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Esta no es la Europa que soñábamos

JAVIER GILSANZ (*) Ilustración: ENRIQUE ORTEGA. 28/03/2011

MADRID. La Cumbre Europea del 24 y 25 de marzo ha dejado a Portugal a los pies de los mercados, sin ayuda y con exigencias. Merkel ha vuelto a imponer su voluntad y se aplaza hasta junio la reforma del Fondo de Rescate, a la espera de que los países hagan sus deberes y sus ajustes. Zapatero ha vuelto a ser un alumno aventajado y ha presentado a Bruselas un tercer catálogo de medidas.

La principal, que va a recortar el gasto público por Ley, lo que se suma a la obligación de que la Unión Europea dé el ok previo a los Presupuestos de 2012. La Cumbre ha aprobado el Pacto del Euro, por el que 23 países aceptan las recetas económicas impuestas por Merkel y los conservadores europeos. Unas recetas que obligan a un duro ajuste a los países del sur, que van a crecer poco y no van a crear empleo, mientras los del norte crecen y exportan. Una Europa a dos velocidades, con un alto coste para los más débiles.

Portugal vuelve de la Cumbre de Bruselas sin apoyo de sus socios europeos ante la durísima presión de los mercados. No les preocupa que caiga, incluso parecen provocarlo al hablar el presidente del Eurogrupo de que el rescate podía cifrarse en 75.000 millones de euros. Pero han dejado claro que "gobierne quien gobierne en Portugal, tendrá que hacer recortes". Es un mensaje claro a los portugueses: da igual a quien votéis en las próximas elecciones, porque la política la dictamos en Bruselas.

Es precisamente este mensaje, el hecho de que Sócrates informara antes a la Comisión que a su Parlamento del cuarto Plan de ajuste el que le ha forzado a dimitir. Porque si es por recortes, Portugal ya no puede hacer más de los que ha hecho. ¿Y para qué? Para llevar seis meses desangrándose en los mercados. Y todo porque Merkel y la Comisión no resuelven el problema de fondo, como tampoco lo hicieron antes con Grecia e Irlanda: hacer un frente común ante los mercados, establecer un Fondo de rescate flexible, que compre deuda y ayude de verdad a los países en dificultades.

El problema de fondo es que Merkel y la mayoría de conservadores que gobiernan en Europa quieren hacer cargar la crisis de la deuda sobre los países deudores, sin reconocer su parte de culpa, la de los países y los bancos (como los alemanes), que han prestado alegremente y han provocado también la burbuja de esta crisis. Y así, en lugar de buscar una solución conjunta, que pasaría por renegociar la deuda, tipos y vencimientos, han querido salvar sus bancos a costa de los países deudores. Y les imponen unos planes de ajuste de caballo que van a dificultar su salida de la crisis y el propio pago de la deuda (lean este artículo: "El error Merkel", de Antón Costas).

España ha conseguido una tregua con los mercados, pero es sólo algo temporal. Si cae Portugal o si los especuladores aprecian la más mínima duda en Bruselas o en Madrid, volverán a oler sangre y a conspirar contra la deuda. Sobre todo hasta junio, cuando se espera aprobar los cambios en el Fondo de rescate, que ya serán tardíos e insuficientes. Mientras, lo que si se ha aprobado es el Pacto del Euro, que obliga a los países a presentar en abril unos planes para aplicar las recetas económicas impuestas por Merkel y los conservadores de Bruselas: recorte de déficits y deuda, salarios ligados a la productividad, saneamiento de la banca, recorte de la edad de jubilación y reformas en los sistemas de protección social.

Zapatero, siempre haciendo méritos, no ha querido esperar y ha sido uno de los cuatro países (junto a Alemania, Francia y Bruselas) que ha presentado en la Cumbre un paquete de medidas para cumplir con el Pacto. Unas están en marcha, como el recorte de las pensiones, la reforma de las Cajas o el esperado acuerdo de negociación colectiva que modere los salarios. Entre las nuevas, la más importante es el anuncio de una Ley para recortar el gasto público, vinculándolo al crecimiento: tanto creces, tanto gastas. Una decisión por la que ningún Gobierno podrá hacer frente a una crisis gastando más, para luchar contra la recesión, como se ha hecho siempre desde Keynes. Y eso conlleva a que cualquier Presupuesto que apruebe el Parlamento tendrá que tener el visto bueno (previo) de Bruselas. Se acabó la autonomía de la política económica.

Otra medida anunciada es un Plan contra la economía sumergida. Pretende aflorar el empleo irregular, con un doble objetivo: reducir las cifras de paro y recaudar más. La idea es buena, pero hay que ir con cuidado: la economía sumergida (17% del PIB) ha crecido por la crisis y combatirla ahora puede llevar a que muchas empresas despidan a los ilegales o cierren por no poder pagar cotizaciones o impuestos (sobre todo las pymes).

La Cumbre Europea se ha saldado con el triunfo de las políticas conservadoras en Europa y la idea de que los países del sur, manirrotos y poco competitivos, han de ajustarse para salir de la crisis. Pero no son España, Portugal, Grecia o Irlanda los que han provocado esta crisis, sólo los que más la sufren. Y con los recortes que nos imponen, ayudados por los mercados, se reduce el consumo, la inversión y el crecimiento (no dejen de leer este artículo del Nobel Krugman : "La falsa ilusión de la austeridad").

No en vano, Alemania y la Europa del norte está creciendo y creando empleo mientras España y los países presionados por los mercados apenas van a crecer este año (en algunos,caerá el PIB) y van a perder empleo. Es el fruto de dar ricino a un enfermo que está en la UVI, en lugar de reanimarle. De nuevo, una Europa a dos velocidades, donde ha triunfado el ajuste a costa de los países más débiles. Así saldremos más tarde de la crisis, con un alto coste para la mayoría de los españoles. Esta no es la Europa que soñábamos.
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(*) Javier Gilsanz es periodista y autor del blog 'Economía a lo claro'

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1 comentario

Fuli Zavitsanou escribió
28/03/2011 08:16

Enhorabuena Javier, tanto la viñeta como el contenido me parecen más que acertados. Las dos velocidades de sur y norte de Europa ha sido la cruel realidad durante años y años, les recuerdo que griegos, españoles, portugueses e italianos del sur, fuimos los inmigrantes que han hecho realidad el "milagro industrial" de Alemania. Cuando convenía que compraramos productos y prestáramos dinero fuimos iguales y ahora volvemos a ser PIGS. Hombre, no son los malos de la película en exclusiva tampoco los del sur luchamos por que prevaleciera otra visión del mundo. !Que lo hagamos al menos ahora! Yo soy griega,vivo en Atenas y tengo una queja: cuando empezó aquí la masacre no hubo solidaridad unánime, sólo "España no es Grecia", y "Portugal no es Grecia". Pero estaba más que claro que el agua que eso era sólo el principio...

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