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Rubalcaba en clave valenciana

GUILLERMO LÓPEZ GARCÍA (*) . 13/07/2011

VALENCIA. El candidato socialista a suceder a Zapatero tras las próximas elecciones generales, Alfredo Pérez Rubalcaba, se está dando prisa para lanzar su candidatura. Rubalcaba ha decidido abandonar ya el Gobierno por diversos motivos: centrarse en la campaña electoral; ofrecer un discurso propio y en la medida de lo posible diferenciado de la gestión del gobierno del PSOE y, en particular, de la figura de Rodríguez Zapatero; y prepararse ante la posibilidad, cada vez más probable, de un adelanto electoral, que le dejaría con menos tiempo por delante para hacer campaña.

Son decisiones, curiosamente, muy similares a las que adoptó el hoy candidato del PP, Mariano Rajoy, cuando sucedió a José María Aznar con vistas a las elecciones generales de 2004; Rajoy también abandonó el Gobierno, del que también era vicepresidente político, y también intentó (más o menos) separarse de las aristas más extremadas del aznarismo. Rubalcaba también llega con la misma legitimidad democrática que Rajoy (ninguna), aunque en una situación distinta: Rajoy venía avalado por el dedazo de Aznar, entonces prácticamente omnipotente en el PP, mientras que Rubalcaba ha llegado merced a un confuso golpe palaciego para evitar el proceso de primarias que prefería Zapatero.

Por eso, el afán de Rubalcaba por diferenciarse probablemente tenga mayor calado y pueda verse, además, tanto en lo que se refiere a sus políticas como en cuanto a las personas de las que se rodea. El candidato socialista, en sus primeros pasos, multiplica los guiños al movimiento del 15M mientras trata de recuperar a figuras del socialismo anteriores a Zapatero, como Ciprià Ciscar, o amortizadas por este en su primer mandato, como Cristina Narbona o Jesús Caldera. En ambos casos, Rubalcaba está presentando un perfil de socialdemocracia clásica que busca recuperar los votantes desafectos por la gestión de la crisis económica y la renuncia a muchos valores tradicionales del PSOE.

Y, además, se trata de decisiones que en algunos casos pueden tener un impacto considerable sobre la Comunidad Valenciana y, especialmente, sobre el PSPV, incluso aunque Rubalcaba pierda las elecciones. Hablamos, en concreto, de la recuperación de la figura de Ciprià Ciscar y del posible adelanto electoral.

¿Elecciones generales en noviembre?

No caben muchas dudas de que detrás de la proclamación de Rubalcaba y su abandono del Gobierno planea la posibilidad de adelantar las elecciones generales, probablemente para finales del mes de noviembre. La estrategia inicial del PSOE y, sobre todo, de José Luis Rodríguez Zapatero, pasaba por agotar la legislatura, en la confianza de que en marzo de 2012 lo peor de la crisis electoral ya habría pasado y las expectativas electorales mejorarían sustancialmente. Sin embargo, varios factores concurren para que eso no esté ya nada claro.

En primer lugar, todo apunta a que la salida de la crisis está lejos aún, y a que las mejoras, de producirse antes de las generales, no llegarán a tiempo para tener efectos palpables sobre las cifras de paro. Por tanto, prolongar la legislatura es prolongar la agonía, mientras que acortarla supone dejar en manos del PP cuanto antes la gestión de la crisis y el coste electoral que lleva aparejado. En segundo lugar, la dimensión de la derrota electoral del PSOE en las elecciones municipales y autonómicas fue tal que su legitimidad para seguir al frente del Gobierno español ha quedado muy menguada.

Por otra parte, la estrategia de agotar la legislatura se basaba en otro presupuesto importante, y es que los tiempos los marcaría su máximo defensor, José Luis Rodríguez Zapatero. Así, tras las elecciones del 22M se deberían haber celebrado elecciones primarias en el PSOE, que previsiblemente habrían aupado a Rubalcaba como candidato, con Carme Chacón como número dos. Pero Rubalcaba y los barones socialistas (entre ellos, aunque sin demasiado protagonismo, Jorge Alarte) dieron un golpe de mano para evitar las primarias y otorgar directamente la candidatura a Rubalcaba, en lo que supuso una primera aceleración de los tiempos.

La segunda la hemos vivido este fin de semana, con la proclamación del candidato y su abandono del Gobierno. Y todo indica que la tercera aceleración la veremos a la vuelta del verano, o incluso antes, con el adelanto de las elecciones generales.

Este adelanto electoral no le viene demasiado bien a Jorge Alarte. El varapalo electoral de los socialistas en la Comunidad Valenciana, considerable incluso en el contexto de la "marea azul" del PP, ha dejado a Alarte al borde del precipicio, abocado a un pacto con el lermismo, personificado en su alianza con Ximo Puig para mantenerse al frente del PSPV. Pero no caben muchas dudas de que su figura política, ante la derrota, está amortizada. En la Comunidad Valenciana y también a ojos de Ferraz.

En este contexto, la apuesta de Alarte pasaba por esperar y ver. Sobrevivir hasta las elecciones generales y, a partir de ahí, ver quién se hacía con la Secretaría General del PSOE, qué planes tenía... En el mejor de los casos para Alarte, y apurando los plazos, tal vez el PSOE no estuviera en condiciones de fijarse en el PSPV hasta septiembre de 2012. Pero ahora los plazos se han acortado considerablemente, y el margen de maniobra para los movimientos internos en el PSPV, que comenzaron la misma noche del 22 de mayo, se ha ensanchado correlativamente.

Ciprià Ciscar como representante de Rubalcaba

Por otra parte, y a pesar de que Alarte, siguiendo instrucciones de José Blanco, le dio su apoyo a Rubalcaba en su lucha interna con Carme Chacón, no parece que el ya ex ministro del Interior se sienta particularmente en deuda por este apoyo. Según informaba el diario ABC, Rubalcaba tiene planes de recuperar a figuras señeras del socialismo español de la época de Felipe González o de los primeros años de Zapatero. Y en el caso de la Comunidad Valenciana, la persona en la que Rubalcaba confía para representarle y poner orden en el PSPV es Ciprià Ciscar.

Ciscar, exconseller de Educación con Lerma y secretario de Organización del PSOE en los últimos años de Felipe González y en la época de Joaquín Almunia, mantiene buena relación con Rubalcaba. Sin embargo, no puede decirse lo mismo de Alarte, inicialmente apadrinado (en la peculiar estructura de familias del PSPV) por Ciscar, pero de quien se ha distanciado en los últimos años. ¿El motivo? El de siempre: Alarte llegó como alternativa al lermismo y acabó pactando con Ximo Puig.

Francesc Romeu, rival de Alarte en el Congreso de septiembre de 2009 que le aupó a la Secretaría General del PSPV y representante del "ciscarismo", ya ha saludado con alborozo el lanzamiento de Rubalcaba como candidato y las expectativas que se abren, en consecuencia, en el PSPV.
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Guillermo Lopez García es profesor titular de Periodismo en la Universitat de València

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