VALENCIA. ¿De quién es la responsabilidad del elevado endeudamiento de las familias españolas? ¿Está la banca cobrando las hipotecas a coste cero? ¿Los planteamientos del Gobierno han tenido la misma trascendencia que los ratings de las agencias de calificación en la prima de riesgo española? ¿Existen alternativas que puedan ponerse en práctica para mitigar el problema que supone para muchas familias las ejecuciones hipotecarias?
Entender la actualidad y sus noticias. ValenciaPlaza.com inició ayer y continuamos hoy un espacio diario de lunes a viernes dedicado al análisis de las cuestiones más polémicos de la vida política y económica de España y de la Comunidad Valenciana. Un grupo cerrado de expertos valencianos, profesores, empresarios y directivos compartirán sus opiniones y diagnóstios con los lectores. Cada semana se planteará una cuestión y los expertos irán respondiendo de lunes a viernes. Esta semana, el debate es sobre el origen y la responsabilidad del elevado endeudamiento de las familias españolas y del país en general. Hoy ofrecen su opinión Agnès Noguera (Libertas7), Jordi Palafox (Universidad de Valencia) y Javier Ferri (Universidad de Valencia)
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AGNÈS NOGUERA, consejera delegada de Libertas 7 SA
Durante los últimos años, los españoles hemos tenido la percepción de que éramos más ricos de lo que realmente se está demostrado que somos. Resultado: hemos cometido errores. La responsabilidad debemos asumirla cada uno en la parte que nos toca. Todos dábamos por sentado que el mercado inmobiliario iba a aterrizar suavemente permitiendo un ajuste gradual.
Con una perspectiva de más largo plazo, la compra de una vivienda es una buena inversión. Las rentabilidades medias para alguien que compró hace 10 años, se sitúan en el entorno del 8%, a los actuales precios del mercado.
La drástica caída del mercado inmobiliario ha supuesto un importante coste para las entidades financieras no solo en términos de quebrantos y recursos inmovilizados, más importante todavía, en términos de credibilidad y solvencia. El negocio de los bancos no está en obtener beneficios inmobiliarios, la clave está en movilizar rápidamente esos recursos para volver a prestarlos.
Existen posibles soluciones. Se podría estudiar la creación de un fondo ICO-Entidades Financieras que durante un máximo de 3 años atienda parte de las cuotas que las familias con menores recursos no pueden pagar. El capital pendiente de pago se reestructuraría en un préstamo a 40 años que se inscribiría en el Registro como una nueva carga.
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JORDI PALAFOX, catedrático de Historia de las Instituciones Económicas
Más que repetir que nadie fue obligado a firmar una hipoteca, tal vez tenga sentido interrogarse acerca de las causas de la percepción social dominante. ¿Por qué se piensa o se defiende que muchos “fueron engañados por los bancos” a pesar de que los niveles educativos de la población (entre otros indicadores) demuestran que estamos en un país avanzando? Al margen de otros elementos relevantes como el querer echar la culpa a otros de los propios errores, no descartaría como elemento explicativo la ausencia total de advertencias desde los poderes públicos (o los políticos en general) durante el boom.
Estamos en un país en que un miembro del Gobierno dice tener la receta para crear empleo y el principal partido de la oposición afirma que hasta que no gobierne no habrá recuperación. Parece explicable en ese contexto que una parte relevante de la población les recrimine que estén al servicio de los bancos por no haber advertido que no hay desayunos gratis. La opinión pública quizá tiene en este terreno escasa relación con las opiniones publicadas.
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JAVIER FERRI, profesor del Departamento de Análisis Económico de la Universidad de Valencia
No se pueden plantear esta cuestión en términos dicotómicos: hogares versus entidades crediticias. Como en la mayoría de los fenómenos económicos, los resultados observados son consecuencia de la actuación de los agentes que configuran los mercados. En el mercado de crédito hipotecario, los compradores son los hogares y los vendedores los bancos y cajas de ahorro. Para que se conceda un crédito es necesario que haya un vendedor dispuesto a ofrecer el producto (y dicho producto conlleva unas condiciones bien establecidas de cobros de tipos de interés, plazos de devolución y ejecución anticipada del crédito), y un comprador dispuesto (de manera voluntaria) a adquirir dicho producto, con las condiciones establecidas.
