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Los amigos emergentes... o emergidos

ALEJANDRO MAÑES (*). 14/03/2011

VALENCIA. Añado unas notas a la sugerente intervención de Juan Villalonga en el aniversario de este verdadero instrumento de información socioeconómica en el que se ha convertido, con sólo un año de existencia, Valenciaplaza.com. Quiero referirme al análisis de Villalonga sobre los países emergentes -si se quiere, efectivamente, ya emergidos- y al papel a desempeñar por ellos en la actual crisis económica. Empezaremos por el amigo chino.

El amigo americano de ayer, es hoy el amigo chino. Su economía ya superó a la japonesa y se acerca, con rapidez, hacia la norteamericana. Pero, ¿qué queda hoy de la China de ayer? La de Mao, la de su viuda, la de la tristemente célebre "banda de los cuatro", la del libro rojo, la que exportaba partidos maoístas, la que veíamos desde la distancia sumida en la pobreza y montada en millones de bicicletas. Hoy, motocicletas, cuando no Mercedes o BMWs, miles de rascacielos, primera fábrica del mundo, con crecimientos actuales del 10 por cien anual, y eslóganes ya exportados, "gato negro, gato blanco, lo importante es que cace ratones".

Hu Jintao, lo acaba de recordar en la grandiosa recepción que le ofreció, en la Casa Blanca, el presidente norteamericano, Barack Obama. Mientras éste reclamaba, en privado, derechos humanos, y urgía, aparentemente, por la revalorización del yuan, que se supone infravalorado en un 20 por cien, lo que favorece las exportaciones del país asiático, pero al mismo tiempo, reduce los intereses de la deuda americana, Jintao, afirmaba, China es un país muy grande, que tiene sus propios procesos y tiempos; o, lo que es lo mismo, continúa vigente aquella máxima de Deng Xiaoping, el de Tian'amenn, un país, dos sistemas.

La actual crisis económica, originada fundamentalmente en países desarrollados, fue atribuida inicialmente a la competencia de los países denominados emergentes, NIC, "new industrialized countries", países de reciente industrialización, que continúan creciendo y financiando, con su actividad e inversiones, la deuda emitida por los industrializados. Son, fundamentalmente, los conocidos como, BRICH, palabra compuesta con la letra inicial de Brasil, Rusia, India, y China, la actual "banda de los cuatro" de la economía mundial, que serán, según parece, quienes lideren nuestra salida de la crisis.

Hoy, China, pero también India o Brasil, crecen a unos ritmos comprendidos entre el 5 y 10 por 100 anual. Las Bolsas de valores situadas en China, Brasil, o Rusia suben por encima de las de países desarrollados. Brasil, financia numerosas inversiones extranjeras. China, se convierte en la fábrica del hardware del mundo, pero también lo intenta con el jamón serrano. India, se sitúa en primer lugar en la elaboración de software y en la práctica de los negocios. Y Rusia, cuya tarjeta de presentación alcanza al fútbol para el Mundial 2018, se nos ofrece como el gran comprador mundial, financiador potencial de la deuda española.

En la economía española, los excesos del pasado llevaron consigo unos crecimientos no consolidados y unas mayores tasas de inmigración que hoy dan como resultado unas elevadas cifras de paro, con doble porcentaje que la media de países de la OCDE, y dificultades adicionales para mantener los servicios públicos. En el caso valenciano, el camino iniciado en los ochenta para favorecer el desarrollo de la incipiente estructura industrial, se detuvo, y así aparece agravada nuestra situación actual. Se optó por lo más fácil, las rápidas y rentables tasas de retorno de las inversiones inmobiliarias, y se perdieron años vitales para la consolidación de nuestra estructura industrial.

Urge por tanto volver al camino de la economía productiva, para lo cual el desarrollo económico de los países emergentes puede ser un ejemplo. Una amenaza pero también una oportunidad. El amigo chino, y el resto de países emergentes, los amigos BRICH, tiran hacia arriba en la salida de la crisis. Queda, por nuestra parte, incrementar el valor añadido de nuestras producciones para mantener los logros sociales obtenidos. Ello naturalmente exige una mayor dimensión empresarial, diversificación productiva, cooperación, cambios en los niveles educativos y adecuación del modelo de relaciones laborales. ¡Casi nada! pero habrá que hacerlo.
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Alejandro Mañes es economista

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