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La invisibilidad de los valencianos

JORDI PALAFOX. 06/03/2011

VALENCIA "Que los gobiernos se burlan de Valencia es un mal antiguo" clamaba hace casi cien años el dirigente conservador Luís Lucia. Como si el tiempo se hubiera detenido, la cantinela se sigue utilizando. Y en ocasiones, como en los último años, con extrema habilidad en buena parte gracias a la colaboración de la insuperable falta de capacidad de Jorge Alarte y amigos. El hecho es que el mantra de la falta de atención gubernamental a los problemas valencianos viene tapando carencias, ocultando escándalos, disfrazando fracasos y camuflando desplantes. En una palabra, enmascarando que la razón principal de esta falta de atención, en muchas ocasiones inventada y en otras muy real, es la incapacidad de los dirigentes, tanto políticos como empresariales, para hacer valer nuestros intereses. Peor todavía, la sociedad valenciana, excepto como playa de Madrid, no es que sea irrelevante en la configuración del poder económico o político en España. Es que es invisible. Y ello tanto la que reside en el pretendido aunque imposible cap i casal como la que se asienta entre el Cenia y el Segura.

UNAS CAUSAS POCO INDAGADAS

Que conozca, hasta ahora no ha habido un intento de reflexión digno de tal nombre para identificar las causas de esta situación a pesar de que la queja es ya centenaria. Por tanto, seguimos igual. Seguimos siendo en torno a la décima parte del PIB o de la población española y no tenemos peso alguno en las decisiones básicas que se toman en lo que debiera ser el espacio común de la acción pública. Quizá porque por más que digan lo contrario, para unos y otros, es mucho más cómodo que el mito de la desatención permanezca e intentar la solución individual. Y es que siempre es mejor atribuir a terceros el origen de los males que reconocer la responsabilidad propia.

Sin embargo, sería exagerado considerar que la totalidad de los actores mantienen esta cínica actitud. Ni siquiera entre los políticos, entre quienes la docilidad ante la superioridad madrileña para mantenerse en el cargo es la norma. ¿A qué se debe entonces tanta palabra y tan poca acción? De nuestros políticos, en realidad controladores oligopolistas del mercado del voto, no cabe esperar nada sin presión externa. Pero ¿en qué se ha concretado aquella declaración tajante de ser exigente con ellos con la que Boluda se inició en la presidencia de AVE? ¿Ha pasado la Fundación Conexus de la segunda cena como denunciaba Serratosa que nunca ocurría con las iniciativas de creación de un lobby valencianos? No se sabe nada de la actividad desarrollada por esa fundación.

A quienes no nos convence la cómoda explicación de que todo se debe a rasgos antropologizables de los valencianos, nos corresponde buscar las causas de esa incapacidad. Y dentro de éstas, y junto a la atomización empresarial, se debería prestar atención a la propia estructura de poder dentro de la sociedad valenciana con tres polos (Castellón, Alicante y Valencia) sin relación entre ellos. Si las élites económicas son incapaces de establecer nexos comunes dentro de la sociedad valenciana, ¿cómo esperar que vayan a plantear ninguna reivindicación común más allá del territorio de la Comunidad?

La referencia a la incapacidad de políticos y empresarios no justifica la ideología lacrimógeno-mendicante, en feliz expresión del Amando de Miguel de los 70's. La falta de capacidad para unirse y conseguir influir es, en mi opinión, la resultante de no aceptar la estructura multipolar de la economía y de la sociedad valenciana, y por tanto del poder que deriva de ellas. La comparación con Cataluña es ilustrativa. En 1900 la ciudad de Barcelona representaba en 27,5% de toda su población. Y junto a su área de influencia del Maresme y el Baix Llobregat superaba el 35%. Por el contrario Valencia, entonces sin área de influencia económica más allá del Mercado Central, no llegaba al 14%, Alicante estaba en torno al 3% (con Alcoi, Elx, Orihuela por debajo de la mitad de ese porcentaje) y Castellón menos del 2%.

