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O salir del armario o Españistán

TAULA DE CANVIS / JOAQUIM CLEMENTE. 06/06/2011

VALENCIA. El prestigioso semanario The Economist publica en su último número un reportaje dedicado a la cadena de supermercados valenciana Mercadona. Nada nuevo bajo el sol, al menos para los que conocemos de cerca la empresa de Juan Roig. La mirada de la Biblia de los economistas, sin embargo, sí deja un apunte curioso: Los británicos consideran que Roig, frente a los usos y costumbres que practican los empresarios españoles, "no tiene pelos en la lengua".

Un par de días antes de que el número de The Economist llegara a los kioskos de toda Europa, Roig volvió a hacer gala de esa cualidad (a veces, un tanto apocalíptica) y lanzó un nuevo mensaje a la clase empresarial: "Hay que salir del armario". Para evitar chascarrillos, aclaremos que, con esta propuesta, Roig lo que pide a sus colegas es que tomen la iniciativa para salir de la crisis.

Permítanme un paréntesis antes de continuar con el mensaje de Roig. Preparando esta columna busqué, de forma somera, algunos de los artículos que este periódico ha publicado en las últimas semanas sobre pequeñas empresas valencianas, casi desconocidas, pero que trabajan en sectores innovadores.

Así, hay una empresa, Aurora Sat, que desarrolla software que se emplea en los satélites de la Agencia Espacial Europea. Una pequeña start up, Biótica, mantiene avanzado un detector precoz de la bacteria e.coli. Otra, Kronomav, ha desarrollado unas cámaras que se utilizaron durante el Roland Garros y se usarán en los próximos juegos olímpicos... Suena bien ¿verdad?

Todas son embriones empresariales necesitados de inversión para desarrollar sus productos. Sin embargo, los empresarios valencianos no parecen interesados en ellas. Un ejemplo: el fondo Tandem Capital, que disponía de 40 millones para invertir en este tipo de compañías ha cerrado después de haber realizado una sola operación de seis millones. Para el resto no encontró proyectos interesantes.

Y no los encuentran quizá porque no los buscan. Un indicio: a principios de la semana pasada, la justicia europea avalaba la nueva Ley Urbanística Valenciana (LUV). A esta resolución, y como un solo hombre, se agarraron los empresarios valencianos, a través de la patronal Cierval, que preside Rafael Ferrando, para asegurar que "el modelo urbanístico valenciano es sostenible".

Y es que a pesar de que repiten como un mantra que el futuro del tejido productivo pasa por una replanificación, en el fondo parece que lo que en realidad esperan es que regrese esa época en la que ganaron dinero a espuertas gracias al ladrillo. No en vano muchos vincularon sus negocios tradicionales a la evolución del sector inmobiliario, ya fuera invirtiendo directamente o respaldando con activos claramente sobretasados préstamos que ahora cuesta pagar y por los que los bancos les piden nuevos avales.

Pero no solo los empresarios claman por el regreso de los buenos tiempos del ladrillo. Las eufóricas declaraciones el pasado domingo del conseller de Medio Ambiente, Vivienda y Agua anunciando una lluvia de petrodólares para invertir en campos de golf, urbanizaciones y hoteles acercaron a Juan Cotino más al alcalde de Bienvenido, Mister Marshall que al cargo institucional que ocupa.

Quizá este es el momento convendría hacer una pausa. ¿Conocen Españistán? Vean este video y seguimos:

PULSE AQUÍ PARA VER EL VIDEO

Cuando Juan Roig pidió a sus colegas que salieran del armario (intuyo, hecho de ladrillos) quiero pensar que les animaba a dejar el victimismo, a recordar que la situación que vivimos (con un paro desbocado) es consecuencia del monocultivo del cemento. Una burbuja que ya explotó. Volverá, porque si en algo coinciden los economistas es en la existencia de los ciclos. Pero no lo hará a corto plazo.

Es posible que el día que el sector inmobiliario se recupere, todos se lancen a recalificar suelo y construir miles de adosados. Lo deseable, en todo caso, es que se recuperase de una manera razonable, pues tampoco cabe llevarse a engaño: el sector inmobiliario es muy importante para cualquier economía.

Pero mientras llega ese momento, quizá sería una buena idea apoyar a esos pequeños proyectos que están naciendo sobre todo en las universidades. Sería ideal que la Generalitat contribuyese también, pero me temo que con lo suyo tiene bastante.

Apoyar con fondos estos proyectos tecnológicamente avanzados, implicarse en su crecimiento, aportar sus conocimientos de gestión y propiciar concentraciones de estas microempresas para facilitar su progreso, sería una buena forma de que los empresarios valencianos saliesen del armario. La alternativa es Españistán.

CAIXA DE GROS

Vicente Rambla fue el encargado el pasado viernes de anunciar que el Consell va a poner en marcha el plan de austeridad. Me van a perdonar mi escepticismo sobre el efecto real en las cuentas públicas de esas medidas. Pero no es de esto sobre lo que quería reflexionar.

Recuerden: Medidas económicas. Economía. ¿Notan a alguien a faltar? Seguro que no han tenido que pensar mucho. Ni rastro de Gerardo Camps. Quizá no les sorprenda, pero al margen de que los caminos de Francisco Camps para elegir a los miembros de su futuro Consell son inescrutables, tal vez el papel protagonista de Rambla en el anuncio nos aporte indicios de por donde irán los tiros. O no, vaya usted a saber.

CAIXA DE MENUT

El viernes por la tarde, cuando en muchas redacciones estábamos casi apagando los ordenadores llegó una noticia muy relevante: la antigua Sedesa se declaró en preconcurso por no poder atender las deudas.

Tal y como les contamos en ValenciaPlaza.com, el fuerte apalancamiento de la empresa de Vicente Cotino y la caída de los adjudicaciones de obra pública, tanto por la menor inversión pero también por la mala imagen que arrastraba, están en el fondo de la crisis.

Pero no me resisto a recuperar una de las muchas conversaciones telefónicas que aparecen transcritas en el sumario del caso Brugal, cuyo secreto se levantó el viernes. El constructor Enrique Ortiz llama a Vicente Cotino para comentar el nombramiento de Juan Cotino al frente de Urbanismo:

Ortiz: Vicentico, no te llamé ayer a las 12 de la noche...

Vicente Cotino: Sí.

O.: Para felicitarte porque... porque...

V. C.: ¿Por qué? ¿qué ha pasado?

O.: No, coño, lo de tu tío, de puta madre, ¿no?

V. C.: De puta pena, macho, no me jodas.

O.: ¿Por qué?

V. C.: Coño, era una... una conselleria que me estaba adjudicando obras que tengo que dejar de licitar.

O.: Por eso, por eso... ahora me las da a mí... ¡Ah! Qué grande. No, hombre, no, yo creo que es bueno, eh.

V. C.: ¿Es bueno? No sé, no sé.

Sin palabras. Presuntamente, claro.

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