Tanto vendedores como compradores asumen riesgos cuando deciden formalizar un contrato de crédito hipotecario a muchos años y que se derivan, por ejemplo, de la evolución futura de los tipos de interés y de los costes aparejados (tanto para bancos como para hogares) a un futuro escenario de insolvencia. Entre otros factores, el periodo del boom de crédito hipotecario en nuestro país se explica porque ambas partes (sobre todo hogares y cajas de ahorros) infraestimaron el riesgo, otorgando una probabilidad muy reducida a eventos negativos en el futuro, o una probabilidad muy elevada al hecho que, de producirse, otros se harían cargo del problema. Ahora sabemos que ambas partes se equivocaron al estimar a la baja la primera probabilidad, aunque parece que acertaron con la segunda...
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MANUEL ILLUECA, Universidad Jaume I y Instituto Valenciano de Investigacionbes Económicas
"Nadie fue obligado a prestar ni a tomar prestado". Esta obviedad, que viene a repartir culpas por igual entre prestamistas y prestatarios, tiene la virtud de situar el debate en el terreno de los incentivos mal diseñados: ¿por qué prestaron los bancos? y ¿por qué se endeudaron las familias? Mientras la burbuja crecía, las agencias de rating mantuvieron estables las calificaciones de crédito de nuestro sistema bancario (ver gráfico adjunto), en parte debido a sus propios intereses comerciales, pero también a la confianza que generaba la supuesta excelencia de nuestro sistema de supervisión prudencial.
Ausente la penalización por riesgo en la captación del pasivo, el incremento del crédito generaba beneficios contables crecientes para bancos y cajas de ahorros (recuerden que, en contabilidad, el riesgo ex ante NO es un gasto). Con semejante esquema de incentivos, el director de oficina que no quisiera conceder préstamos tenía simplemente que... ¡cambiar de sector! Cuando busquemos culpables, no olvidemos a las agencias de calificación del riesgo.
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JUAN LATORRE, director de KPMG en la Comunidad Valenciana
"En la actual situación de crisis tan grave que vivimos, se deberían separar las opiniones de campaña electoral de las de gestión como gobierno. La acción de gobierno siempre puede dirigir u orientar la actuación de sus ciudadanos mediante su gestión política. El Banco de España tenía información sufiente y ha venido insistiendo en el problema del sector inmobiliario, se podían haber tomado decisiones para paralizar el incremento exponencial del sector inmobiliario de los últimos ejercicios. Ahora es el momento de terminar con la restructuración financiera de las cajas y algunos bancos e ir adoptando decisiones como gobernantes.
Las empresas o los países deben de transmitir confianza a sus acreedores con las créditos que toman diariamente y para dar información a sus prestamistas están las agencias de calificación de riesgos crediticios (rating). Si cumplimos nuestros acuerdos transmitimos confianza y entonces se nos renuevan las pólizas como empresas o se cubren nuestras subastas de deuda como País. En caso contrario se nos cierra la financiación y entonces podemos cuestionarnos los mercados, el sistema, los prestamistas, las agencias de ratings etc., pero debemos de analizar el punto principal: ¿se confía en nosotros para cumplir lo acordado sí o no?
Respecto a las ejecuciones hipotecarias, se están realizando amparadas en la legislación vigente. Si políticamente se decide que hay que cambiar esas normas debería ser a futuro. Siendo conscientes de que si reducimos garantías, la prima de riesgo también subirá para la mayoría de los ciudadanos que contratan y devuelven sus préstamos cuando toca.
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CRUZ SIERRA, periodista y director de ValenciaPlaza.com
No debe resultar demasido saludable ni ético para una sociedad de nuestros días trasladar al Gobierno y a la banca -y en general a "los demás"- toda la responsabilidad de unos males que de salida se han producido por la propia negligencia de los individuos a la hora de evaluar los riesgos que asumían y, por supuesto, por la falta de escrúpulos y de profesionalidad de tantos directivos de banca y del Gobierno que ha alentado tales comportamientos. Unos, en busca de dividendos. Otros, de recaudación.
Por tanto, en primer lugar, cabría esperar una autocrítica social por haber actuado de algún modo cómplices de las actuaciones que han conducido al actual estado de las cosas. Asumida esta responsabilidad, a continuación habría que establecer los medios legales necesarios para que no vuelvan a reproducirse tales comportamientos económicos y sociales. Lo cual lleva consigo no solo una nueva y sensata regulación de las relaciones de la industria financiera con la sociedad sino el alejamiento de sus responsabilidades por parte de los directivos bancarios que causaron o simplemente convivieron con aquellas actuaciones bancarias.
Finalmente, será necesario establecer sistemas de ayuda y protección para los miembros y familias de la sociedad más débiles y que dificilmente pueden afrontar el pago de sus hipotecas. Será importante no olvidar cómo llegamos a esta situación para intentar no volver a vivirlo, aunque la repetición de errores es practicamente consustancial al ser humano.
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