VALENCIA. "Trabajar o no trabajar" se preguntaría hoy en día un Hamlet moderno. "Dátis decuestion", añadiría Manolito, que prácticamente nació trabajando. Es de suponer que Quino utilizaba una licencia onomatopéyica de los versos de Shakespeare. Puede también que se refiriera al almirante Datis cual comandó las tropas persas en la batalla de Maratón en el 490 a.C. Desde entonces, el número 42, distancia en kilómetros entre Atenas y Maraton, ha sido una referencia universal, sinónimo de gran esfuerzo y dureza.
Bastantes años después, con gran tesón y empecinamiento, hemos conseguido otra hazaña maratoniana: un 42% de paro juvenil. Un lacónico Filípedes, pero con corbata y cartera de ministro gritaría "Hemos vencido!". España triplica la tasa mundial (13%) y está a la cabeza de Europa, con una media del 21%. Algo huele a podrido, y no precisamente en Dinamarca.
¿Por qué tenemos una tasa de paro tan elevada entre los jóvenes? La respuesta no es fácil. Suelen buscarse respuestas en la educación, ya que suele ser la etapa inmediatamente anterior al trabajo.
"Estudiar o no estudiar", datis decuestión también. La pregunta mágica del "¿estudias o trabajas?" ya no funciona entre los jóvenes. El binomio estudios-trabajo ha sufrido una ruptura. Muchos jóvenes han decidido continuar sus estudios ante la imposibilidad de encontrar un trabajo. Dos recientes publicaciones aparentemente contradictorias pueden arrojar luz a la pregunta. Según Adecco, entre un 5 y 10% de currículos se sesgan a la baja, es decir, ocultan información académica para optar a trabajos menos cualificados.
Sin embargo, la última publicación sobre Capital Humano del IVIE asegura que a mayor formación, mejor trabajo. Si ambas noticias fueran simultáneamente ciertas, indicaría que el nivel de estudios afecta positivamente a la calidad del trabajo, pero negativamente a la probabilidad de conseguirlo. Una vez conseguido, el trabajo es mejor para el universitario, pero lo difícil en este caso es esa primera vez.
Al igual que en el efecto de una frontera entre países en comercio internacional, el nivel de estudios parece ser una barrera de entrada al mercado laboral. Pero una vez dentro, los estudios ayudan. Entonces, más que sobrecualificación académica, deberíamos hablar de infracualificación laboral. Los universitarios españoles están más o menos formados que en Europa, es el mercado laboral en España el que demanda menos cualificación de entrada, pero permite un mejor trabajo al que estudia.
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(*) Jordi Paniagua Soriano es profesor de Econometría en la Facultad de Estudios de la Empresa de la UCV
Estos datos demuestran la falta de cordinacion entre el mercado laboral y el sistema educativo en España, que en mi opinion es basica para un desarrollo "logico", ahora bien, si lo que buscamos en crear beneficios sin una planificacion suceden situaciones como la descrita en este articulo. Un saludo.
Es duro leer sobre el porcentaje de jovenes en el paro, alineado con el "efecto tragaderas" quizá por el cambio tan repentino, estan todos en fuera de juego, esperando que alguien lo solucione y conformandose con ver a sus colegas en la misma situación. Para ampliar las tragaderas, les llaman generación nini. Como iba a salir a la calle una generación con ese nombre. Al principio de los 90 nos llamaban "generación x". // En la ultima frase podemos interpretar que en España, en relación a europa, quien estudia tiene un mejor trabajo una vez lo consigue, dudoso. Probablemente la comparación es con quien no estudia, no?
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