VALENCIA (VP). Mucho ha llovido desde que a mediados de 2009 se iniciará la reforma de medio sistema financiero español. Muchas han sido las leyes -y sus posteriores normativas de desarrollo-, que deberían dar mayor flexibilidad y solvencia a las cajas de ahorros a la hora de desempeñar su crucial faceta de intermediario financiero en la economía real.
Hemos asistido al reposicionamiento de las cajas en relación a la forma en la que desean ejercer la actividad bancaria: de forma directa como hasta ahora -las menos-, o de forma indirecta a través de bancos o sistemas institucionales de protección -las más-.
Ya lo dijo el presidente de La Caixa, Isidre Fainé, en abril del pasado ejercicio cuando fue elegido presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA): "Todas las cajas tendrán su propio traje a medida". Y así todas las cajas, con la ayuda inestimable de las nuevas normas de solvencia aprobadas en enero de este mismo año, han puesto rumbo irremediablemente hacia su bancarización.
Todos los grupos de cajas, la inmensa mayoría de ellas, con abultadas necesidades de capital adicional, pero conviene recordar que la nueva normativa de solvencia española -más allá de Basilea III- es de obligado cumplimiento para el sector de entidades de credito español: bancos, cajas y cooperativas de crédito. De estas últimas solo cabe aplaudir su estabilidad y solvencia más allá de los movimientos propios y de sentido común de este grupo de entidades en un entorno cada vez más adverso.
De las cajas de ahorros todo o casi todo se ha dicho; pero dentro de los bancos las cosas no han sido homogéneas. La mayoría, por aquello de estar cotizando en el mercado bursátil, han aprobado el raspado 8% del mínimo obligatorio exigido aunque a los mercados ya no les vale ese porcentaje de core capital básico o 'core capital' y no tardarán mucho en pedir el doble dígito. Al tiempo. Pero no menos cierto es que los bancos han acometido planes de mejora de eficiencia y solvencia adicionales.
Sin embargo, no toda la banca ha estado en disposición de tomar sus propias decisiones. Y me refiero a todos aquellos bancos cotizados propiedad de cajas de ahorros como Banco Guipuzcoano y Banco de Valencia. La historia del primero es clara: absorción -una más- por el 'comebancos' del Sabadell. Pero, ¿cuáles han sido los planes del banco cotizado de Pintor Sorolla?
A nadie se le escapa que la respuesta es una especie de 'conundrum' o misterio, el mismo que envuelve la cotización a la baja en el Mercado Continuo, que derivan en una serie de interrogantes: ¿Es el consejo de administración del banco fagocitado por Bancaja el que debería haber tomado alguna decisión en linea con el resto de la banca? ¿Debería haberse tratado en el consejo de administración de Bancaja al formar parte de su propio grupo?
¿Tal vez deberíamos haber esperado noticias del Banco Financiero y de Ahorros poseedor de los derechos políticos del Banco de Valencia? ¿O tal vez de Bancaja Inversiones y sus socios del Guggenheim Capital y Deutsche Bank? -éste último sí que ha recapitalizado su filial española- ¿O todo se ha relegado a que Bankia obtenga el beneplácito de los mercados? Muchos interrogantes sobre el Banco de Valencia. Demasiados. Y, mientras tanto, ahí están aguantando sus 50.000 acccionistas. Confianza sí, fe ciega no.
Muy acertado el articulo sr. Torralba,siga arrojando claridad sobre el banco, los accionistas se lo agradecemos
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