VALENCIA. Charles Darwin llegó a la conclusión de que existían fuerzas adversas en el entorno que forzaban a los individuos a una lucha constante por la existencia y que sólo los más fuertes lograban sobrevivir. El mismo ejemplo se puede trasladar al mundo de los negocios. Existen fuerzas que cambian cada día y las empresas que no se adapten pueden desaparecer de la noche a la mañana. Esta situación no es nueva, las empresas siempre han tenido que luchar en mercados altamente competitivos pero, cada vez con más frecuencia, están empezando a librar otra guerra, la denominada "La guerra por el talento".
Cualquier negocio debe ser consciente tanto de sus fortalezas como de sus debilidades y, por consiguiente, cuáles son las causas de la "guerra" (impacto de la tecnología, globalización, cambios sociales, etc.). Las empresas que sean veloces tomarán ventaja en la lucha por el talento, adelantándose a sus competidores. En la misma línea, el pensamiento de equipo es un factor clave, pues los partidos los gana el equipo y no sólo un jugador.
Eudald Carbonell decía que no somos más inteligentes que los sapiens que vivieron hace 150.000 años, ya que ellos fueron capaces de sobrevivir a otras especies. En este caso, el motivo que les ayudó a perdurar se debió a que fueron capaces de desarrollar tecnologías más avanzadas capaces de proporcionarles alimentos con menos esfuerzo.
El secreto del éxito de los sapiens es similar al de los profesionales con talento. No se caracterizan por un gran conocimiento, sino por ser capaces de aprender, trabajar en equipo e innovar. Las empresas que quieran sobrevivir tendrán que adaptarse a los cambios... o, mejor aún, provocarlos.
La revolución tecnológica, por ejemplo en los electrodomésticos, hizo posible una revolución social. Antiguamente, se necesitaba mucho tiempo para realizar todas las tareas de la casa, pero gradualmente la tecnología permitió liberar a la mujer y le permitió poder "saltar" al mercado laboral.
Lo cierto es que la tecnología acelera los cambios sociales y trastoca por completo las ideas establecidas, así se ha acuñado el término "Ley de Fractura", que básicamente dice que mientras que los sistemas sociales, políticos y económicos crecen de manera gradual, la tecnología lo hace de manera exponencial": En la vida real, si dejas a un cliente insatisfecho, se lo contará a 5 amigos; si lo dejas insatisfecho en Internet, se lo contará a 5.000 ó 50.000".
Apostar por el talento en la estrategia es arriesgado ya que gestionar el talento implica una inversión de la que a priori no se puede conocer su retorno y, además, supone un cambio de comportamientos en los primeros niveles de dirección que no son cómodos para todo el mundo, pues requiere márgenes de libertad y cuestionar lo establecido.
No obstante, determinados déficit estructurales de las pymes valencianas se han convertido en barreras de entrada importantes al talento, a la tecnología y a la innovación que han aminorado el efecto de este cambio de tendencia a nivel de empresa y que se encuentran en relación directa con las características de las pymes y con las particularidades esenciales del proceso de cambio que se está dando con la actual crisis económica.
Entre las achacables a las características estructurales de las empresas podemos destacar: la falta de un número elevado número de pymes con dimensiones críticas para el desarrollo de una I+D propia; la ausencia de formación gerencial adecuada para afrontar procesos de crecimiento basados en estrategias de innovación (como el desarrollo de nuevos productos, materiales o procedimientos de fabricación o de prestación de servicios) y el propio desarrollo de sus recursos humanos. Por último, las resistencias a los cambios inducidos por la modernización de los elementos productivos tanto por parte del personal, que ve cuestionadas sus habilidades y competencias, como por parte de los empresarios, que valoran como coste de riesgo, de difícil amortización, la inversión en investigación y en tecnología de vanguardia.
Por otra parte, es el carácter inherentemente foráneo del proceso innovador el que hace que se entienda éste como sinónimo de difusión de tecnologías extranjeras frente al desarrollo de tecnologías propias adaptadas a las necesidades y mercados de las empresas españolas. También influye la deficiente percepción y aprovechamiento por parte del empresariado de las ventajas de la colaboración entre las empresas y del uso de los recursos públicos que las distintas administraciones ponen a su disposición para el desarrollo de innovaciones, además de la arraigada creencia de que el crecimiento económico es inducido principalmente por factores exógenos al mercado español tales como la coyuntura económica internacional o los aparentemente erráticos flujos turísticos o de capital.
Buena parte de estas razones apuntan en la dirección de que la falta relativa de I+D+I propia entre las pymes es debida a razones internas o propias de las empresas, más que a la falta de recursos y/o estímulos por parte de las administraciones competentes, recursos que no son aprovechados suficientemente por las diversas razones antes descritas.
Lo que hay que tener en cuenta es que talento e innovación tecnológica son dos piezas clave que no deben faltar en la estrategia de cualquier pyme que aspire a alcanzar el éxito y diferenciarse del resto. Pero no hay que buscar ambos factores fuera del seno de un negocio sino que han de constituir el núcleo sobre el que gira la propia empresa.
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