VALENCIA. Lo insólito ha ocurrido: han pasado dos semanas desde que se celebraron las elecciones municipales y autonómicas, y la oposición, contra todo pronóstico, ha decidido... ¿Hacer oposición?
En poco tiempo, han surgido diversas iniciativas que otorgan protagonismo a la oposición al gobierno autonómico del PP. Pero curiosamente esas iniciativas no han provenido del principal partido de la oposición, el PSPV (33 diputados en Les Corts), sino de Compromís (6).
El PSPV continúa inmerso en su pulsión autodestructiva, casi cabría decir que habitual. El proceso es conocido. Alguien asciende a la secretaría general del PSPV merced al apoyo de algunas familias, pero enfrentado con otras tantas. Como no controla el partido, dedica los meses o años previos a las elecciones a intentar controlarlo, colocando a sus afines y desplazando a los desafectos. Entonces llegan los resultados electorales, habitualmente malos, y comienzan a arreciar las críticas. A partir de cierto momento, comienza a estar claro que el proyecto político de quienes mandan en el PSPV está amortizado. Se postulan diversas alternativas, una de las cuales, con el apoyo de Ferraz y/o de las principales familias del PSPV, acaba haciéndose con el poder. Ya lo comentamos hace unas semanas: Atrapado en el tiempo.
En estos momentos, Alarte se ha retirado a sus cuarteles de invierno. Mientras tanto sus críticos, que cada vez son más, destilan sus apariciones en los medios de comunicación, día sí, día también. Alarte, por su parte, no sabe o no contesta, salvo para decir que no piensa dimitir. Todos miran expectantes a Madrid. Se establecen calendarios futuros en los que se remite a las Elecciones Generales, al Congreso que se celebre después...
El problema es que tanta batalla interna no deja tiempo para esbozar ninguna estrategia de oposición. Antes de las elecciones, la estrategia del PSPV era más que discutible. Ahora es, sencillamente inexistente. Sentarse a esperar a que el PP se hunda solo. Es decir, el "modelo Rajoy": más vale que yo no diga nada, no me signifique, salvo con unos cuantos lugares comunes. Ya se encargarán los acontecimientos de desgastar al rival. Pero Rajoy cuenta, al menos, con la fidelidad de su electorado. El electorado del PSPV, en cambio, no tiene por qué comportarse así. Puede ir deslizándose hacia otras opciones.
Esa es la veta que está comenzando a explotar, desde un principio, la coalición Compromís. Compromís se nutre de dos fuentes principales: votos provenientes del Bloc, fiables (pero insuficientes para entrar en Corts y en el Ayuntamiento) y voto crítico con el PSPV, más evanescente, pero que es el que les permite crecer. En el crecimiento encontrarán tensiones, que sin duda acabarán aflorando (de hecho, ya están aflorando). Pero, mientras tanto, Compromís hará bien en aprovechar las ventajas con las que cuenta. En concreto: la vitola de vencedor en estas elecciones, tras superar a EU y entrar holgadamente en Les Corts y en el Ayuntamiento de Valencia. El atractivo mediático de alguno de sus primeros espadas, y más concretamente de Mònica Oltra. Y, sobre todo, la mencionada inacción del PSPV.
ATENCIÓN MEDIÁTICA EN TRES PASOS
En apenas dos semanas, Compromís ha concentrado la atención mediática en al menos tres cuestiones. La primera, la renuncia al coche oficial y a la escolta por parte del líder de Compromís en el Ayuntamiento de Valencia, Joan Ribó. Un gesto muy apreciado por el electorado, como es normal, en época de crisis. El resto de la oposición no ha tardado en sumarse a él. Cualquier comportamiento alternativo les dejaría en muy mal lugar.
Y Ribó ha conseguido, sin género de duda, descolocar al PP de la ciudad de Valencia, cuyo primer teniente de alcalde, Alfonso Grau, se ha lucido con unas geniales declaraciones en las que explicaba su teoría de por qué motivos renunciaba Ribó a la escolta: "a lo mejor, si la ideología política de base que sustenta al terrorismo independentista fuera de otra naturaleza, Ribó sería el primero en reclamar corriendo que le pusieran la escolta". La cosa es tan surrealista que hasta cabría pensar, malévolamente, si esto no es parte de una estrategia del PP para dotar de protagonismo a Compromís a costa del PSPV.
La segunda iniciativa se dirige a una de las principales bestias pardas de la izquierda valenciana: el ente público RTVV. Compromís ha propuesto bloquear la renovación de los puestos del Consell d'Administració de RTVV hasta que pueda acordarse con el PP algún sistema de control que garantice un mayor pluralismo informativo (o "algún" pluralismo informativo). No está nada claro que esto pueda llevarse adelante con éxito. Pero nuevamente se consigue un impacto mediático de importancia. Se envía el mensaje de que Compromís intenta aportar soluciones, más allá de la habitual tónica, no por justificada menos lastimera, que se queja de la manipulación de RTVV. Y se trata, asimismo, de una iniciativa que resulta difícil rechazar por parte de los demás partidos de la oposición.
Por último, Compromís le ha sacado un gran partido en estas dos semanas a su principal activo mediático: Mònica Oltra, entrevistada por Buenafuente en la televisión nacional. Pocos días antes de esta entrevista, Compromís desmentía que Oltra fuese a encabezar la candidatura de esta coalición por Valencia en las próximas Elecciones Generales.
Todo lo anterior concurre para llevarnos a un escenario sorprendente: Compromís (recordemos: 6 diputados) está marcando la agenda mediática de la oposición, mientras que el PSPV (33) sólo aparece en términos negativos (división, debilidad, etc.). Compromís está logrando entrar en la lógica informativa de los grandes medios de comunicación. Y está postulándose implícitamente como alternativa clara ante a los electores descontentos con el PSPV.
Puede que el 27,5% cosechado por Alarte en las Autonómicas, ante la brutal crisis económica, constituya el suelo electoral del PSPV. Que en 2015 el resultado sea mejor, incluso mucho mejor, y que la efervescencia actual de Compromís se quede sólo en una anécdota, o se estanque en el actual 7% de los votos. Pero harían bien en el PSPV en comenzar a preocuparse. En abandonar esa actitud introspectiva, centrada exclusivamente en la polémica interna, y en ponerse a trabajar, con las herramientas de que disponen ahora. Porque en ningún sitio está escrito que los resultados no puedan mejorar sensiblemente en 2015. Ni que, en sentido contrario, el suelo electoral no pueda hundirse aún más.
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(*) Profesor Titular de Periodismo en la Universitat de València
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