo hay que ver lo hecho en el último año por Zapatero, Esperanza Aguirre o Artur Mas, por poner sólo unos ejemplos. Lo cierto es que no existe un programa general que ordene qué recortes son los primeros y cuáles deben ser evitados a toda costa. Y tampoco nadie ha considerado que para reducir la deuda, además de controlar el gasto, se deben aumentar los ingresos y que es urgente una reforma que haga más equitativo nuestro sistema fiscal o perseguir el fraude.
Debilitar el clientelismo o socializar de manera asimétrica y no equitativa el pago de la deuda
Aún más, de momento, en las comunidades autónomas, la lógica de comportamiento que parece dominar es que, donde el partido en el gobierno es el mismo de los últimos años, los intereses del partido frenan las decisiones más ambiciosas del gobierno. Por el contrario, donde un partido acaba de llegar al poder, no le tiembla la mano para desmantelar empresas, instituciones y todo lo considere innecesario.
Eso explica que el PP actúe de manera diferente en Castilla-La Mancha, Baleares y la Comunidad Valenciana. O que el conseller José Manuel Vela diga que tiene que convencer, aunque no será fácil, a los políticos del PP de la necesidad de dejar de financiar tantos grandes eventos y proyectos de dudosa rentabilidad. Vela, sin duda, es un buen conocedor de la situación de las arcas de la Generalitat, fue alto cargo del Consell y corresponsable en los años de alegría en el gasto y endeudamiento fácil. Sabe porqué estamos como estamos y ahora vive las dificultades para encontrar ingresos y pagar las facturas. Quizás por eso es consciente de que decisiones coherentes y drásticas para recortar el gasto afectarían negativamente a los intereses y las clientelas que alimentan al PP valenciano. Algo que también teme Fabra.
Pero más pronto que tarde habrá que actuar y responder al dilema de cómo reducir la deuda. No hay muchas alternativas. O se establecen unos criterios claros y socialmente equitativos sobre el orden de prioridades para reducir el gasto y aumentar los ingresos, aunque eso implique romper redes clientelares o se socializa la reducción de la deuda entre los sectores social o políticamente más frágiles. Las dos opciones tienen costes políticos, pero no tienen el mismo coste social.
Dicho de otro modo, es necesario saber si el Consell optará, cuando algún día tome medidas de calado, por replantearse -radicalmente y sin que le tiemble la mano- RTVV, la Fórmula 1, los eventos, los edificios caros y poco rentables, las infraestructuras e instalaciones social y económicamente deficitarias, las fundaciones y las empresas públicas de utilidad discutible, los centenares de asesores políticos, los sueldos millonarios de directivos amigos y todos los privilegios asociados a los cargos públicos (teléfonos móviles, coches oficiales, comidas, dietas, viajes y demás prebendas).
O, por el contrario, sus prioridades se orientarán hacia lo más fácil: socializar la deuda. Reducir el sueldo y el número de funcionarios (médicos, profesores, policías, trabajadores en oficinas oficiales, bomberos), retrasar los pagos a las empresas suministradoras de bienes a la Administración pública, y recortar los servicios públicos de Bienestar, reforzando indirecta o directamente a los privados.
¿Qué más tiene que pasar en la Comunidad Valenciana para que el Consell (y la oposición) entiendan que no se puede seguir perdiendo tiempo? Hay que dejar de responder a esta crisis con lógicas del pasado porque la realidad está cambiando y las ideas, instituciones, políticas, sistemas de intereses y formas de actuación que hasta ahora han funcionado están también en crisis. Todos, Gobierno y oposición, parecen ignorar que nadie ha vivido una situación como ésta. Cuanto más tiempo perdamos y más nos condicionen los intereses partidistas y las ideas del pasado más tardaremos en salir de la crisis y peor lo haremos.
Ecode, Tomàs, Josema, Alejandro y Marcos coincido con la idea de que la Fórmula 1 seguramente ayuda a poner Valencia en el mapa y genera beneficios. Nada que objetar si la inversión fuera privada o si siendo pública se conociera, con detalle cuales y cuantos beneficios genera y estos fueran mayores que los costes. Puesto que, ahora, la deuda crece y hay que pagar lo que se debe, habrá que elegir si financiar un hospital o la Fórmula 1. Andrés y Juan, la tendencia de fondo (soy hay que ver los mensajes desde Cataluña) es a reducir de donde hay más dinero y resulta más fácil hacer el cálculo; pero no tendría porque ser asi: no es un problema con una única alernativa. Luis, gracias por el cariño y por haber aguantado el sermón. No es mi intención amonestar a nadie y tampoco a los políticos, porque para eso, como bien dices, carezco de credenciales. Mi crítica, cuando existe, no es a los políticos, sino a algunas de sus políticas y decisiones concretas. Sólo eso. Además, no es más que una opinión y puede estar absolutamente equivocada.
