VALENCIA. La semana pasada se incluía en el registro oficial de cuentas anuales de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) las correspondientes a las cuatro bolsas españolas -Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia- del pasado ejercicio.
Lo más llamativo del informe contable anual de la rectora valenciana fue algo realmente preocupante: la drástica reducción del número de personas que desempeñan su labor en el parqué local. Empezando por su consejo de administración, que se ha reducido hasta cinco -muy cerca del mínimo que marca la legislación mercantil-, y terminando en su escueta plantilla de 24 personas frente a las 142 de la Bolsa de Madrid, las 61 de Barcelona y las 39 de Bilbao.
Dos de los cinco consejeros correspondían a la representación de la saga Botín, sus perennes presidente y vicepresidente/consejero delegado. Otro al BBVA, y uno más procedente de Alicante en representación de la pírrica cuota de entidades de créditos valencianas, que ya veremos cuánto duran. Y, finalmente, el de la Generalitat Valenciana. Total, cinco. Dos menos que los consejeros de las otras tres bolsas españolas.
Los puristas de la crisis dirán que se ha buscado la eficiencia, la rapidez en la toma de decisiones. Un curioso razonamiento para los que conozcan la rectora presidida por Ángel Torre. Claro que los hay más extremistas que pensarán aquello de "para lo que hacen...".
Echando un vistazo a los números del informe se observa que durante el pasado año se amortizó un puesto en el consejo pasamndo de seis a cinco. Claro que en 2009 fueron tres los que se amortizaron. Conviene recordar que el año de la 'absorción' de la Bolsa de Valencia por parte de la Bolsa de Madrid, conocida por Bolsas y Mercados Españoles (BME), allá por 2002, el consejo de la rectora local estaba compuesto de forma muy representativa por 14 personas.
¿Y qué decir de la plantilla? Pues que ha seguido la tónica marcada desde la capital de España, echando mano en unos casos de las jubilaciones y en otras de las prejubilaciones. De momento, el pasado año se cerró con una plantilla excepcionalmente baja de 24 personas, que irá menguando a lo largo de éste.
El año de la 'liquidación empresarial' de la Bolsa de Valencia eran 36 los trabajadores que estaban al pie del cañón. La reducción, que ha tomado una aceleración exponencial estos últimos años, ha sido exactamente del 33,33%. O lo que es lo mismo: por unos u otros motivos se ha volatilizado un tercio de la plantilla.
Lo cual no sería llamativo dada la situación de la economía española y la del resto de sus sectores, pero lo realmente curioso -penoso para muchos- es constatar cómo la destrucción de empleo en la rectora valenciana no ha tenido su continuidad en las otras bolsas regionales de Barcelona y Bilbao. Estamos ante un fenómeno exclusivamente valenciano, tal y como sucede con otras tantas cosas en esta ciudad.
Y luego nos quejamos de que no hay empresas valencianas -o de la Comunitat- cotizando en el parqué; o de que todavía no hay firmes candidatos al Mercado Alternativo Bursátil (MAB); o que no hay oficina local de la CNMV como en otras comunidades autónomas; o que las cajas locales han seguido el camino hacia el abismo. Y de tantas y tantas otras renuncias....
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