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VALENCIA. El abandono de la iniciativa por el resto de los socios cuando ese mismo día la Asamblea de la entidad alicantina, fuertemente controlada por su dirección general, había aceptado la propuesta, no hace sino constatar con claridad meridiana que ésta era el único de los socios que discrepaba de los argumentos que se han venido repitiendo a los largo de los últimos días. A saber: que la posición de la CAM era mucho peor y sus activos mucho más endebles de lo que se ha venido manteniendo y aceptando.

Poco dice ello de bueno de la gestión de una entidad que dentro del panorama financiero valenciano se ha caracterizado por defender su independencia a capa y espada en cuantos intentos se han realizado por crear una caja de ahorros valenciana única (al margen de Caixa Ontinyent). No parece que la estrategia de defensa frente a esta opción haya sido guiada por la prudencia financiera y la contención de los riesgos. Las cifras de mora y la misma cantidad solicitada al FROB por unanimidad por el Consejo de Administración del SIP (en el cual CAM supone un 40%) lo dejan bien claro.

Ahora, además de lamentar este extraño final que en nada beneficia al sistema financiero español, hay que exigir la aclaración de cuanto ha sucedido. Porque no se olvide que los fondos públicos que entrega el FROB no caen del cielo ni dejan de consolidar en la imagen que el sistema financiero español proyecta entre los inversores internacionales.

Mención aparte merece el penoso comportamiento de las autoridades políticas valencianas. Calladas primero cual agentes a los que nada les iba en el envite cuando éste ha acabado evaporando las dos principales entidades de la comunidad, y dispuestas a aceptar lo que fuera en la fiesta de alianzas que cada semana anunciaba la CAM antes del verano, ahora pretenden convencer de que no tienen nada que ver con el asunto y que toda la responsabilidad es del Banco de España. Además de Zapatero, como  es obvio.

Nada más incierto. El Banco de España tene responsabilidad en lo ocurrido, pero la Generalitat, a través de la Consellería de Economía, tiene competencias relevantes en el sistema financiero autonómico. Y por otro lado, la intervención política en la gestión, nombramientos e inversiones de la entidad alicantina ha sido tan evidente que ahora no puede salirse por la tangente. A no ser que crea, como parece, que ela mayoría de los valencianos son estúpidos. Y tan sumisos como la monotemática oposición del PSPV con la que ha contado estos últimos cuatro años en éstos y otros asuntos.

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