VALENCIA. Qué fiesta la de aquel día... ¿Quién podría olvidarla? Desde luego ni Francisco Camps ni Ricardo Costa ni Esteban González Pons. Centenares de invitados llenaban como cada año la plaza de Manises en la tradicional recepción oficial del 9 d'Octubre. Una copa, un canapé, un saludo buscado o rehuido... Como cada año... ¿O no?
Pues no. Porque la recepción de 2009 tuvo un protagonista especial. Y eso que no estuvo.
Tres días antes de aquel 9 de octubre de 2009 la prensa publicó parte del sumario del caso Gürtel. Y no era una parte cualquiera. Ni siquiera la judicialmente más importante. Pero sí la que caló más hondo entre los ciudadanos: las famosas transcripciones de las conversaciones telefónicas.
El caso Gürtel se estaba convirtiendo en un problema cada vez mayor y Génova presionaba a Camps para que tomara alguna decisión. El cabeza de turco fue Ricardo Costa, secretario general del PPCV y amante de los coches y los relojes caros, según se desprendía de esas llamadas telefónicas.
Camps se resistió pero finalmente accedió a entregar la cabeza de su mano derecha a cambio, pensó entonces, de salvar la suya. Pero Costa se revolvió. Se negó a entregarse sin luchar...
Y así llegó el 9 d'Octubre. Un numeroso grupo de periodistas trataba de abrirse paso entre la multitud en aquella abarrotada plaza, buscando entre todas aquellos invitados a alguien que pudiese aportar luz a lo que estaba pasando en el seno de un partido que, desde Madrid, daba por dimitido a Costa pese a su resistencia.
Cuando los reporteros localizaron a Esteban González Pons, ya entonces secretario de comunicación del PP nacional, sus grabadoras registraron una frase que ha pasado al lapidario de la pasada legislatura: "La fiesta en Valencia no se acaba hasta las cuatro de la tarde".
Todo el mundo entendió el mensaje: Costa tenía las horas contadas como secretario general. La orden llegaba de Madrid y se ejecutaría y punto.
Aquel 9 d'Octubre, como el siguiente, la atención no estaba puesta, como ocurría antes, en el mensaje político que se lanzaba aprovechando una festividad que reivindica la recuperación del autogobierno de los valencianos. Todo giraba en torno a Gürtel y la recepción oficial, siempre relajada, pasó a ser un momento de exposición pública incómodo, especialmente para un huidizo Camps.
Este año no ocurrirá nada semejante.
A 15 días mal contados de la histórica fecha, cuando se supone que estas cosas están organizadas con tiempo, el Consell acaba de anunciar que suspende esa recepción -y los actos festivos que financiaba en Valencia, Castellón y Alicante- "por motivos de austeridad".
Uno podría pensar que, en el fondo de la decisión, hay otros motivos que invitan a no juntar a tanta gente como la que ahora tiene algo que decir para marcar terreno político. Quien evita la oportunidad...
Pero qué quieren que les diga, casi peor me parece la realidad que la conspiración. Y si hacen un poco de memoria recordarán que el año pasado se montó un revuelo notable porque el hostelero de cabecera de Valencia y sus instituciones, Jesús Barrachina, se negó a montar el ágape de la recepción porque tardaba diez meses en cobrar. Si habrá cobrado ya o no quien montó el catering el año pasado es una pregunta cuya respuesta podemos imaginar tal y como están las cosas.
Así pues, tijeretazo al 9 d'Octubre y 200.000 euros que ahorran. Que dices, es un dinero y por alguna parte hay que empezar, pero...
Eso es. Pero. Porque resulta extremadamente ridículo anunciar este recorte mientras las semanas pasan y pasan sin que se tomen medidas serias que supongan un ahorro de verdad. Porque cada día que pasa sin cerrar decenas de fundaciones y organismos desconocidos de gastos insondables se gasta mucho más que esos 200.000 euros. ¿Que no?
Sucedió este mismo viernes: "El Consell ha concedido una subvención de 175.000 euros al Instituto para la Acreditación y Evaluación de Prácticas Sanitarias (Inaceps) dependiente de la conselleria de Sanitat". ¿Que qué es Inaceps? Pues algo dedicado a "promover la excelencia en la calidad y fomentar la mejora continua y la seguridad de los servicios sanitarios". Pues nada, a promover la excelencia... Y lo que ahorramos por una parte, se nos va por la otra.
Y así estamos, esperando alguna decisión en firme, más allá de los anuncios, alguna medida que nos haga pensar que no tendremos que pedir a la Seguridad Social que nos deje no pagarle las cotizaciones de los empleados públicos porque hay que devolverle el dinero a los bancos.
"No tenga duda que estamos trabajando", dijo la consellera portavoz Lola Johnson preguntada por la ausencia, una semana más, de acuerdos del Consell para contener el derrame económico de la Generalitat.
