VALENCIA. Lo malo del Gobierno de la Generalitat es que no emplea sus competencias para hacer política, sino para hacer ideología. Con total independencia de enfoques lingüísticos o identitarios, el cese de las emisiones de TV3 en la Comunidad Valenciana ha puesto de manifiesto una falta total de predisposición a la colaboración regional, quitando mucha credibilidad a una hipótesis de cooperación económica entre los agentes que conforman la realidad territorial del Corredor Mediterráneo.
El Corredor Mediterráneo es más que una infraestructura, es una política. Al fin y al cabo cualquier red transeuropea no es más que un sistema de interoperabilidad que permite extraer del dinamismo económico latente en determinados entornos, todas las oportunidades que se pierden por una mala articulación del territorio en cada una de sus dimensiones.
Esta idea tuvo la máxima importancia en el planteamiento del debate fundacional sobre las redes transeuropeas como política específica de la Unión Europea. De hecho, en coherencia con la complejidad variable en que se plantea la oportunidad de estas redes, existen tres tipos de redes transeuropeas: las de transporte, las de energía y las de telecomunicaciones.
Ni las redes transeuropeas, ni desde luego el Corredor Mediterráneo, han sido nunca planteados por nadie como un intento de desactivar la competencia entre los territorios comprendidos en su área de influencia. Más bien al contrario, el Corredor Mediterráneo nace de la inteligente aspiración de definir el contexto óptimo en el que desplegar esa competencia.
En situaciones así se entiende muy bien por qué era imposible que en 2003 el centralismo acérrimo del gobierno de Aznar y las veleidades regionalistas de su división autonómica hiciesen totalmente inviable la inclusión del Corredor Mediterráneo en las prioridades presupuestarias de la Unión. Y también hasta qué punto el propósito de enmienda es de sinceridad dudosa.
Lo preocupante ya no es la similitud entre el ridículo táctico del cierre de TV3 y los esfuerzos de los autócratas del Magreb por contener el denominado efecto dominó mediante el control férreo de las comunicaciones. Lo lamentable es que las actitudes competitivas del Consell hacia Cataluña evidencien el deseo de mantener nuestras rivalidades económicas en el marco de lo banal, y que una vez más se ponga de manifiesto que no optamos por batirnos el cobre seduciendo a los inteligentes sino intentando explotar la autosatisfacción de los más incultos y los más recalcitrantes.
La Paella Rusa
A estas alturas no cabe duda de que el blog de La Paella Rusa se está convirtiendo en uno de los fenómenos editoriales de la temporada. Un conjunto de firmas se han sindicado bajo los seudónimos de diferentes ingredientes de la paella y en actitud iconoclasta han irrumpido en la red con su propia interpretación de la actualidad política valenciana.
Su identidad genética encaja tan bien en los parámetros culturales de la red, que el efecto de su viralidad no se ha hecho esperar, de forma que quién la conoce la replica.
Una reflexión muy pertinente, que ayuda a ir poniendo las cosas en el sitio que les corresponde.
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