Más de un siglo después, las cosas han cambiado menos de lo que determinadas iniciativas y declaraciones pueden hacer pensar. La urbanización, como en todas las sociedades industrializadas, ha aumentado espectacularmente, pero la estructura multipolar no se ha modificado. Valencia, junto al conjunto de l'Horta roza el 30% de de la población total, pero Alicante junto al eje mencionado no se sitúa lejos. Sólo Castellón ciudad queda muy por debajo. El inferior peso demográfico y económico de Alicante y Castellón explica que la relevancia de las dos Diputaciones sea muy superior a sus alcaldías, algo impensable en Valencia por mucho que lo intente Rus a base de astracanadas. Considérese como contrapunto Cataluña: la proporción de población del área metropolitana de Barcelona hoy está en torno al 45%.

A la vista de ello, parece posible defender que sin partir de esta constatación y, desde ella buscar elementos transversales, hoy ausentes, no habrá posibilidad de superar la actual invisibilidad de los valencianos. Una falta de capacidad de influencia que alcanza desde el desconocimiento del nombre de la comunidad, general en toda España, hasta una financiación por habitante a la cola de las Comunidades Autónomas que se arrastra desde el nacimiento de la España democrática. No hay mejor constatación de que el problema no es resultado de una u otra opción política o de voluntades individuales.

CAM Y BANCAJA COMO PRUEBA

Por eso mismo, por más que no se quiera reconocer la desaparición de CAM y Bancaja, a la que inexorablemente le seguirá la de la mayoría valenciana en el Banco de Valencia, no es una casualidad. Es la expresión depurada en el terreno económico de esa incapacidad de políticos y empresarios para, como señalaba el clásico italiano, "satisfaciendo sus propios intereses, hacer avanzar a toda la sociedad". Lo cual hace que mientras la mayoría de los emprendedores se concentra en capear la crisis, algunos de esa elite (Conexus) defienden una mejor relación con Madrid y otros (AVE) impulsan el eje mediterráneo y su Observatorio. Y no contentos con este gallinero valenciano que podría haber servido de inspiración a Borkenau, han aparecido unos terceros (Cierval) impulsando un eje Atlántico-Mediterráneo sin que ninguno de los dos anteriores esté consolidado. Es el divide y vencerás, en su enésima versión valenciana.

Todo para que los de Madrid vengan a provincias a comer paella para de inmediato marcharse y que todo siga igual. Esto es, ellos confundiendo España con lo queda dentro del perímetro de la M30 e imponiendo sus intereses y los valencianos exultantes de haber recibido a tan importantes invitados. Mientras tanto sus homónimos de Castellón y sobre todo de Alicante que tienen mayor peso, ajenos a la fiesta del AVE se hallan concentrados en establecer relaciones bilaterales con Madrid. Es lo lógico dadas las nulas ventajas que ofrece la intermediación, siempre fenicia, de Valencia.

 

Pocas veces una imagen supera a miles de palabras para explicar lo señalado hasta aquí que la fotografía de presentación de la entidad que ha engullido a Bancaja, exacta repetición de la tomada el pasado julio cuando se anunció el SIP. En ellas, como se recordará, Rodrigo Rato, cual columna de Hércules, aparece en el centro con las manos extendidas mientras el resto de los presentes, representantes de las cajas obligadas a unirse a CajaMadrid y entre ellos un ex presidente de la Generalitat, luchan por llegar a ellas, como si tocándolas fueran a sanar. Sabiendo que ha conseguido del FROB 4.465 millones se explica todo. Desde la inmensa sonrisa que lucen los presentes a la razón última de la invisibilidad de los valencianos.
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(*) Jordi Palafox es catedrático de Historia e Instituciones Económicas en la Universidad de Valencia.