Sin dudar de la laboriosidad de José Manuel Vela y de Enrique Verdeguer, los consellers de Hacienda y Economía, respectivamente, y encargados de salvarnos del desastre, permítanme coincidir con el alcalde de Paterna, Lorenzo Agustí, cuando dijo el otro día que "esas medidas ya llegarán tarde y no podrán evitar el colapso de alguna administración".
CAIXA DE GROS
Precisamente Vela y Verdeguer comparecieron esta semana pasada en Les Corts para explicar su futura acción de Gobierno. Hicieron acertados diagnósticos, pero el tratamiento tendrá que esperar, pues más allá de lo que vienen repitiendo y se sabe -una corporación para ordenar el desastre de las empresas públicas o recortes previstos o, según se dice, ya aplicados (¿y aún así tenemos un déficit del 1,93% en seis meses?)- no contaron nada más.
Pero sí hay un detalle sobre el que vale la pena detenerse. Cada día que pasa el discurso de que la culpa de todos nuestros males la tiene la deficiente financiación que nos llega del Gobierno central se va haciendo fuerte.
Un dato: de las algo menos de 30 páginas que tenía el discurso de Vela del pasado jueves, las primeras 11 estaban dedicadas a echarle la culpa al Gobierno. Sin matices. No solo no escamotea el dinero que nos corresponde, si no que agrava la crisis y nos lastra la salida de ella.
¿Y que decía el resto? Pues los ya conocidos sacrificios que tendremos que hacer para afrontar esa situación a la que nos han conducido otros.
CAIXA DE MENUT
Me sirve esta idea fuerza que el Consell ha empezado a repetir como un 'mantra' para retomar el principio de esta columna. Qué lejos quedan hoy aquellos 9 d'Octubre en los que el mensaje político apuntaba siempre hacia un mayor autogobierno.
¿O no queda tan lejos? Lo cierto es que la descentralización ha topado de lleno con la crisis. Todas aquellas competencias que se reclamaron, y se consiguieron, se han convertido hoy en un problema propio.
Oír a políticos plantearse la devolución de las competencias me produce desazón. Porque, por un lado, con ese discurso se asume que con las competencias no adquirieron la responsabilidades que implican.
Por otro que aquella reivindicación que permitió recuperar para los valencianos unas instituciones propias capaces de legislar y gobernar ha quedado reducida a un acto institucional anodino y a una recepción institucional que, encima, este año no se celebra. Como si para reunir al Consell con la sociedad civil en un día como ese fueran necesarios unos montaditos.
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Gracias por pasarte por aquí, Andrés. Te he leído esta mañana en El País y podría suscribir tu columna sin problemas. Lo que ocurre es que, pese a lo que escribe Víctor en el comentario anterior (al que también agradezco su aportación) me resisto a creer que nada vaya a cambiar. Evidentemente no nací ayer y sé de las resistencias internas y externas del Consell para acabar con todo el entramado de empresas (aquí vale decir también chiringuitos) públicas. Pero no hacerlo será una irresponsabilidad. Y el tiempo, si no ha acabado ya, está acabándose. Veremos entonces.
Ximo, atraído por la propaganda que os hacen desde La paella me he venido a leeros. Veo que Anselm Bodoque y tú estáis en una misma longitud de onda. Como le he escrito también a él, yo soy algo más pesimista. No puedo evitar ser mucho más escéptico respecto de la verdadera voluntad e intención (por no decir capacidad) de Verdeguer y Vela (sobre todo de este último, que a fin de cuentas es quien más habría de rectificar políticas pasadas en parte definidas por él) de cambiar las cosas y tomar este torno por los cuernos. Obviamente, el problema de financiación no se va a arreglar y la gestora que Génova a impuesto al PP valenciano va a ser tan reivindicativa frente al nuevo Gobierno estatal como, no sé, Lerma pidiendo la A-3. Con esos mimbres contamos. Y me temo que todos intuimos, a estas alturas, cómo va a resolver el tema nuestra Administración autonómica: con unos recortes salvajes en personal en Sanidad y Educación y punto. No se les ocurre nada más, son burócratas del recorte fácil y lineal. Y, sobre todo, hasta que la quiebra a la griega no aceche seriamente a la Generalitat o a España esta gente no es capaz de desmontar los abrevaderos. Sencillamente, no pueden. Es ir contra todo lo que ellos han hecho, han creado, y les ha permitido vivir muy bien, ganar elecciones y colocar a todo su entorno. No se renuncia a eso tan fácilmente.
¿hay algo que al señor Clemente le parezca bien (o no completamente mal)? Debería recordar que ese papel de guardián de las esencias quema a quien lo practica, porque el lector ya sabe lo que se va a encontrar: azufre y olor a cuerpos quemados.
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