MADRID. Finalmente las sospechas se han confirmado: las contundentes subidas del martes en los mercados de renta variable fueron fruto de un mero rebote técnico. Las compras no fueron apoyadas por los institucionales que se aferran a su saldo vendedor, lo que da lugar a subidas de escaso volumen como la de dicha sesión.
Los mercados volvieron ayer a su tendencia bajista y cotizaron a la baja los malos datos macroeconómicos de la jornada, entre los que estuvieron la subida de la inflación en EE UU y el empeoramiento del índice de manufacturas y producción industrial en este mismo país.
La nota positiva la puso la subasta de Portugal, que logró culminar con éxito dejando perplejo a un mercado que al principió amagó con cotizar al alza esta noticia sin mucho éxito. Los malos datos macro y las posturas encontradas entre diferentes miembros de la Unión Europea y BCE sobre el rescate de Grecia fueron suficientes para eclipsar la buena noticia de Portugal.
De la reunión de ministros de Finanzas de la Eurozona no se sacaron conclusiones claras y el tiempo para que Grecia reciba el siguiente tramo de ayudas antes de entrar en quiebra se agota. El FMI no concederá el siguiente tramo a Grecia hasta que no haya un consenso sobre el segundo rescate y Alemania, Francia y el BCE son inflexibles con sus posturas contrapuestas.
Empieza la cuenta atrás y los mercados esperan la decisión final con bajadas. Cualquier solución parece no ser buena, si bien es cierto que hay algunas peores que otras. De ahí la preocupación generalizada. Si finalmente se obliga a los inversores privados y bancos a tomar parte de una reestructuración, esto significaría que Grecia ha entrado en suspensión de pagos.
El BCE, principal tenedor de deuda Griega, podría tener serias complicaciones, los bancos griegos quebrarían necesitando un rescate que el Estado griego no puede concederle, los bancos alemanes y franceses se verían fuertemente afectados y el efecto bola de nieve llegaría hasta EE UU donde sus bancos son los principales emisores de CDS griegos, los famosos seguros de los bonos. Por no hablar del efecto contagio hacia el resto de países de la periferia.
Viendo la cadena de afectados ante tal medida, cualquier otra parece mejor, aunque esto signifique aplazar lo que parece inevitable. Al menos un aplazamiento voluntario para los acreedores de deuda griega no sería considerado una suspensión de pagos y los efectos serían mucho menores. Por una vez, los bancos tendrán que arrimar el hombro y acudir, aquellos que puedan permitírselo, a este aplazamiento, pues de lo contrario la situación se podría complicar aún más y les acabaría salpicando con consecuencias peores.
Como vemos, la situación es complicada y analizar las consecuencias no es fácil, con lo que es entendible el tiempo que se están tomando para tomar una decisión final, más aún cuando Grecia no parece poner nada de su lado.
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* Soledad Pellón es estratega de mercados de IG Markets
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