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6 comentarios

RRT escribió
11/03/2011 17:13

Sense intenció de ser pretensiós ni tampoc recurrent contaré una història. Un dia, ja fa molts anys, un conegut del meu poble, en aquella època medi rural en estat pur, i fill d’una família que es guanyava la vida en el sector agrari tradicional valencià, va entrar en contacte amb el medi urbà a la ciutat de València. Era fill d’una societat i d’una família on el capital humà era pràcticament inexistent i sense valor social. Exactament això que qualificaríem de família pobra, encara que amb la subsistència assegurada, i sense estudis. Quan entrà en contacte amb la gent de la ciutat, en arribar a la universitat (imagina’t el xoc!) no arrossegava sinó múltiples complexes d’inferioritat, tant de tipus socioeconòmic com intel·lectuals. Durant molt de temps, mentre estudiava i encara més després quan trobà una feina d’acord amb els estudis realitzats, anà sobrevivint amb tots els seus complexes. Però arribà un moment en el qual la seua trajectòria professional li donà reconeixement i mitjans per viure amb comoditat. Els complexes van desaparèixer de la seua vida, i avui es relaciona d’igual a igual amb aquells amb qui mai no hauria pogut somiar ni tan sols que arribaria a tractar, tant a València com a Madrid i Barcelona i, fins i tot, arreu del mon. El meu amic no ha perdut els arrels: té molt clar que la seua cultura és un “accident”, però ho considera una circumstància de la qual se sent orgullós i no un motiu per avergonyir-se. Precisament ha deixat de banda tot allò que l’ancorava al seu passat i el dels seus avantpassats, ofegant-lo econòmicament i castrant-lo intel·lectualment. Sense deixar de tindre els peus a terra, a la terra en la qual viu i en la qual ha creat una família, ha adoptat actituds pròpies d’un altre model cultural més cosmopolita. Jo, quan parle amb ell li ho explique dient-li que el secret estava en trencar amb el model socioeconòmic del qual provenia i en haver acumulat el capital humà que li ha permès donar un gir copernicà a la seua trajectòria vital. No sé si se m’entén . El rticle m’ha agradat. Hi veig un nou element que pot donar joc: la taxa d’urbanització de la societat valenciana. Però per ella sola no resoldrà el problema, encara que ajude. Continuarem parlant.

Ricardo Remigio escribió
11/03/2011 11:28

No estoy del todo de acuerdo en que no se hayan buscado las causas de esa invisibilidad de los valencianos. Lo que ocurre es que, excepto en señalar lo del predominio de la pequeña empresa, se ha ido en la dirección de las actitudes del colectivo empresarial. En el fondo, aunque tratando de superarla, en la línea fusteriana del "aquí no ha habido burguesía". No creo del todo equivocada esa línea, pero sí que es verdad que tiene algo o mucho de argumentación circular o tautológica. La novedad del artículo está en que desplaza el problema a causas estructurales y, en ese sentido, objetivables. Eso me parece novedoso (y muy oportuno y actual) lo que se dice de la poca entidad de las capitales y de su ir cada una por un lado. Citas el peso económico, objetivo, de Barcelona y de ahí cabría deducir su liderazgo. Y lo mismo podría decirse de Bilbao.

Berta Chulvi escribió
08/03/2011 10:18

Palafox da en el clavo: hasta que no comprendamos la enorme ventaja, económica y simbólica, que supone ser un territorio rico en ciudades medianas no seremos capaces de entender cuál es nuestro hecho diferencial, cuál es nuestra voz. Ese es nuestro principal problema: no reconocemos lo que somos y por tanto "no somos" y no claro, somo invisibles. Si no me falla mi corta memoria,en los 80 se hablaba de eso: de la vertebración de una red de ciudades, recuerdo el nacimiento del IMPIVA, de los Institutos Tecnológicos, en ela marco de toda una reflexión sobre los distristos industriales, las comarcas centrales, las ciudades medianas y la Europa de las ciudades. Ibamos lentos por el buen camino (demasiado lentos y con demasiadas dudas...) y el PP llegó para borrar de un plumazo esa reflexión sobre la multipolaridad en la que muchos deberes habían quedadeo por hacer . Con el PP los peores defectos de nuestras "capitalidades" (Valencia, Castellón y Alicante) se han acentuado hasta el esperpento. Y estoy de acuerdo con Palafox en el importante valor simbólico de la "rendición" de Bancaja y la Cam. Aunque hecho de menos un análisis que explique cómo la CAM y Bancaja llegan a esa situación económica y cuánto de eso tiene que ver con la obligación de financiar los enloquecidos proyectos del PP valenciano.

