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VALENCIA. Asumo plenamente esta declaración y la pongo de mi lado, yo mismo la he escrito. Pero no por mas fácil es menos cierto. Las elecciones del 22-M de 2011 son una sentencia, confirmada por el supremo, de las elecciones del 27-M de 2007. Con algún reproche muy severo. A la salida del 27-M de 2007 había tres cuestiones que evidentemente impedían abrir brecha electoral frente al PP.

El PSPV debía aceptar, la limitación, cuando no la congelación, de los planteamientos "fusterianos" en cuanto a identidad como pueblo. La batalla de los signos se había entregado en 1982 y cualquier intento de renovarla no solo era ir contra corriente sino que además cabalgaba contra el imaginario colectivo de la sociedad valenciana, sea este el que sea.

La segunda consecuencia era la erradicación de la estructura comarcal. Las comarcas reproducían la estructura primitiva, en el Japón del Shogunato serían equivalentes a los "daimios". Que el Shogun deba discutirlo todo con cada Daimio es insostenible, y más si son 26.

Las provincias eran una simplificación del drama, siempre que todos los actores se redujeran. Se puede pasar, son los costes de producción, de un drama épico a un monólogo. Se pueden encontrar propuestas intermedias. Una de ellas era la simplificación comarcal a la provincial.

¿Por qué no ha funcionado?. Por lo que era evidente. Si se simplifican/concentran las zonas de "distribución" del producto, pero no se erradican los "agentes comerciales" (familias), lo que resulta es una concentración de poder en unos pocos "Daimios" que desafían al Shogun.

No se puede erradicar la organización comarcal si simultáneamente no se erradican las familias. No es posible concentrar las áreas de comerciales si eso supone una pugna, una batalla y, finalmente, una distribución, entre los agentes comerciales. Se refuerza a unos pocos en su poder y amenaza de la hegemonía del centro. Sirven para erradicar a los débiles, y en lugar de reforzar el liderazgo, lo amenazan fatalmente.

Dicho todo esto, queda lo demás que no es poco. Hasta ahora hemos hecho inventario de los deberes no bien cumplidos y, consiguientemente, hemos inventariado los soportes del fracaso. El resultado del 22-m en la CV es un resultado normal, pero inoportuno.

A nadie se le escapaba que la decisión electoral pivotaría sobre la percepción de los ciudadanos acerca de cómo se ha administrado y gestionado la crisis económica. Hasta aquí no hay sorpresa. Pero hay diferencias, es decir, ese marco no es único, mejor aún no es el marco. Es una marco, pero no el marco. En Castilla-la Mancha, se gobernaba 25-24 y ahora se es oposición 24-25. En Extremadura se gobernaba, y ahora se depende del posicionamiento de EU. En Barcelona, se ha perdido, pero no tanto.

Aquí se han perdido seis concejales en Alicante, cuando en 2007 se hubiera gobernado si entra EU y no se restan votos desde las plataformas ciudadanas. En Valencia se han perdido cuatro concejales. Y en Castellón estábamos a 3.500 votos del gobierno, mientras que ahora ha sido una calamidad.

No es lo mismo, pese a que el marco sea igual. Algo hay que diferencia. Alarte quiso con 20 votos de ventaja, manos libres para sus fantasías, que él mismo declaró como debilidades de Alcalde y alguien, muy certeramente, ha calificado de alcaldadas.

Las ha tenido, ha marginado a quien ha querido,. Ha organizado las listas y los soportes no sobre criterios de mérito y capacidad, algo que es letal para la estructura familiar, sino que claudicando a ésta, para colocar a Broseta en la ciudad de Valencia, se ha plegado al esquema, siempre que él sea la nueva familia y además la preeminente.

Algo suena a drama inglés: "Mi reino por un caballo". También en el pasado comité nacional del PSPV, repitió el llamamiento. Incluso equiparó no se bien, si a su madre, todos mis respetos por delante, con los miembros del comité, o a estos, también mis respetos por delante, con ella. Algún periodista avezado ha hablado relacionándolo con el psicoanálisis, no le falta la razón, pero esa razón, por cierta que sea, no resuelve el drama.

Lo cierto, y bien cierto, es que Alarte quiso organizar, con manos libres, un proyecto que ha sido rechazado muy abiertamente por la ciudadanía. Que su liderazgo no existe, por no decir que está muerto. Que su proyecto, el que fuera, que incluso nosotros lo ignoramos, si existió, también está muerto, que lo balones de oxigeno que le proporcionan compañeros, a los que aprecio mucho, son tratamientos paliativos de una "larga enfermedad" que le lleva a fase Terminal por la multitud de metástasis que ha "Incubado" y desarrollado.

Que como alguien ha dicho, "cualquier día le sacan su encimera". Pero que nunca se ha tomado las cosas en serio. Como cuando para negociar las propuestas económicas con el Gobierno regional envió a un jefe de gabinete y un jefe de prensa, que parecían arrancados de un coro de villancicos de la Plaza Mayor de Madrid un 23 de diciembre, con la de cuadros muy expertos y muy probados en asuntos económicos, tiene y dispone el PSPV-PSOE.

Alarte está muerto, su ejecutiva también (a de Valencia ni digamos), solo la mantiene en vida el hecho, fatal, de que nadie quiere ser responsable ante Ferraz y la historia de su muerte. Como si cumplir el designio de una historia mal administrada fuera responsabilidad de los que de ella tomamos nota.
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(*) Juan Ferrer fue concejal socialista del Ayuntamiento de Valencia en la anterior legislatura