MADRID. En economía no todo es cuestión de números y modelos. La ciencia económica, y ello lo saben bien los economistas, se ve afectada de forma permanente por cuestiones muy alejadas de la teoría y los principios económicos y más próximas a las ciencias sociales e incluso al mundo de la medicina. Sin embargo y a pesar de que esos factores influyen de forma decisiva en los resultados económicos, no siempre su medición responde a planteamientos cualitativos y si a factores cuantitativos.
La aversión al riesgo, elemento básico de la situación económica española y muy recurrente entre analistas, es un caso de libro. De la misma forma que en el mundo de la psiquiatría o de la psicología no se utilizan modelos matemáticos para ofrecer soluciones a problemas de desequilibrios del comportamiento, no parece razonable que la ciencia económica no busque fórmulas más sofisticadas para medir la incidencia de los comportamientos de la sociedad en las políticas económicas. Es el caso de España.
Un años después de haberse aprobado la reforma laboral y ante el desencuentro de empresarios y sindicatos, el Gobierno aprobaba en Consejo de Ministros un decreto-Ley sobre la Negociación Colectiva, capítulo éste que sorprendentemente había quedado descolgado de la reforma de hace un año. La consecuencia de ese olvido han sido 124.000 desempleados más. La decisión del Gobierno ha sido desabridamente recibida por sindicatos y patronal e incluso el BCE a través de su consejero González Páramo, aseguraba que la reforma de la negociación colectiva servirá "de poco" si España no cuenta con un mercado de trabajo "más flexible". Las puertas, sin embargo, quedan abiertas, como se señala en un comunicado conjunto de UGT y CCOO, para que, “por el interés general del país y por el buen desarrollo de las relaciones laborales” … “recuperar el diálogo sobre la negociación colectiva” durante el trámite legislativo.
Observadores internacionales no terminan de comprender cómo los plazos vencen sin adoptarse las medidas que se consideran imprescindibles para reactivar la economía que, hasta que no se demuestre lo contrario, pasa por algo tan simple como es la vuelta de la inversión a los niveles suficientes para crear empleo.
Y ello no depende tanto de factores relacionados con la ciencia económica como de cuestiones más próximas a las ciencias sociales, en la medida en que se considera que los más graves problemas que afectan a la economía española ante los mercados internacionales, están más próximos a conceptos como la confianza o la aversión al riesgo que a parámetros o aspectos relativos a la econometría.
Los mercados someten a una observación permanente y ajustada no sólo a la economía española, sino a los comportamientos de los agentes sociales y de los gobiernos, sean centrales, autonómicos o locales, y en base a ello determinan sus consejos, previsiones y decisiones de inversión. Y si hay una cosa clara es que no están satisfechos con los tiempos y las formas de la reforma financiera o de la reforma laboral española y muestran su sorpresa ante la resistencia al cambio que se produce en España a la hora de abordar reformas que sin duda beneficiarían al país y que se consideran imprescindibles. "Lo saben gobierno, sindicatos y patronal y pese a ello ninguno parece dispuesto a modificar sus conductas".
Así se manifestaba un reputado analista internacional sorprendido por la dura oposición a adoptar medidas que ayudarían a crear riqueza y por lo tanto a generar empleo y con ello activar la demanda interna, etc., etc. “El dinero es cobarde por naturaleza y de ello es consciente el más tonto de la clase”. La expresión corresponde a un profesor de una acreditada escuela de negocios para explicar a sus alumnos la necesidad de facilitar el acceso o la llegaba de capitales a un país como España, “condiciones que no se cumplen en nuestro caso”, sin que nadie explique con concreción las razones de dicho incumplimiento.
Analizar los comportamientos colectivos, las razones que mueven la confianza de una sociedad o los motivos de ese concepto tan habitual en los mercados como es la aversión al riesgo, parece una obligación de primera necesidad para empezar a ser conscientes de que el alargamiento de los plazos conlleva un alto grado de temeridad, si de lo que se trata es de salir de la atonía en la que se encuentra la economía española, sin dejarnos más pelos en la gatera que los estrictamente imprescindibles.
Neutralizar lo motivos que provocan la aversión al riesgo existente en los mercados hacia la economía española, debería ser el objetivo número uno de gobierno, fuerzas políticas y agentes sociales, pero siempre con la idea clara de que los mercados están especialmente resabiados y cada día es más difícil venderles ruedas de molino.
Consolidar la recuperación pasa irremediablemente por una reducción de la aversión al riesgo hacia nuestra economía y es indudable que ello pasa por un cambio en el estado de ánimo de los agentes económicos y de la sociedad, en mucha más medida que de la batería de acciones que emergen de forma continuada en el panorama legislativo español.
Los ciclos económicos sólo pueden consolidar su recuperación cuando la inversión despega y esa es todavía una asignatura pendiente de España y ello pasa por anular aquellos riesgos financieros, de mercado, de inflación, de liquidez, pero también políticos, de confianza y de credibilidad. De casi todo hay en España.
Post-it Aversión al riesgo. Es la posición de un inversor que no desea someter sus inversiones financieras a altos riesgos, por lo que sus inversiones serán muy selectivas considerando siempre la eliminación del riesgo aunque ello suponga una menor rentabilidad.
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(*) Carlos Díaz Güell es director de Tendencias del Dinero
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