MADRID. El engorro no se circunscribe solo a España, sino que se extiende a otros países en donde con cierta frecuencia los exmandatarios confunden los intereses públicos con los privados. Para recordar cuan compleja es la tarea de saber estar, basta recordar el caso del canciller Schroeder de 1998 a 2005, severamente criticado por ayudar a gestionar un préstamo de 1.400 millones de dólares a favor de la empresa Gazprom, un mes antes de renunciar a su puesto. A su salida del gobierno, Schroeder aceptó la presidencia del proyecto del gaseoducto Nord Stream de Gazprom, acordado bajo su mandato, lo que ocasionó a Alemania una mayor dependencia de del gas natural ruso. Todo un genio.
Bill Clinton empezó dando conferencias a razón de 250.000 dólares, más gastos, cuando abandonó la Casa Blanca, aunque hoy y tras sus problemas coronarios esté centrado en su fundación benéfica y especialmente en su papel como copresidente de la comisión para la reconstrucción de Haití.
En España, ha aflorado con fuerza el problema en los últimos meses, como consecuencia de un ataque de incontinencia verbal que el ex presidente González experimenta y en donde ha mezclado de forma muy poco sutil sus intereses privados con sus intereses públicos. González nunca ha sido proclive a callarse y durante la última parte de la presente legislatura ha ofrecido todo un repertorio de citas que ha hecho las delicias de los periodistas que le siguen.
Famosas son sus arremetidas contra el inquilino de la Moncloa desde que dijera aquello de que “rectificar es de sabios y hacerlo todos los días es de necios” en referencia al presidente del Gobierno. Hasta ahí, todo dentro de los límites de lo aceptable. El problema surge cuando González pierde el sentido del riesgo, abandona el papel de gurú del que tanto gusta y actúa de forma éticamente dudosa, traspasando la líneas roja en más de una ocasión, lo que le ha generado serias críticas dentro de su propio partido, del que será miembro toda la vida, aunque cada vez menos simpatizante.
Sorprendía hace unos meses el expresidente del Gobierno cuando hacçíoa acto de presencia en un desayuno organizado por Europa Press y patrocinado por la patronal de los laboratorios farmaeúticos, Farmaindustria, defendiendo que la sanidad debía ser intocable, en un intento claro de presionar a su compañera de partido, Leire Pajín, para que no tocara los presupuestos dedicados a la farmacopea. Todo parece indicar que perdió la batalla.
Semanas más tarde y con motivo del intento de Sacyr-Pemex de hacerse con el control de Repsol, nuevamente volvía a salir a la palestra en defensa de la petrolera -"a título personal"- escondiendo u olvidando que era consejero de Gas Natural y por tanto dentro del ámbito de influencia de la Caixa, entidad con una presencia de referencia en Repsol. ¡Vamos, un hecho relevante como la copa de un pino!
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Carlos Díaz Güell es director de la revista Tendencias del Dinero
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