Manuel escribió
06/03/2011 21:47

Curioso el comentario de Santiago que al menos sse toma el interés de redactar un comentario. Me recuerda a la situación en que uno recibé un pisotón, se supone que involuntario pero pisotón al cabo, y cuando se queja el culpable se molesta y responde airado con "oiga no sea usted maleducado y no se ponga usted así". Poro el dolor no lo quita ni su padre. Pues eso, no nos pongamos así pero unos cuantos, siempre los mismos, hacen lo que les conviene a ellos y cuando se les dice, pues eso, "oiga no sea usted maleducado que no es para tanto". De lo demás, pues como dice JMiguel hasta que las gandías, orihuelas, elxs, ondas, y demas silentes despierten seguiremos igual. Y como no van a despertar seguiremos como estamos: invisibles

JMIguel escribió
06/03/2011 19:40

Excelente reflexión la de J.Palafox, como siempre atento y preocupado por nuestra realidad. Discrepo del comentario de Santiago: el texto no tiene nada de "victimismo reivindicador", sino que es una mera descripción de la situación tal como es. Quizá fuera hora de abrir un debate en el que los valencianos (todos: del Cenia al Segura) nos plantearamos el modelo de articulación. No nos sirve el modelo catalán, no tenemos una capital cuyo peso arrolle al conjunto. El modelo debiera ser multipolar. Pero ahí chocamos con la falsa visión de las "capitales de provincia". Las tres se arrogan una influencia inexistente: ni Alicante "llega" a Denia ni a aAlcoy ni a Orihuela, ni Castellón "llega" a Almenara o a Segorbe. La multipolaridad debería abandonar la nefasta idea de "provincia" y dar voz a los elches, orihuelas, gandias y demás importantes polos comunitarios. Pero como eso no lo permiten nuestras élites socioeconómicas, más atentas a no enfadar al poder político y a los provincianos medios de comunicación de las "capitales", seguiremos haciendo eso que dice Palafox: cada uno buscando una mendicante "bilateralidad" con Madrid, intentando adelantar a la provincia "hermana", mientras Madrid se lo va quedando todo y otras autonomías marcan tendencia.

Santiago escribió
06/03/2011 14:46

Desde la distancia de no vivir en Valencia hay algo en ele texto de victimismo reivindicador muy típico también de los catalanes -y de los austriacos por cierto- que todavía está por ver a qué conduce. Como dijo una vez mi antiguo jefe a las reuniones "hay que venir llorao". Pue lo mismo a la hora de la distribucíión del poder en España. Esto no es una comida de amigos. Esto es el mercado ypoder. Que alarte no reivindique no tendrá explicación pero que Cajamadrid se haya tragado Bancaja es una decisión discutible pero perfectamente legitima atendiendo a los órganos de gobierno. Y probablemente mas aceptada entre la población que si hubiera sido la Caixa. ¿Hay alguien que haya discutido públicamente la decisión? Es decir sociológicamente creo que, igual me equivoco, los valencianos están muhco mas cerca de Madrid que de Catalunya. Y ese resultado cabe imputárselo 100% a los catalanes que lo hicieron muy mal en su momento con ese aire de superioridad, falsa además como demuestra la evolución de su economía en los últimos 20 años. Lo que más me gusta del análisis es la cuestión de de poca integración regional y en cualquier caso que se provoque debate con estos temas. Pienso q el próximo gobierno del PP va a recentralizar las decisiones lo que desde el punto de vista de racionalidad económica tiene su sentido. Lo que hace falta es que eso no sea una excusa para que al final venga un modelo cestralista pero mas ineficiente todavía.

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