MADRID, 9 Feb. (OTR/PRESS) El presidente Zapatero, que es el único que puede, no va a disolver Cortes ni convocar elecciones anticipadas. Ni siquiera va a someterse a una moción de confianza. Tampoco el PP va a presentar una Moción de Censura que tiene perdida de antemano por matemática parlamentaria. Es más, es muy dudoso que contara con algunos votos además de los suyos, con lo cual podría salirle el tiro por la mismísima culata.
Pero cálculos electorales aparte, que es lo único que parece mover a nuestros políticos, y siendo el más sencillo que si a alguien no le interesa pasar por las urnas es a ZP lo que sin embargo sería lo más racional sería esa convocatoria electoral. Porque, en realidad sea ahora o se retrase hasta que sean inevitables por plazo o por asfixia, la única salida real, la única forma de afrontar la situación en la que nos hallamos metidos pasa por un pronunciamiento popular y un mandato muy concreto a los electos sobre cuales van a ser sus fórmulas de combatir el terremoto económico y social que se ha abatido sobre España.
Porque y señalando a quien debe señalarse (lo de culpar a la oposición de lo que es exclusiva labor del gobierno solo cuela aquí y para parroquianos muy fieles) el problema es que Zapatero a estas alturas esta aherrojado y preso para hacer frente a la crisis. No la vio, no la quiso ver, la quiso ocultar, la dio por superada...todo eso, desde luego, pero ahora y lo peor es que aunque quisiera no puede enfrentarse a ella, porque está en grilletes. Los que le han puesto los sindicatos. Cierto que se los ha puesto el y los ha exhibido con orgullo y gran alarde. Pero aunque se dejara de cárceles ideológicas ante la necesidad -que no se va a dejar ni por asomo- es que tiene la imposibilidad absoluta y real de poderlo hacer. No quiere liberarse, pero es que no puede tampoco porque ese sería ya volar sus propias compuertas, las que aún le retienen un voto, aunque este sea cada vez menos caudaloso.
Las medidas que está proponiendo, se aborrajan a cada instante que pasa, y acabaran por aguachinarse todas y convertidas en inutilidades y humaredas porque, sencillamente, a quien ZP no puede enfrentarse es a UGT y CC.OO. Se entregó a ellos. Y hoy, el sindicalismo burocratizado es la mayor rémora para cualquier gobernante que haya de tomar medida alguna. Porque España no está ya ni un instante más para que su política económica la dirija Méndez. Tampoco está, ni aguanta más para risitas, ni sonrisitas, ni buen rollito ni talantes. El país no está para "bibianadas"
España está para ponerse serios y actuar de una vez con seriedad. El país está deseando hablar y debería poder hacerlo. Y el gobernante que surgiera poder actuar bien sin los grilletes a que hoy está sometido, si el elegido es Zapatero, o con la incontestable oportunidad de un golpe de rumbo y de timón si otra voluntad mayoritaria emerge de las urnas.
No hay otra solución política que la convocatoria de elecciones generales. Pero no depende de nadie excepto de el mismo. Y no entra en sus cálculos ni en su interés. Supone que el suyo es aguantar como un buzo y que esto habrá de comenzar a mejorar algún día por efecto de algún birlibirloque. Haciéndose, si es menester, hasta trampas en el solitario y hacer que mueve ficha sin querer mover ninguna. Ese es su juego y su meta. Como quede España, como está ya, no parece su problema. No puede apelarse a su responsabilidad como gobernante porque es inútil y superfluo considerarle como ninguna de ambas cosas. Tenemos un problema. Una crisis y un problema. El es ahora mismo el problema.Actualmente no hay comentarios para esta noticia.
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