A mi el artículo con todo cariño al autor me parece un sermón. Pero de los de misa mayor, a las 12 en día de gran fiesta local. ¡Menuda forma de admonizar a los políticos!. Lo malo es que Bodoque carece de credenciales para ello.
Certero análisis y minuciosa descripción de la irresponsabilidad de unos políticos que siguen de fiesta en la cubierta de un Titanic que naufraga. Claro que ellos ya se han preparado sus botes salvavidas.
¿Alguien conoce algún informe serio sobre los beneficios económicos que ha reportado a Valencia la F1?, yo pienso que debería ser el primer evento en suprimirse, y después los demás y dedicar el dinero a cosas verdaderamente importantes.
Un artículo muy interesante, porque A. Bodoque expone con claridad cuáles son los dos caminos posibles con el actual tablero de juego. Lo cual es muy importante, máxime cuando creo que todos intuimos cuál de las dos alternativas va a ser la elegida (de hecho, la verdad, da la sensación de que hace tiempo que ya lo ha sido).
Ecode, si nos sobrara el dinero, no pasaría nada con la Fórmula 1, aunque sólo fuera para demostrar que vamos sobrados y dárselo a Ecclestone por que sí, porque somos así de guais. Pero resulta que no tenemos ingresos, la deuda es galopante y si no se reduce lo que se debe, no hay dinero ni para pagar la luz. Entonces, Ecode, tendremos que pensar que seguramente la Fórmula 1 no es lo más urgente de mantener en la Comunidad Valenciana.
¿rentable la F1?. Será para los organizadores porque para el conjunto de los valencianos desde luego que no. De Valencia no se ve ni el puerto. Podría ser cualquier lugar del mundo. La prueba es que Bancaja ya se ha dado de baja.
Buenos dias Sr ECODE: no quiero que interprete mis palabras por "no querer que haya formula 1 en Valencia" ¡todo lo contrario pero ya habia y hay un circuito como El de Cheste.- "Pretender" hacer un circuito urbano para competir con Monaco me parece cuando menos ridiculo. Pero, es que además este circuito urbano tiene fecha de caducidad por muchos motivos mientras que el de Cheste está construido a medida.- Atte Alejandro Pillado Valencia 2011
Buenos dias Sr Bodoque: su analisis me sorprende satisfactoriamente porque, la radiografia que hace es la realidad que uno "palpar" en el ambiente del partido que gobierna uno de esos personaje me dijo los otros dias "para que acepto" se referia al nuevo President la verdad que tiene una patata caliente y además esta en cierta manera "cercado" o "custodiado" por aquellos que se han marchado o lo han marchado como quiera decirlo.La formula uno lo que se ha gestado en El Grao es tán escandaloso y tendría mas apelativos que dejo para cuando llegue el momento.¿Pero que están esperando?unos y otros los margenes de tiempo hace bastante que se finalizaron no se puede seguir pidiendo un nuevo "margen" porque ya no lo hay.Si todos los que leen vuestro periodico digital tuviesen tiempo y ganas para intervenir en este foro seguramente estarían de acuerdo con su artículo.-Su artículo tiene mucho que ver con "matar al ...mensajero"(en sentido figurado se entiende) algunas veces hecharle la culpa al que dice las verdades es lo mas comodo.- Atte Alejandro Pillado Valencia 2011
Yo sí quiero que haya fórmula 1 en Valencia, lo mismo pasó hace años con el circuito de Cheste, todo el manido discurso de la izquierda que ahora está calladita. Supone: negocio durante varios días, contrataciones temporales, pago de la marca, hasta la cerveza saca el cochecito en la botella y paga, turismo con personas que no sabían ni que existía Valencia, pagos de impuestos de las zonas VIP, etc. El escenario para proyectar la imagen de Valencia es inmejorable, y si alguien piensa que esto no es importante que se pregunten porque las CCAA se gastan dinero en promocionarse en las TV para que vayan. Siempre igual con el discursito de una ideología que lo único que quieren es que les den pero si hay algo que además es rentable no paran de criticarlo.
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