VALENCIA. Estos últimos días hemos escuchado en diferentes foros, empresariales, familiares o en los medios de comunicación, una preocupación generalizada por el devenir de las nuevas generaciones y sobre todo su socialización dentro de los parámetros establecidos, siendo el trabajo factor clave en este proceso. Esta inquietud nos afecta a todos de cerca dentro de los diferentes escalones generacionales del ámbito familiar, ya sean sus nietos, hijos, hermanos o seamos los mismos protagonistas.
Las cifras son escandalosas, nuestra tasa de desempleo juvenil es difícil de encontrar en nuestro entorno más cercano, debiendon explorar para hacerlo países en conflicto o en vías de desarrollo. Lo mismo ocurre con los dígitos del fracaso escolar (un informe de la Comisión Europea nos alarmaba hace unos días sobre ello). Y a todo ello además le unimos la poca participación de la juventud en las plataformas sociales, ya sean partidos políticos, sindicatos u organizaciones empresariales.
El único punto de optimismo dentro de este panorama es la alta implicación de los jóvenes en el movimiento asociativo. La mayoría prefieren participar en organizaciones del tercer sector, culturales, recreativas o de desarrollo, frente a un grupo reducido que se involucra en la vida política, y entre estos es fácil encontrar dentro de los partidos mayoritarios diferentes arribistas y profesionales de la política, caras de personajes que a todos nos vienen fácilmente a la cabeza.
Puede ser oportuno hacer un análisis en profundidad de cómo hemos llegado a esta situación, que a algunos les parece apocalíptica. Tenemos un sistema educativo mediocre, desde la educación primaria hasta la universitaria, donde se ha apostado por un modelo donde el objetivo es llegar a la universidad y licenciarse en lo que sea, dejando de lado una educación profesional y de oficios atractiva y convergente con nuestros vecinos europeos. Si a esto le unimos la época precedente de crecimiento desmesurado, donde la cultura del pelotazo envió a mejor vida a la cultura del esfuerzo, la consecuencia fue que muchos jóvenes abandonaron los centros educativos para trabajar en el sector de la construcción e industrias auxiliares.
Podemos hacernos una idea de la situación aparentemente bipolarizada de la juventud actual. Por un lado jóvenes licenciados universitarios que dominan varios idiomas, pero que no encuentran un puesto de trabajo dentro de su especialidad y cualificación, y por otro, jóvenes sin ni siquiera la educación obligatoria, que aprendieron un oficio en el ladrillo, pero que tras la explosión de la burbuja inmobiliaria se encuentran en la misma situación que los anteriores.
Mucha gente se extraña de que los jóvenes españoles no hayan promovido protestas contra los recortes sociales, como nuestros combativos vecinos franceses y británicos. Pero por desgracia a un joven, hoy en día, le importa bien poco su edad de jubilación mientras no tenga un puesto de trabajo estable en este momento y, lo que es peor, no haya expectativas de lograrlo. Nuestra situación se parece más a la de otros vecinos del sur, al otro lado del Mediterráneo, donde una serie de protestas pilotadas por los jóvenes han logrado herir de muerte a regímenes perpetuados durante décadas.
Estaremos todos de acuerdo que esta situación necesita de una acción contundente y rápida por parte de nuestros líderes sociales y políticos. No creo que la solución sea el envío de nuestros excedentes de mano de obra hipercualificada a nuestros vecinos del norte. Esto no hará más que empeorar la situación a largo plazo. Los jóvenes con más iniciativa y mayor capital educacional, que por cierto han supuesto un gasto ingente para las arcas del Estado, mientras migran hacia el norte, dejarán aquí los mediocres y poco cualificados.
Creo que la solución pasa por transformar el modelo educativo, diversificar el proceso productivo hacia la internacionalización, la innovación y la excelencia, la promoción activa de los emprendedores y de la ocupación estable de los jóvenes en puestos cualificados, como hicieron nuestros vecinos del norte hace más de una década y que ahora demandan nuestros técnicos. Pero, sobre todo, hay contar con los jóvenes a la hora de tomar estas medidas mediante la participación activa de éstos en los distintos foros de decisión sociales, económicos y políticos.
¿a que estamos esperando?, reflexiones y tomemos conciencia de la situaíón actual.Lo que no hagamos por nosotros mismos nadie lo hara por nosotros.Si esperamos y nos acomodamos nos quedaremos en el camino.Tenemos el potencial y habilidades necesarias, aprovechemoslas y pronto comprovaremos los resultados.
Las pequeñas empresas se quejan de los mejores talentos, se van a empresas multinacionales, esto es lo que nos puede estar pasando en nuestro pais, si no lo frenamos. Los mejores talentos de este pais, se irán a otros paises que se autodefinen como mas avanzados?
El texto es un encadenamiento de lugares comunes expuestos en su nivel más general que es el que no sirve para nada. De "transfomar el modelo educativo" se lleva hablando años pero sin que tantao experto salido de debajo de las piedras concrete ni una medida. Y de "diversificar el proceso productivo hacia la internacionalización, la innovación y la excelencia, la promoción activa de los emprendedores" décadas. Lo dicho, todo humo.
Suscribo los comentarios escritos con fina pluma y pensamiento acertado. Hace falta liderazgo, confianza, planificación e innovación.
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