VALENCIA. De nada sirve que el mundo sea cada vez más accesible, ni que los mercados crezcan en tamaño, ni que el castellano o el inglés avancen en millones de hablantes, si hacia dentro se divide y segmenta un país. Parece que en el mundo conviven dos dinámicas de signo opuesto hacia la suma de lo grande y la subdivisión de lo pequeño y que esta tensión es fuente de muchas disfunciones y de una gran desorientación. Pero conectar con la globalización requiere el talento de ajustar todos los niveles de masa crítica en su relación óptima.
En ciertos aspectos España es un país en el que sobran opciones y faltan referencias, porque dentro de cada político existe un primer fundador, dentro de cada profesor universitario un investigador jefe y dentro de cada pequeño pueblo un conato de gran ciudad. Y porque -no nos engañemos- hemos aprendido a hacer toda una industria de la duplicación de estructuras, de competencias, de administraciones, de centros y de líneas de investigación.
Sería interesante averiguar qué porcentaje del producto interior bruto se evaporaría si eliminásemos de golpe todo aquello que de uno u otro modo duplica algo existente, pero que no tiene asignada la especificidad clara e insustituible de una función.
Al problema de la segmentación (aunque sin citarlo así) se refirieron desde diferentes puntos de vista varios expertos en la mesa redonda del primer congreso Innovalencia que moderada por Carlos Seaton hace unos días se celebró en la Ciudad Politécnica de la Innovación tomando como referencia el informe de Global Metanoia La Transformación del Modelo de Desarrollo de la Comunidad Valenciana ¿Adónde queremos ir?.
Joaquín Sandoval introdujo el tema con el ejemplo del café. Antes las universidades tenían una sola cafetería, pero ahora cada despacho universitario tiene la suya propia gracias a la tecnología de cápsulas. El resultado es vivir encerrados en los despachos y multiplicar por muchas veces el coste de la logística. También el sistema universitario español parece haberse introducido en una segmentación ad infinitum (Daniel Ramón, dixit). Proliferan universidades y cátedras pero la posición en los rankings internacionales flojea. E Ignacio Fernández de Lucio refirió la falta de cooperación entre agentes como uno de las debilidades del sistema valenciano de innovación.
Reflexionar sobre todo aquello que en realidad sobra es el principio para empezar a trabajar por lo que lo de verdad falta. Por ejemplo, embellecer las ciudades, apoyar en serio o los emprendedores o acompañar a las personas mayores que viven en soledad. Y otras tantas cosas importantes que se quedan siempre sin hacer, mientras otras muchas se hacen tantas veces.
Barna - Madrid
Entretanto sigue creciendo la expectación por si Chacón y Rubalcaba podrían acabar protagonizando el Barça-Madrid político de la temporada, el alcalde de Barcelona ha lanzado una de las propuestas más sugerentes de debate que se han realizado en el contexto de las próximas elecciones municipales.
En el panorama político no abundan los debates con cuerpo, pero Barcelona y Madrid sí representan dos elementos muy interesantes de confrontación dialéctica en cuanto a su gestión, su nivel de endeudamiento, su política de residuos urbanos, sus estrategias internacionales de proyección e incluso su percepción del modelo de Estado. EL PP no dice que ni sí ni que no. De momento se ha limitado a contestar un lacónico "Hereu, saldrías perdiendo".
Bueno, ojalá digan que sí. Y así lo veremos.
Buena idea. Podríamos montar una de rellenar impresos. Se aprueba una ley que exige cincuenta impresos para cualquier cosa, con sus cincuenta timbres. Se abren las primeras cincuenta imprentas y cincuenta fábricas autonómicas de timbre. Y diez fábricas de papel, y ocho empresas de transporte. Y contratamos 20 camioneros, 500 artesanos impresores y 1500 mozos de fabrica. Y 5000 reforestadores y 300 restaurantes que los alimenten. Y 20 gestores que les lleven la contabilidad. Y 200 abogados que recurran.... Y luego se establece por reglamento el requisito de contestar cada impreso con dos impresos más. Y así sucesivamente. Si es que pasamos hambre porque nos da la gana.
Calla, calla... con lo bien que vienen las duplicaciones y demás multiplicaciones para montar una buena burbuja. Aquí lo que necesitamos, en realidad, es idear la nueva burbuja que haya de sustituir a las que ya hemos tenido. Y a la marcheta.
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